Una gran verdad

“Todo es impedimento para no gozarte”

Son pocas palabras pero dicen mucho acerca de la fe de quien las dice que, en este caso, es nuestro hermano Rafael.

No podemos negar que, a lo largo de los tiempos (desde que Cristo fundó la Iglesia luego llamada católica), son muchas las situaciones por las que han pasado los discípulos del Hijo de Dios; muchas, también, las circunstancias que han podido definir la concepción de la fe que se ha ido teniendo y, lo que es más importante, la relación que se ha tenido con Dios y con Jesucristo, Mesías y hermano nuestro.

Yendo al quid de la cuestión, de las palabras del hermano Rafael aquí traídas, podemos echarnos las manos a la cabeza si nos damos cuenta que las palabras de las que hablamos fueron escritas en los años 30 ¡del siglo XX!

Pero, ¿a qué tanta exclamación? Pues nos explicamos.

San Rafael Arnáiz habla desde una experiencia personal. Es decir, él aprecia, se da cuenta y hasta ve que el mundo de su tiempo le pone trampas a Dios. Y queremos decir con esto que, como bien nos dice, él aprecia que hay mucho impedimento para gozar de Cristo que, por Quien es, es lo mismo que gozar de Dios.

Seguramente, el mundo (con sus mundanidades) siempre ha procurado que el creyente se aleje de su Creador y de su Hijo. Y siempre ha tenido unos medios u otros para conseguir un fin tan taimado como ése. Y no podemos negar que muchas veces lo consigue.

Es, también, seguro, que los más avezados en nuestra fe católica, han conseguido obviar tales medios y han podido gozar espiritualmente de su Creador y de Cristo y se han dejado aconsejar por el Espíritu Santo. Otros, sin embargo, seguros estamos de que han caído en las trampas del mundo y no han sido capaces de evitarlas. Entonces, habrán perdido mucho porque mucho se pierde cuando no se goza de Quien quiere ser gozado.

¿Qué no diría, por cierto, el hermano Rafael si hoy mismo, bien entrado el siglo XXI, pudiera ver todos los impedimentos que hay para gozar de Dios y de su Hijo?

El caso es que el hermano Rafael lo dice más que bien: “Todo”. Dice que todo le impide gozar de Dios. Y esto ha de querer decir que solo Dios es lo que le conviene al hombre. Lo demás, por decirlo de una forma suave y para que se nos entienda bien, es humo y polvo y es todo aquello a lo que se refiere Jesucristo cuando, en un momento determinado (cf. Mt 6, 19) nos dice que no debemos acaparar para este mundo sino para el que ha de venir, para la vida eterna que, se supone, es la que anhelamos…

Pues bien, como decimos arriba, el hermano Rafael no daría crédito a lo que podría ver y que nos impide gozar de Dios y de Cristo. Y sí , hoy día, también es “todo” lo que nos impide tal gozo. Y es que, en verdad, bien podemos decir que Cristo no ha cambiado nada pero que el mundo… tampoco ha cambiado nada de nada: sigue siendo ferozmente adversario contra la santísima voluntad de Dios y contra Dios mismo actúa sin cesar y sin descanso.

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