Un amigo de Lolo – Lo que es el amor
Presentación
Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.
Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.
En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.
Lo que es el amor
“Amor es ver una cara sin rasgos y de pronto oírle la palabra, y es nuestra palabra; mirarle los ojos pardos y son también nuestros ojos; caer en la cicatriz de la barbilla y es también nuestra huella de un absceso.
Amor del tuyo es ése y más; la palabra, los ojos pardos, la cicatriz tienen entonces el eco arameo de tus caminos, tu mirada de berbiquí que derrumbaba a Pedro, a Tomás y a Judas, el desgarrón de Longinos en esos pulmones que trasegaron el aire limpio de la inocencia absoluta y la bondad infinita.“ (Surtidor del alma- Quiero amar el sufrimiento)
En demasiadas ocasiones se tienen el amor por una realidad demasiado idealista. El amor, así, es algo como etéreo, como si no fuera de este mundo. Algo, en fin, que bien pudiera dar la impresión de que no existe o, en todo caso, sólo está al alcance de unos pocos.
Sin embargo, Manuel Lozano Garrido da un paso más hacia el corazón del prójimo y nos propone un amor que tiene todo que ver con lo que es aquel que está cerca de nosotros. El amor, así, se hace palpable y deja de ser algo que es propio de poetas soñadores.
El amor por el prójimo tiene nombre y apellidos. Se concreta en un corazón que pasa por sus malos momentos, tiene algunos que son de gozo y, en fin, anhela alcanzar la vida eterna que es lo mismo que nos pasa a nosotros mismos.
Y es que todo aquel que no es conocido (También quien no lo sea) tiene una vida espiritual que debemos reconocer como importante para nosotros y crucial para el desarrollo de la humanidad. Por eso nadie sobra en el mundo y sean cuales sean sus características personales (raza, religión o las que sean) todo ser humano ha de ser tenido en cuenta. Todos, en suma, somos hijos de Dios y todos, por eso, debemos tener un huequito en el corazón de cada hijo del Padre.
Nuestros ojos, nuestra palabra, nuestra huella. Así quiere darnos a entender el Beato Lolo que los demás son hermanos nuestros. Y cuando nos miramos a nosotros mismos hacemos lo propio con los que están más cerca de nosotros. No podemos, por tanto, despreciar las realidades ajenas porque, en un sentido más que cierto, son las nuestras. Y es que para ellos nosotros también debemos ser importantes, hermanos suyos, hijos de Dios, etc.
Amar es Cristo-Cristo es Amor
Alguien podría sostener que somos muy distintos y que, al fin y al cabo, cada cual es como es. Pero los creyentes católicos sabemos que tenemos un modelo, ¡El modelo por excelencia!, y que en Él debemos mirarnos. Es el Hijo de Dios, Jesucristo, de profesión Maestro y con destino bien trazado hacia la Casa del Padre.
Todo eso, y mucho más, podemos conocer tan sólo con ver la vida de aquel que se entregó por nosotros en el cruzamiento de dos maderos.
Dice San Juan que Dios es Amor. Y eso mismo podemos decir de Cristo. Primero, porque es Dios hecho hombres; en segundo lugar, porque eso mostró a lo largo de su vida: es Amor. Pero es Amor del grande, del que no se para en nada para amar a sus amigos y, también, ¡también!, a sus enemigos.
Cristo es ejemplo de todo lo bueno. Por eso de Él se decía que todo lo había hecho bien; que había sido capaz de hacer cambiar la vida de unos cuantos a los que nombró apóstoles y que, por fin, había acabado perdonando a los que lo estaban matando. Eso era, propiamente, Amor.
Aquellos que, a lo largo de los siglos, hemos sido llamados discípulos de Cristo, lo hemos sido porque hemos gozado en repetir sus acciones amorosas, sus predilecciones por los necesitados y porque hemos querido transmitir que no es imposible seguir al Hijo del Padre hacia su definitivo Reino. Y todo eso impregnado de un Amor intenso y, sobre todo, verdadero.
Eleuterio Fernández Guzmán
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Saber que se sufre, también, con gozo, es conocer mucho.
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Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.
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