Un amigo de Lolo – Un santo decálogo – VIII
Presentación
Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.
Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.
En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.
Un santo decálogo - VIII
Digamos, antes de empezar, que Manuel Lozano Garrido, en Mesa redonda con Dios, pp. 167-168, escribe un decálogo que vale la pena tener en cuenta.
Dios mediante, vamos a dedicar tantas semanas como puntos tiene tal decálogo a contemplar su significado.
“Todo por Ti y para Ti, nuestro Buen Segador. Y para que veas que te lo digo de corazón, aquí te dejo, Señor, la bandera y el programa de un humilde decálogo. Ojéalo y, si vale, échale tu bendición:
VIII. No juegues al colosalismo apostólico y no andes de zascandileos con Cristo por los callejones mientras no lo tengas como un rey en tu trabajo y ambiente.”
No es posible que nadie pueda sostener, con ánimo de que se le crea, que no le importa nada el futuro, su futuro. Y es que el ser humano, con todos los defectos que tiene, anhela conocer y no puede dejar de hacerlo acerca de lo que ha de ser su porvenir.
Cada uno podría, seguramente, hacerse sus planes. Es más, es seguro que habrá pocas personas que no los hagan porque nos gusta estar seguros de lo que ha de ser nuestra vida.
Sin embargo, los creyentes católicos debemos dar un paso más o, lo que es lo mismo, no podemos quedarnos en la superficie del porvenir porque supondría no acatar una voluntad muy importante que siempre debemos tener en cuenta.
La Venerable Marta Robin, que sabía mucho de esto, nos aconseja a tal respecto y podemos decir que sus consejos son, como siempre lo son, extremadamente centrados y más que acertados.
Seguramente pueda ser lícito preguntarse por una cosa así. Sin embargo, aún lo es más tener en cuenta lo que, verdaderamente, nos conviene.
El abandono de sí mismo es un tema que Marta Robin tuvo muy en cuenta a lo largo de su vida. Tal es así que podemos decir que fue el lema esencial de su fe y de su perseverancia acerca de la misma.
Abandonarse a Dios supone hacer dejación de uno mismo. Y eso es lo que, seguramente, nos echa para atrás a la hora, precisamente, de llevarlo a cabo. Y es que somos muy nuestros como para hacer según qué cosas y no queremos, sobre todo no queremos, que lo que se refiere a nosotros no esté en nuestras manos. Pero, el caso es que está y son en las manos del Todopoderoso.
Dice la Venerable francesa que es algo que no debería preocuparnos, el futuro. Seguramente sabe que tal pretensión está muy alejada de la gran mayoría de hermanos en la fe, pero también sabe que no es algo inalcanzable sino que, con voluntad y perseverancia, puede llegar a adueñarse de nosotros la idea según la cual importa lo que Dios quiere que nos importe.
Y, entonces ¿a qué someternos?
Como en tantas veces escribe nuestra Venerable, es Dios quien conoce nuestra existencia y Quien debe decidir aquello que nos incumbe y que nos importa. Otra cosa no debería ser objetivo de nuestro corazón y de nuestra vida. Es más, querer otra cosa es no haber comprendido hasta qué punto Dios es nuestro Padre.
Eleuterio Fernández Guzmán
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Tener a Cristo como Dios porque lo es.
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Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.
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