Reseña: “Mes de mayo a la Virgen María. 1 minuto con la Madre de Dios”

Mes de mayo a la Virgen María. 1 minuto con la Madre de Dios              Mes de mayo a la Virgen María. 1 minuto con la Madre de Dios

Título: Mes de mayo a la Virgen María. 1 minuto con la Madre de Dios.

Autor: Eleuterio Fernández Guzmán

Editorial: Lulu

Páginas: 54

Precio aprox.: 4.15 € en papel – 1€ formato electrónico.

ISBN: 5800121488870, papel; 978-1-326-97520-3, electrónico.

Año edición: 2017

 

Los puedes adquirir en Lulu (pinchando en cada imagen, se le dirige a cada libro en concreto).

 

“Mes de mayo a la Virgen María. 1 minuto con la Madre de Dios” - de  Eleuterio Fernández Guzmán.

 

Continuamos con la publicación de textos dentro de la Colección Fe sencilla. Este libro pertenece al apartado de título Virgen María y es el primero del mismo.

Vayamos, pues, con la reseña. 

El mes de mayo es muy especial para un católico. Dedicado, especialmente, a la Madre de Dios, supone, para cada uno de nosotros, la oportunidad (siempre repetida, por cierto) de acercarnos un poco más a la Virgen Santísima e Inmaculada. 

Tenemos muchas razones para tener un amor muy especial, profundo y fecundo, por aquella joven que se casó con José, el carpintero. Por ejemplo, éstas: 

-La Anunciación, donde acepta la voluntad de Dios.

-La Visita a su prima Isabel y el Magnificat.

-El Nacimiento de Cristo, Salvador del mundo

-La Presentación del Niño Jesús en el templo, momento en el que asume el terrible futuro que le espera (“una espada te atravesará el corazón”, como le dicen en la misma puerta del Templo)

-El Niño Jesús perdido y hallado en el templo, donde María muestra su poder de Madre.

-Las Bodas de Caná, donde intercede, por primera vez por quien necesita la intervención del Hijo de Dios.

-María al pie de la cruz, donde demuestra entereza y es entregada, además, como Madre de la humanidad a los cuidados de San Juan.

Podemos decir, por eso mismo, que la Virgen María es causa de amor por parte de los discípulos de Su Hijo y que tal amor no se para en nada para agradecer lo que es y qué supone para nosotros, también hijos suyos.

A María se le han dedicado muchas oraciones porque la Madre lo merece todo de parte de sus hijos y porque, a lo mejor, es la manera más directa de ofrecer lo poco que somos pero lo mucho que amamos a una tal Madre. Seguros, como estamos, de ser escuchados por el corazón de quien supo decir sí a Dios cuando debía decir sí a Dios. 

Así, por ejemplo, San  Alfonso María Ligorio (1696-1787) escribió la que sigue:

“Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre de mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos. Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores que hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del infierno, que tantas veces he merecido. Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás. Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de misericordia! Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones o bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero amor a Jesucristo. Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis a Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.”

O la siguiente de la Antífona del Oficio de la Pasión, obra de  San Francisco

“Santa Virgen María,

no ha nacido en el mundo

ninguna semejante a ti entre las mujeres,

hija y esclava del altísimo y sumo Rey,

el Padre celestial,

Madre de nuestro santísimo Señor Jesucristo,

esposa del Espíritu Santo:

ruega por nosotros

ante tu santísimo amado Hijo, Señor y maestro.

Gloria al Padre. Como era. “

Del amor que tenía el pobre de Asís por la Virgen María dice Tomás de Celano (su primer biógrafo) que “Rodeaba de amor indecible a la Madre de Jesús, por haber hecho hermano nuestro al Señor de la majestad. Le tributaba peculiares alabanzas, le multiplicaba oraciones, le ofrecía afectos, tantos y tales como no puede expresar lengua humana. Pero lo que más alegra es que la constituyó abogada de la Orden, y puso bajo sus alas, para que los nutriese y protegiese hasta el fin, los hijos que estaba a punto de abandonar” (2 Cel 198).

