Serie “Caminando con Jesucristo” - 3 - Cordero de Dios

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Muchas son las veces que se han hecho comentarios o meditaciones a los Evangelios; muchos los autores, entre ellos santos y otros estudiosos que han dedicado su atención al contenido de determinados momentos de la vida pública de Jesucristo, Dios que, encarnado, vivió entre nosotros. 

Así, quien surgió del Jordán glorioso y aclamado por su Padre para, de forma inmediata, adentrarse en el desierto de las tentaciones del Maligno y surgir liberado de tan nigérrimo yugo dio más que motivos para que, a lo largo de los siglos muchas páginas se hallan escrito sobre aquellos acontecimientos claves para la historia de la humanidad. 

Cristo, aclamado como quien tenía que venir en su entrada gloriosa en Jerusalén en el inicio de su Pasión es el mismo que, años antes, acudiera con sus primeros discípulos a la boda de Caná. Allí su madre, María esposa de José, le conminó a que dejase su anonimato y acudiera en rescate de aquellos sus primeros beneficiados con el hacer de su corazón; allí también se sometió a su autoridad al convertir aquellas tinajas en el vino que, para entonces, ya escaseaba en la celebración nupcial. 

Los primeros pasos de Jesús tuvieron mucho de enseñanza para aquellos discípulos que todo dejaron para seguirle. Si el discípulo amado siguió, a la voz del Bautista, al cordero de Dios, el resto de sus compañeros de viaje espiritual no dudaron en no mirar hacia atrás y dejaron, cada cual según su oficio u ocupación, la tarea que hasta entonces les había hecho ganar la vida para hacer lo propio con la eterna haciéndose pescadores de hombres. 

Hemos procedido como Dios nos ha dado a entender, en el buen sentido de la palabra, en el quehacer misterioso pero real de Jesús, Dios entre nosotros que es lo que, de una forma o de otra, ha marcado la historia sucesiva del hombre y ha cumplido lo que de Él recogía lo que denominamos Antiguo Testamento y que no es más, ni menos, que la manifestación, por escrito, de la inspiración del Espíritu Santo en manos de sus autores y que, por eso mismo de ser anticipación de la venida de Cristo, es Verdad con Él. 

No es menos cierto, por otra parte, que los primeros pasos de Cristo en compañía de sus discípulos, no están exentos de aprendizaje por parte de los mismos. Por eso, en tanto en cuanto no eran capaces de asimilar la doctrina de perfección de la Ley de Dios que había venido a transmitir el Maestro, no cejaron en tratar de llevarse a sus corazones la impresión de que los momentos que estaban viviendo eran algo más que el hecho de acompañar a una persona especial porque, al menos eso sí pudieron comprender, no les quiso engañar al decirles que tenía palabras de vida eterna y que, si prestaban atención, a lo mejor eran capaces de fijar en su alma algunas de ellas. 

A partir de ahora, pues les dejamos con un acercamiento, seguramente personal pero no por eso ajeno a mi prójimo, de lo que Jesús supuso, ya entonces, para los que todo dejaron de lado para seguirlo y se hace la recomendación de sentirse como inmerso en las diversas situaciones a las que se va a hacer referencia para aprehender, de primera mano, lo que pudieron sentir aquellos que escuchaban a Jesús y hacer, de su enseñanza, una perfecta forma de vida. 

Al fin y al cabo, el camino que recorrió el Hijo de Dios es el mismo que nosotros debemos anhelar recorrer. Es más, el destino del mismo, la vida eterna, es exactamente el mismo.

  

3- Cordero de Dios

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Tan sólo han transcurrido dos días desde que Juan bautizó a Jesús y ya encontramos al Mesías en busca de sus discípulos.

Jesús sabe a quién tiene que buscar o, al menos, sabe a quién tiene que aceptar. Es Jesús el que llama y los demás los que podemos oír su llamada o mirar para otro lado como si no pasase cerca de nosotros. Para esto, sobre todo para esto, disponemos de la libertad, ese bien que Dios nos da.

Juan, que seguramente había leído muchas veces al profeta Isaías, sabía que el decir Cordero de Dios refiriéndose a su primo Jesús no era expresión genuinamente suya. Isaías, al que tanto debemos desde que sabemos lo que quería decir y el que, como los buenos vinos, gana con los siglos, que no ha perdido actualidad en lo que dice porque la Palabra de Dios no pasa ni pasará nunca al olvido, ya profetizó que como un cordero al degüello sería llevado (Is 53,7).

Sin embargo, si bien el sentido último de ambas expresiones puede ser el mismo el Bautista se refiere a la mansedumbre de Jesús, como es la del cordero y no al aspecto sacrificial que luego supondría la vida del Maestro; mansedumbre poco comprendida por sus contemporáneos, quienes esperan, como es sabido, un Mesías victorioso y casi sanguinario y no dado a tantas “comprensiones y perdones con el enemigo” al que, por cierto, pidió se le perdonase.

Pero Juan, conocedor desde que estaba en el vientre de Isabel, su madre, de cúal era su labor en la vida, ya sabía que detrás de mí viene uno que es superior a mí, porque existía antes que yo (Jn 1,30); de ahí que al confirmarse lo que le dijo el que le envió a bautizar (con agua), es decir que sobre el que veas descender y posarse el Espíritu, ése es el que bautiza con Espíritu Santo (Jn 1, 33), no vaciló en señalar a Jesús como ese “Cordero” para que, quien oyese sus palabras decidiera seguirle.

