Un amigo de Lolo – Compensar el sufrimiento con gozo
Presentación
Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.
Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.
En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.
Compensar el sufrimiento con gozo
“Los problemas arañan, laceran, escuecen, entretanto que esperan en el umbral la hora de la asimilación. El corazón que les abre desde el principio la puerta de la intimidad, sentirá instantáneamente el rebullir de la carne que empieza a cicatrizar. La mutilación de ese mundo tan maravilloso que es el de los sentidos, el sabor grato de la vida de relación, el impacto bello de la armonía de la naturaleza, se amortiguan en el planteamiento de una nueva evolución vital, en la que la profundización se reserva la paternidad de los hallazgos más luminosos y consoladores” (El sillón de ruedas, p. 48).
Hay textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, que muestran lo que significa lo que fue a lo largo de su vida. Uno de ellos es el que hemos traído aquí y que forma parte de su primer libro (1961).
A lo largo de la producción literaria del Beato de Linares (Jaén-España) hay algo que es como la huella de un querer propio que todo lo ilumina. Su fe, como bien sabemos, alcanza en vida una verdadera fama de santidad. Y la alcanza por haber sido capaz de comprender lo que sólo aquellos hijos de Dios que muestran una fidelidad grande hacia su Creador son capaces de comprender.
El caso es que Lolo sabía perfectamente que la vida que estaba llevando no estaba puesta ahí porque sí. Es decir, no la había suscitado Dios por capricho o porque le tuviera especial inquina. La verdad es muy otra. Y ha de tener relación con la posibilidad ofrecida al ahora Beato de que aceptara, o no, el sufrimiento que poco a poco fue mutilando su vida física hasta dejarlo ciego.
Pues bien, este texto abunda en lo que supone saber qué se es y, sobre todo, qué se puede mostrar al prójimo para que el prójimo tenga por bueno y mejor determinada forma de ser.
Todo este texto supone una gran aceptación. No es que Manuel Lozano Garrido hiciera como si nada o, por decirlo de otra forma, que sobrenadara el sufrimiento no dándole importancia. No. La verdad es que le daba mucha y era toda la que tiene estar de acuerdo con la voluntad de Dios.
Vemos aquí, como decimos, que todo es aceptar: acepta aquello que le produce dolor, lo que le causa heridas y, en general, todo lo que le acaece. Pero lo acepta sabiendo que su aceptación parte y nace de su corazón de creyente en Dios Todopoderoso. Desde ahí, asimila lo que le pasa, hace que todo supure con facilidad o, al menos, que le sirva para conocer mejor las razones de su existencia y de la vivencia que Dios le tenía reservada desde la eternidad.
Lolo sabe que su sufrimiento le abre una puerta. Y esto, que parece sencillo de decir no debe ser fácil de reconocer. Pero para nuestro Beato, dado su olfato espiritual y su especial sentido del sufrimiento, no parece que esto sea imposible. Es más, para él supone algo nuevo que le abre, por tanto, una puerta nueva hacia Dios. Y, por si eso no fuera ya suficiente, nos delita diciéndonos que en el sufrimiento se encuentra una luz grande que ilumina su vida y, deberíamos creer, la nuestra.
En realidad, esto sólo lo puede escribir quien es consciente de su realidad pero, sobre todo, quien es capaz de aceptarla como beneficio divino. Y esto, se diga lo que se diga, ni es fácil ni es para todo creyente porque sólo Dios sabe a quién tiene reservado un gozo tan grande y una luz tan hermosa.
Eleuterio Fernández Guzmán
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
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2 comentarios
Algunos no podemos. Pedimos su intercesión y rpimero que todo la ayuda de la Santísima Virgen María. EsaMadre que es ternura compacta.
Gracias a toda la gente de esta página,m Amigos de Lolo. Hasta pronto.
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