Un amigo de Lolo – La verdad del sufrimiento
Presentación
Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.
Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.
En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.
La verdad del sufrimiento
“El aburrimiento, también, un filo cortante que rasga nuestra carne como un llamamiento o una exigencia, un disco que avisa del peligro de la superficialidad. El dolor, así, como cimiento de una joya. No importa que, al comienzo, sólo palpemos nuestra propia lágrima, el acento de nuestra queja. Pobres los que nunca han llorado, de los que hoy tampoco lloran. La verdad, como los granos, necesita del tiempo para henchirse y germinar. Se siembra en otoño y se cosecha al final de la primavera. Nos cae encima un dolor cualquier hora y el fruto tiene que estirarse en un ciclo de días y de años. Siempre se madura un poco más. Lo importante, con todo, es hacerse de la certeza de que la verdad va naciendo, que ya germina; que cierta fecha, la que figura estampada de rojo en el ciclo de nuestra vida, abriremos esa mano que se crispa hoy para hallar, sorprendidos, en medio la redonda, deslumbrante y majestuosa perla que ha cuajado nuestro propio sufrimiento.” (Las golondrinas nunca saben la hora, p. 220).
Cuando Jesucristo murió en la cruz a muchos aquella forma de dejar el mundo les pareció una locura; a otros, una necedad. Sin embargo, gracias a la entrega de sí que hizo el Hijo de Dios, nosotros, sus hermanos, podemos alcanzar la vida eterna y la salvación es posible para los pecadores hijos del Todopoderoso.
Eso, así dicho, ha de querer decir que el sufrimiento de Jesucristo tenía sentido. Es decir, que había cierto gozo, en el fondo gozo, en aquellos escupitajos, en aquella flagelación, en el camino hacia el Gólgota y, al final, en la sangre vertida una vez fue colgado de aquellos dos maderos.
De todas formas, no podemos negar que sea cierto que el dolor y el sufrimiento no están bien vistos. En primer lugar, a nadie le gusta sufrir por sufrir (eso es masoquismo) pero, en segundo lugar, de tener que sufrir es conveniente aceptar el sufrimiento tratando de comprender, de entender, de saber…
Manuel Lozano Garrido demuestra, en este texto de su libro “Las golondrinas no saben la hora”, que el sufrimiento encierra una verdad muy grande que, de ser descubierta, puede facilitar mucho las cosas a los sufridores que en el mundo hay.
En un principio… el sufrimiento nos hace sufrir. Eso es evidente. Incluso el mismo Lolo trató, siempre, de remediar sus dolores y no permaneció sin hacer nada para sufrir mejor… No. Manuel Lozano Garrido supo y entendió.
Aquí nos dice con toda claridad dónde está en secreto de todo esto: el sufrimiento puede ser considerado como una semilla que debe morir para fructificar. Sin muerte de la misma no puede haber fruto. Eso es ejemplo de la naturaleza y vale también para la vida ordinaria del hermano de Cristo e hijo de Dios.
El caso es que Lolo nos avisa acerca de lo que puede suponer ser superficial al respecto de esto del sufrimiento. Tal actitud no es nada buena porque nos puede llevar a creer que sufrimos sin sentido alguno y olvidar el que tenía el de Cristo.
Por eso debemos reconocer que el sufrimiento nos hace madurar. Y es que no son pocos los casos en los que una persona, poco creyente o algo creyente, crece en la fe gracias, precisamente, a pasar por un mal momento físico o, en fin, estar aquejado de enfermedad más o menos grave.
La verdad, pues, del sufrimiento, es que el mismo puede fructificar, dar fruto. Primero, por ejemplo, porque lo podemos ofrecer por santas intenciones que pueden ser del gusto del Padre Todopoderoso. Pero también porque, como se nos dice aquí, nos puede hacer subir hacia arriba, hacia Dios mismo.
Es más, incluso el sufrimiento puede terminar siendo joya preciada. Y es que por mucho que no se quiera pasar por malos momentos (no sólo físicos sino también espirituales –noches oscuras, por ejemplo-) sabemos que vamos a pasar por ellos. Entonces, justo entonces, es cuando nos viene más que bien saber que del sufrir se puede obtener algo que no habíamos esperado obtener. Eso sí, hace falta fe y creer que es posible lo que, para nosotros los hombres, es imposible.
Eleuterio Fernández Guzmán
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Es bueno saber que el sufrimiento tiene un ser, una razón de ser.
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Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.
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