O, también, por terminar, la siguiente oración de San Juan Pablo II que lleva por título “Virgen Fiel, Poderosa y Clemente”:

“¡Oh Virgen naciente, esperanza y aurora de la salvación para todo el mundo!, vuelve benigna tu mirada maternal hacia todos nosotros, reunidos aquí para celebrar y proclamar tus glorias.

¡Oh Virgen fiel, que fuiste siempre solícita y dispuesta a recibir, conservar y meditar la Palabra de Dios!, haz que también nosotros, en medio de las dramáticas vicisitudes de la historia, sepamos mantener siempre intacta nuestra fe cristiana, tesoro preciado transmitido por nuestros padres.

¡Oh Virgen poderosa, que con tu pie aplastas la cabeza de la serpiente tentadora!, haz que cumplamos, día tras día, nuestras promesas bautismales, con las que hemos renunciado a Satanás, a sus obras y seducciones, y sepamos dar al mundo un gozoso testimonio de esperanza cristiana.

¡Oh Virgen clemente, que siempre has abierto tu corazón maternal a las invocaciones de la humanidad, a veces lacerada por el desamor y hasta, desgraciadamente, por el odio y la guerra! enséñanos a crecer, todos juntos, según las enseñanzas de tu Hijo, en la unidad y en la paz, para ser dignos hijos del único Padre celestial. Amén.”

En realidad, el mes de mayo es conocido, por razones obvias, como el mes de las flores porque en este tiempo la naturaleza rebosa con la obra de Dios. Por eso, precisamente por eso, este mes es más que oportuno para recordar a la flor entre las flores que no es otra que María, Madre, Virgen Santísima e Inmaculada. 

El caso es que María, es, como ella misma dice siempre, solícita. Por eso al dirigirnos a María hemos de saber que su naturaleza misma, su sentido de la maternidad, amante y amadora, recibe con alegría el hecho mismo de buscar gozo en su invocación, permanencia en su corazón y ansia por recibir su amor. 

María, intercesora ante su Hijo Jesús siempre está esperando que nos dirijamos a ella cuando estamos necesitados de esperanza, ansiosos de una vida que sólo puede dar esta mujer elegida por Dios, desde su siempre, para ser su Madre. 

En María podemos buscar, y encontrar, ese rostro de la luz de Dios reflejado en sus oraciones, en las súplicas que se dirigen por quienes imploran esa intercesión propia de la Esposa del Espíritu Santo, seguros de que su respuesta será la única posible: sí, fiat, hágase…

Orar con María, orar hacia María, orar para María, y orar porque su corazón es nuestro corazón y su mirada ha de ser guía de la pasión que dirige nuestros pasos.

Por otra parte, les ponemos aquí el Índice de este libro: 

Un inefable gozo                 

Día  1           

Día  2                               

Día  3                               

Día  4                               

Día  5                               

Día  6                               

Día  7                               

Día  8                               

Día  9                               

Día 10                              

Día 11                              

Día 12                              

Día 13                              

Día 14                              

Día 15                              

Día 16                              

Día 17                              

Día 18                              

Día 19                              

Día 20                              

Día 21                              

Día 22                              

Día 23                              

Día 24                              

Día 25                              

Día 26                              

Día 27                              

Día 28                              

Día 29                              

Día 30   

Día 31                           

Agradecimiento                                      

Títulos de la Colección Fe sencilla

Por cierto, les tengo que confesar que ni siquiera se hace uso de 1 minuto para practicar esta pequeña oración. Es decir, que siendo muy poco es, al menos, algo. ¿No vamos, siquiera, a hacer esto, a acordarnos, al menos, así, de María?

 

 Eleuterio Fernández Guzmán

 

Nazareno

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Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

María, Madre de Dios y Madre nuestra, espera ansiosa nuestra oración.

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