Las aguas de la Iglesia católica
Las aguas de la Iglesia católica andan revueltas. Vamos, queremos decir que algunos están produciendo olas de pretendido gran tamaño para ver si zozobra la barca de la Esposa de Cristo.
Debemos reconocer que llevan un tiempo agitando las aguas porque es la única manera de hacerse presentes. Además, no podemos negar que las ambigüedades espirituales no ayudan nada de nada para que la calma chicha del mar por donde navega la barca de Pedro sea lo que impere.
Ahora, sin embargo, debemos decir varias cosas:
Primera: la Iglesia católica ha de prevalecer y no ha de sucumbir. Eso lo dijo Cristo.
Segunda: el barquero ha de llevar el timón con seguridad y no dando alas a los que aprovechan, grumetillos indignos de pisar la cubierta, lo más mínimo para zarandear la misma.
Tercera: sólo la perseverancia en la fe y la negativa a las proposiciones de motín puede hacer que cada uno se dedique a lo suyo y no haga intentos de pasar por la quilla a los llamados ortodoxos como, por cierto, con algunos ya está pasando.
Lo último ha sido eso del papel de la mujer. Y es que hay quienes les ponen un palo y se suben a piar sin parar.
Vamos a ver. Al Papa le hablan de lo que hacían algunas mujeres en los primeros tiempos del cristianismo y el Vicario de Cristo dice que se puede estudiar “ese “papel (que es sobre lo que se le pregunta aunque con aviesa intención, por supuesto) y no tardaron los de siempre ni un Telediario (en España, las noticias dadas en la televisión) en poner entre las intenciones del Santo Padre cosas como la posibilidad de que la mujer bautice o, en fin, cualquier contenido de los Sacramentos que, como sabemos, es cosa propia del sacerdote. Y ya sabemos qué se quiere decir con eso.
Era de pena, y de risa a la vez, contemplar la ignorancia en este tipo de cosas y el quiero y no puedo de muchos. Ciertamente, hay quien se coge a un clavo ardiendo porque sabe que en la Iglesia católica nadie le va a llamar la atención de forma efectiva ni a decirle que se puede quemar. Simplemente se trata del ya clásico proceder de quien quiere que en la Esposa de Cristo se produzca algún tipo de revolución a veces llamada “primavera eclesial” cuando, en realidad, los “primaveras” (bobos, tontitos o similar) son aquellos que ven cosas donde no las hay y movimientos papales donde, como mucho, hay cierta falta de tacto y una visión, eso sí, demasiado alicorta.
Además, tengo entendido que San Juan Pablo II (otro monstruo, creen que en lo peor, para los detractores externos e internos de la doctrina católica) ya demandó un informe sobre el citado papel de la mujer hace más de 10 años. Esto se lo oí al Obispo de San Sebastián, Monseñor Munilla, en un programa de Radio María.
Pero, al parecer, de eso nada se sabe o, lo que es peor, se ignora porque no debe convenir lo que dice que es lo mismo, más o menos, que debe decir al respecto, por ejemplo, del sacerdocio de la mujer.
Todo esto, de todas formas, está sirviendo para mucho. Y es que da gusto ver cómo cada uno se está retratando ante la cámara de la espiritualidad católica: unos mostrando que de donde no hay no se puede sacar y otros, para desgracia de la Iglesia católica, que la ambigüedad ha de ser, por fuerza, algo muy malo y, a la corta o larga, muy negativo.
Y, ahora, que cada cual piense lo que quiere.
Eleuterio Fernández Guzmán
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Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa.
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Las cosas están como están y no es por casualidad.
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