Reseña: Colección Fe sencilla – Sobre Dios - “Un día con siete mañanas - Sobre la Creación”
Título: Un día con siete mañanas – Sobre la Creación.
Autor: Eleuterio Fernández Guzmán
Editorial: Lulu
Páginas: 63
Precio aprox.: 3,50 € en papel – 1€ formato electrónico.
ISBN: 5800120388645 papel; 978-1-326-90756-3 electrónico
Año edición: 2017
Los puedes adquirir en Lulu
“Un día con siete mañanas – Sobre la Creación” de Eleuterio Fernández Guzmán
Continuamos con la publicación de textos dentro de la Colección Fe sencilla. Con este libro abrimos el apartado referido a los temas relacionados con Dios. De aquí que su título sea “Sobre Dios”
Vayamos, pues, con la reseña.
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra.”
(Génesis 1, 1)
Cuando decimos, porque lo creemos, que Dios creó el cielo y la tierra y repetimos aquello de que al séptimo día descansó, no queremos decir, o no deberíamos entender con eso, que el Creador descansó y, acto seguido, se olvidó de lo creado. Muy al contrario es lo que sucedió y sucede porque Quien todo lo creó todo lo cuida y guía y que, por decirlo pronto, el mundo está en sus manos; que el ser humano no es esclavo de Dios sino amigo e hijo suyo y que, cosa que sucedió con Jesucristo, llega a ser capaz de hacerse débil para salvarnos.
Creó, pues, Dios. Y, como dice el Apocalipsis (4, 11) “Tú has creado el universo, por tu voluntad, no existía y fue creado”. Por eso estamos en la seguridad de que lo que existe no es producto de la casualidad sino de la puesta en práctica de un diseño inteligente en manos de una mente algo más que inteligente. Y porque “Todo lo creaste con tu palabra” (Sb 9,1) confesamos nuestra fe en tal creación y nos sometemos a ella no sin olvidar que la entregó para que no la dilapidáramos sino para que cuidáramos de misma.
En los relatos de la Creación (Gen 1,1-2; 2,4-25) podemos constatar que la voluntad de Dios tiene pleno sentido en la comprensión de que lo que crea lo hace, digamos, en beneficio de lo que consideró como muy bueno haberlo creado, su criatura, su semejanza e imagen o, lo que es lo mismo, el ser humano. Somos, por lo tanto, herederos desde que Dios nos crea pues hijos suyos somos y nos dota de alma espiritual, de razón y de voluntad libres.
Creó, pues, Dios. Y lo hizo con el cielo y con la tierra o, lo que es lo mismo, con todo lo que existe y, yendo un poco más allá, con todas las criaturas corporales y espirituales. Por eso dice el Credo, en su versión de Nicea-Constantinopla, “de todo lo visible e invisible” y por eso mismo se nos concede la posibilidad, don de Dios, de tener presente en nuestra existencia a los seres espirituales que no son de carne como somos los mortales pero que aportan a nuestra existencia de creyentes una solidez insoslayable.
El caso es que Dios, cuando llevó a cabo la Creación tuvo que pensar, lógicamente, en todos los detalles de la misma. Pero a Él le llevó el tiempo que le llevó.
En realidad, el día en el que Dios creó lo visible y lo invisible fue uno propio. Queremos decir que el tiempo del hombre y el de Dios no son lo mismo, no duran lo mismo. Por eso la Santa Biblia nos recuerda algo que, para esto, en concreto, es muy importante:
“Porque mil años a tus ojos son como el ayer, que ya pasó, como una vigilia de la noche (Salmo 89, 4).
“Mas una cosa no podéis ignorar, queridos: que ante el Señor un día es como mil años y, ‘mil años, como un día.’” (2 Pe 3, 8).
Sabemos, por tanto, que si para Dios ha pasado un día, para el hombre han pasado 1000 años. Así, podemos sostener que la Creación de Dios ocupó, en tiempo humano, unos 6000 años mientras que para Dios apenas habían pasado 6 días.
De todas formas, la Creación, obra portentosa de Quien tiene todo el poder, nos ayuda a comprender lo que significa que para Dios nada hay imposible (como le dijo el Ángel Gabriel a la Virgen María en el episodio de la Anunciación y refiriéndose a su prima Isabel –véase Lc 1, 26-38-) y que aquello, la Creación misma, fue el mejor regalo que un Padre podía hacer a quienes serían sus hijos creados, también, por Él.
Y todo eso pasó y sucedió en un día que, por cosas de Dios, tuvo siete mañanas.
Les dejamos, aquí, el Índice:
Presentación
1. Dios creó de la nada (Posibilidad).
2. Dios creó libremente (Actitud)
y cuando quiso (Voluntad).
3. El hombre, creación de Dios
(Filiación divina).
4. El fin de la Creación de Dios
(Objetivo).
5. Alabanzas por la Creación.
Un necesario Epílogo.
Salmo 148.
Títulos de la colección “Fe sencilla”.
Como ya dijimos en la última reseña y, como novedad, , añadimos al final del mismo la relación de textos publicados dentro de la colección denominada “Fe sencilla” desde que la misma apareció. Así seguiremos haciendo, Dios mediante, cada vez que se publique uno de ellos y pertenezca a la misma.
Eleuterio Fernández Guzmán
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Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa.
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Saber que hemos sido creados por Dios y no exultar de alegría y gozo…
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Para leer Fe y Obras.
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