Un amigo de Lolo – Dios tiene infinita paciencia con nosotros
Presentación
Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.
Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.
En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.
Dios tiene infinita paciencia con nosotros
“Sí, los rayos no caen del cielo, sino que salen de la tierra, de entre los hombres, como puños airados que amenazasen mucho más allá de las estrellas. El cielo, a veces, por nuestros corazones cegados de pasiones, es más espejo de nosotros mismos, que rostro de Dios. Por eso las estrellas como mejor se ven es purificando de pasiones nuestro propio clima espiritual. Sin esa atmósfera de infidelidades pasa con nosotros como con la luna, que se la ve –y Dios nos ve- todos los cráteres, pero desde allí, se puede notar de Dios el fulgor de la ternura de sus ojos en su benignidad, su indulgencia, su mansedumbre y su espíritu de predilección. Donde Dios se hace relámpago es en el amor. Para la justicia es lento, porque siempre quedará al menos un segundo del que poder esperar de un hombre.” (Las estrellas de ven de noche, p. 139)
Siempre que, por ejemplo, se quiere representar una situación de ira o de rabia en una publicación hecha a base de ilustraciones se suelen expresar tales sentimientos poniendo una especie de rayo. Eso significa que todo lo malo se centra en tal momento y es exacta expresión del comportamiento que, muchas veces, tenemos los hijos de Dios.
En realidad, tales ilustraciones no muestran un mundo imaginario sino, al contrario, uno más que real. Y Manuel Lozano Garrido, que se da cuenta de eso, nos pone sobre la pista de una verdad grande.
Como en otros muchos textos de Lolo nos presenta nuestro Beato una situación que es paradigmática: Dios y el hombre o, mejor, el comportamiento de la creatura del Todopoderoso y Quien la ha creado.
Debemos decir, antes que nada, que, como en otras muchas ocasiones, el Creador muestra su Amor hacia su descendencia mostrando una paciencia no desdeñable hacia nosotros. Y es que son muchas ocasiones en las que pareciera que necesitamos se nos avise acerca de los malos comportamientos, de aquella forma de ser que no puede ser porque Dios no quiere que así sea.
Y es somos nosotros mismos los que cegamos nuestro corazón. Y lo hacemos como si creyésemos que Dios no sabe de todas aquellas veces que nos dejamos llevar por la tentación y nos sometemos a las más peregrinas situaciones de peligro espiritual. Somos, entonces, un mal ejemplo para nuestro prójimo pero, sobre todo, somos malos ejemplos para presentarnos ante Dios, digamos, en la oración o en el acercamiento al Todopoderoso. De aquí que poder, precisamente, acercarse a Dios supone haber limpiado antes el alma. El Creador no merece, por nuestra parte, según qué comportamientos y según qué pecados que, como misterio de iniquidad, muestran de lo que, en lo malo, somos capaces.
Lolo nos dice que nos conviene eliminar de nosotros tales comportamientos. Y así lo cree porque sabe que es más fácil y sencillo ver a Dios sin cierto tipo de tinieblas y, a su vez, el Todopoderoso nos mira de forma que es posible, en nosotros, todo bien. Y esto se resume en decirnos que nos prefiere limpios y aunque nos acepte con nuestros defectos (porque nos ama) es mucho mejor que no los hagamos tan efectivos.
De todas formas, haciendo un símil entre el relámpago y lo que es Dios para su descendencia, el Beato Manuel Lozano Garrido conoce muy bien que Quien lo ha creado siempre está pronto para el Amor y que, al contrario, es muy lento (como una tortuga) a la hora de imputarnos nuestro mal. Al fin y al cabo, hasta el último segundo de poder merecer… podemos merecer. Hasta ahí pero, también, hasta ahí.
Eleuterio Fernández Guzmán
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Dios siempre espera de nosotros; siempre espera.
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