Un amigo de Lolo – "Lolo, libro a libro"- Recuento de beneficios – 8-Lo que debemos ansiar si es Dios quien lo quiere
Presentación
Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.
Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.
Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “El sillón de ruedas”.
Durante unas semanas, si Dios quiere, vamos a dedicar el comentario de los textos de Lolo a un apartado particular del libro citado arriba de título “Recuento de beneficios” donde hace indicación de los beneficios de la relación del Beato con el Todopoderoso.
Recuento de beneficios – 8-Lo que debemos ansiar si es Dios quien lo quiere
“El de la Vocación Personal, definida y desarrollada, este regusto de entrar en los límites de la creación divina.”
Querer ser no es lo mismo que ser. Y es que, en materia de fe católica, una cosa es lo que decimos que somos, otra lo que somos y otra, muy distinta, lo que podríamos ser.
No se trata, esto, de un trabalenguas sino de una forma de manifestar que la fe que nos sostiene tiene muchas formas de manifestarse. Y el Beato Manuel Lozano Garrido nos muestra, aquí mismo, lo que supone el querer ser.
Habla Lolo de la vocación personal. Y es que la fe propia de cada cual es, por eso mismo, muy personal, muy íntima y, por tanto, relacionada directamente con el corazón que, si es de piedra, puede sufrir mucho y si es de carne, puede dar más que mucho.
Pues bien, al respecto de la vocación personal, nos habla Manuel de que la misma es definida pero que, también, es desarrollada. En realidad, lo que nos quiere decir Lolo es que nuestra fe, sí, nace en nuestro corazón pero que, como es lógico, no puede quedarse en tal estadio de desarrollo.
La fe se define, la definimos cada cual cuando somos capaces de darnos cuenta de qué es lo que eso significa. Y es que una cosa, por ejemplo, es ser bautizados a una edad muy temprana (cuando eso es así, claro) y otra, muy distinta, es hacerse cargo de lo que eso significa.
Nosotros creemos cuando nos damos cuenta de que es un regalo de Dios y que eso nos viene muy bien en nuestra vida ordinaria y que, en fin, es el camino que debemos tomar para llegar al definitivo Reino de Dios.
Creer, por decirlo así, tener fe y que la misma sea católica, no es un campo cerrado o, mejor, un celemín donde esconderla. No. Sabemos más que bien, como nos dice el Beato de Linares (Jaén, España) que la misma se ha de desarrollar. Es más, que la vocación, que es la manifestación efectiva de nuestra católica fe, es desarrolla sin, claro está, queremos que la misma se desarrolle.
Hay algo, en esto que nos dice Lolo, que es muy importante y que tiene que ver, todo que ver, con lo que somos y con lo que queremos ser. Y nos referimos a nuestra ansia, gracia que Dios nos ha donado junto a nuestra vocación personal, de acercarnos a nuestro Creador. Y es que queremos entender que se refiere el Beato Lolo a eso cuando habla de tener “regusto” (véase, no sólo “gusto” sino la manifestación, digamos, ampliada, del ansiar) por aquello que tiene que ver con el Todopoderoso. En realidad, creemos que se refiere, sí, a que creemos en Dios y manifestado eso, que gozamos con nuestra fe católica pero que eso no nos hace quedarnos ahí, alejados (digamos) a distancia de Quien nos ha creado sino que, una vez gustado y gozado tal acercamiento, queremos más.
Nosotros estamos más que seguros que tal es la voluntad de Dios: que nos acerquemos a su ser, que queramos, que ansiemos no estar lejos sino, al contrario, lo más cerca posible que, en definitiva, nuestra vocación sea tal expresión de fe y de amor.
Ansiar a Dios, buscar a Dios, acercarnos cabe sí.
Eleuterio Fernández Guzmán
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Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.
Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.
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