La Palabra del Domingo - 15 de mayo de 2016
Jn 14, 15-16.23b-26
“Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre, ‘Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que escucháis no es mía, sino del Padre que me ha enviado. Os he dicho estas cosas estando entre vosotros. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre,os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho.’”
COMENTARIO
Guardar la Palabra de Cristo
En este texto del Evangelio de San Juan, el Hijo de Dios nos muestra un camino que no es otro que el que lleve a Dios mismo. Y lo dice, por cierto, como otras muchas veces lo dijo a lo largo de su vida pública: de forma sencilla y clara, para que se le entienda.
Quienes creyeran que el Maestro, aquel hombre de Nazaret que llevaba unos años predicando por Israel, decía lo que decía porque era cosa exclusivamente suya estaban muy equivocados. Comprender era acabar de entender que Jesús no era sólo Jesús sino que era, ni más ni menos, que Dios mismo.
En esencia estaba diciendo, utilizando el condicional “si” (que dice tanto de lo que se hace y las razones de lo que se hace) que había dos posibilidades: creerlo o no creerlo. Es más, que, junto a eso, iba algo añadido: guardar los mandamientos y no guardarlos.
Dicho así podría parecer poca cosa. Al fin y al cabo, entre creer lo que dice un hombre o no creerlo no puede haber tanta diferencia…
Sin embargo, aquel hombre no era un hombre cualquiera. Y es que había demostrado que el poder de Dios estaba con Él y estaba en Él. Por eso, precisamente por eso, era muy importante que hubiera correspondencia entre lo que se decía creer (en Él) y lo que eso suponía. Es decir, que no se podía decir que se confiaba en Jesucristo y, luego, tener por no dicho lo dicho por Él.
Jesús quería, pues, coherencia en la fe. Y eso llevaba aparejado algo muy importante. Es decir, que guardar los mandamientos de Dios tenía recompensa espiritual.
El amor de Dios ha de darse, como no es nada extraño pensar, a todos pero, en especial, a los que dicen que lo aman y lo demuestran guardando sus mandamientos. Pero no guardándolos en un cajón para que de ahí no salgan sino, al contrario, poniéndolos en práctica.
Entonces, el amor del Padre se iba a verter en los corazones de tales hermanos de Cristo… Es más, iban a hacer, Cristo y Dios, morada en su corazón.
Al contrario: quien no ama a Cristo y no guarda sus mandamientos… no tendrá la recompensa suprema: la vida eterna. Y no es por maldad de Dios ni por falta de atención del Hijo sino por exacta correspondencia entre lo elegido y lo que Dios quiere para cada uno de sus hijos.
Cristo, sin embargo, sabe pronta su marcha a la Casa del Padre. Y, por decirlo así, avisa acerca de que, estando muy bien y siendo muy necesario, lo que les ha dicho, aun será enviado Alguien que les ayudará mucho: el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo-Dios iba a ser enviado por Dios. Es más, lo enviará en nombre de parte del Padre. Y lo hará porque bien sabía Dios que había mucho que aun no había sido entendido y, también, porque había mucho que debía ser descubierto por parte de su descendencia.
Y todo eso por haber guardado sus mandamientos…
PRECES
Por todos aquellos que no quieren guardar los mandamientos de Dios como Dios quiere que se guarden.
Roguemos al Señor.
Por todos aquellos que quieren escuchar las mociones del Espíritu Santo.
Roguemos al Señor.
ORACIÓN
Padre Dios; ayúdanos a guardar tus santos y necesarios Mandamientos.
Gracias, Señor, por poder transmitir esto.
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén
Eleuterio Fernández Guzmán
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Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa.
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Enlace a Libros y otros textos.
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Guardar los Mandamientos de Dios muestra que somos, verdaderamente, inteligentes; otra cosa, que somos necios.
Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.
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