Es la pregunta de Cristo. ¿Qué buscáis? la que establece un punto de partida importante en este texto. Jesús, seguro conocedor de lo que pensaban (como pasa muchas veces en su vida y recogen los Evangelios, por ejemplo en Mc 2,1-12 en la curación del paralítico) no se limita a decir “como vosotros pensáis esto y aquello…” sino que da la posibilidad de respuesta por parte de aquellos dos que le siguen, para que manifiesten la disposición de su corazón, qué esperan de ese Cordero de Dios.

Ellos reconocen, por de pronto, al Maestro, al que enseña, al que da lo que tiene de su conocimiento de Dios. Y ante las ansias de saber más (¿dónde vives?) la respuesta esperada y deseada por parte de esos dos que quieren seguirle: venid y lo veréis.

Ante esta propuesta tan directa de Jesús (el que salva) pudieron haber optado por la desconfianza, por no hacer caso a sus palabras o por haber desviado su camino. Sin embargo, ansiosos de conocer, ávidos de profundizar en sus posibles enseñanzas, no dudan en seguirle. Es más, se quedan el resto del día con Él. Han aceptado, pues, esa primera conversión hacia el Padre (que ha visto a Cristo, y viceversa).

A nosotros, también, se nos propone, muchas veces, la conversión, y cuando ya se ha dado, la confesión de fe (que es una conversión continua). Desde la Palabra de Dios, el ejemplo de la vida de Jesús, de sus hechos y de sus obras, se nos facilita esa aceptación de su voluntad y poder, así, contribuir a nuestra salvación (siendo coherederos de la herencia divina, como escribiera Pablo en su epístola a los Efesios, en 3,6) ¿Cuántas veces Jesús, desde su magisterio, nos pregunta qué buscáis?, y ante el mundo, la mundanidad que nos rodea, lo “nuestro”, no sabemos qué responder porque la respuesta supondría responsabilidad y hechos, y no sabemos hacia dónde dirigir nuestra mirada escondiéndonos cual Adán ante la vergüenza del pecado? ¿Cuántas veces no queremos escuchar el grito pausado de Cristo: aquí estoy, recíbeme y recibe al Padre, escógeme porque te auxilio, fíjate en mí que te socorro?

En este momento Jesús cambia el nombre a Simón (el cambio de nombre supone una predilección por parte de Dios en el sentido misional: Abran cambió a Abraham, aquí Simón cambia a Cefas, Pedro, Piedra; ambos tienen una gran misión que cumplir: el primero de ellos es el primer padre en la fe, el segundo, primer Papa de la Iglesia de Cristo) Es aquí donde reside, donde se encuentra el punto de partida del mantenimiento de una fe, de una doctrina que preservar; en una piedra, dura en su naturaleza, se apoyará el fruto de la semilla que Cristo plantó y extenderá, por la tierra toda, sus ramas, para que los hijos de Dios apoyen el caminar de sus pasos en las yemas dulces de sus palabras.

Es a esta figura insigne, el Santo Padre que el Mesías eligió, escogió, determinó y perdonó sus múltiples ofensas (recordemos el gallo…) al que debemos la fidelidad que la voluntad última de Dios quiere que salga desde nosotros tras hacerse hueco en nuestro corazón.

A pesar de los errores cometidos (también, por los santos padres, porque, como personas, son seres emocionales y, a veces, nos dejamos dominar por las emociones) es evidente que su figura, su persona y su doctrina (la misma de Cristo, recordemos, que no pueden cambiar, sino interpretar) ha devenido en legítima heredera de aquella “piedra” de la que hablo Jesús y a ella, a su persona, debemos amar como hermano, comprender como hombre, aceptar como sucesor.

Eleuterio Fernández Guzmán

 Nazareno

Fundación Beato Manuel Lozano Garrido

La Fundación "Lolo” va a dar a la luz un libro inédito del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Para ello ha establecido un plazo de reserva del libro que es el 10 de diciembre de este año del Señor de 2016. Les pongo el Volante de encargo de “Las siete vidas del hombre de la calle” del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. 

Mas información, aquí.

Pinchando en la imagen serán dirigidos al pdf descargable para encargar el libro.

 

No pierdan la oportunidad de hacerse con una joya de espiritualidad.

 

Digamos, al respecto de este libro, algo muy importante: en la nota que nos ha enviado el P. Rafael Higueras Álamo, a la sazón Postulador de la Causa de Canonización (ya lo fue de la beatificación) nos dice esto:

 

“Fecha tope de recepción de peticiones: 10 diciembre 2016.

Lógicamente si se imprimen más ejemplares saldrá más barato; por ejemplo, si se imprimieran mil ejemplares, +1’80 de imprenta (quizá algo menos)

+portes de envío (si no se recoge en la sede de la Fundación)

+2 de donativo a la Fundación.

Sería muy bonito disponer de la publicación para los Reyes; o sea que antes del 10 de diciembre ha de recibirse la petición de ejemplares que se deseen.

Si la impresión fuera de 500 ejemplares la impresión podría salir hacia unos DOS € cada uno (más portes, más 2 € donativo).”

 

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Por la libertad de Asia Bibi. 

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Por el respeto a la libertad religiosa.

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Enlace a Libros y otros textos.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Cristo caminó por el mundo con ansia de decirnos que debíamos seguirlo.

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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