La Palabra del Domingo - 21 de junio de 2015
Mc 4, 35-40. ¿Quién es este? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!
“35 Este día, al atardecer, les dice: ‘Pasemos a la otra orilla.’ 36 Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con él. 37 En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca. 38 El estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: ‘Maestro, ¿no te importa que perezcamos?’ 39 El, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: ‘¡Calla, enmudece!’ El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. 40 Y les dijo: ‘¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?’”.
COMENTARIO
Tener verdadera fe y confianza en Dios
Muy conocido es el hecho de que el Evangelio de Marcos es dado a la narración de milagros y otros hechos extraordinarios que, también y por otra parte, son de difícil aceptación para las almas dadas al apego al mundo. En este caso, también vemos como Jesús, a pesar de la falta de fe que parece atenazar a sus discípulos se ve en la obligación de actuar, presto, dominando la naturaleza que se muestra, así, sumisa a sus órdenes, como si no fuera Él quien creó, en la persona de Dios, a esa misma naturaleza…
Sin embargo, lo más importante no es el hecho mismo del dominio de las aguas pues también se ha dicho que el lago donde se produce este hecho es dado a repentinos cambios de viento que pasan, de repente, de forma natural. Esto se dice, seguramente, para quitar importancia a este hecho milagroso. Y digo que esto no es lo más importante ya que, como casi siempre hace Jesús, sus hechos trascienden, es decir, lo que significan va más allá de lo que aparentan, de lo que la realidad misma muestra a los ojos de los que miran.
Aquí, pues, no es lo importante el movimiento de las aguas que el movimiento del corazón que duda, que tiene miedo ante la adversidad, que se deja dominar por lo mundano que le rodea, por lo que sólo ven sus ojos.
Este texto que nos ofrece Marcos encierra una verdad evidente: ante lo incierto, ante las desviaciones que pueden producirse en nuestra vida por las acechanzas del Maligno, en todas sus formas, ¿cómo reaccionamos?
Muchas veces la fe se sustenta por el sutil hilo de nuestro mismo existir, es decir, está directamente relacionada con nuestro acaecer, y eso, querámoslo o no, es bastante triste.
Estos discípulos que acompañan en la barca a Jesús que, tranquilo, duerme, seguro de su poder, siendo Él mismo Dios, mientras que aquellos se atribulan por la tormenta que hace temblar el suelo que los acoge, el agua embravecida, que los impele al horror, les lleva al mismo pánico, al miedo como dice el texto, y a preguntarse si es que a Jesús no le importaba esa situación difícil por la que pasaban, que tan plácidamente dormía…
Puede más lo real que lo espiritual. En caso de que su fe hubiera ido pareja a su mundanidad, nada habrían temido, en la seguridad de que su Maestro, el Maestro, surgiría de ese descanso para, súbitamente, controlar aquella mala realidad. Sin embargo, han de dudar, de aquí la pregunta de Jesús; ¿Por qué estáis con tanto miedo?
Antes de dar solución a esto, volvamos al texto en el que se descubre no poca alusión a nuestra vida.
En nuestra vida, tan ocupada a veces, nos vemos acechados, de formas muy diversas, por el Maligno, y una fuerte borrasca atenaza nuestro corazón, pudiendo hacer, esto, que poco a poco, ese lugar de donde nace lo bueno y lo malo, ese corazón tan humano, llega a llenarse con el agua sucia del pecado (sea, o sean, el que, los que, sea o sean). Ante esto podemos acudir a la invocación a Dios, hacer uso de ese recurso que es la oración para pedir ayuda, auxilio, en esa necesidad que nos puede avocar al desastre espiritual. Hemos de estar seguros de que el Padre siempre acudirá para darnos su mano amorosa, para salvarnos en esa difícil situación. Ante esto no podemos responder con un apego tal a la tierra que nos haga huir de la fe, de ese creer sin haber visto, que tanto bien nos hace tanto a los espíritus creyentes como puede hacer a los que no creen (por desconocimiento o por voluntad propia). Eso supone tener un conocimiento equivocado del potencial que Dios nos da en nuestra particular creación, es desperdiciar unas posibilidades que se van, irremisiblemente, a perder.
Si, por tanto, acudimos a la fe, invocamos, pedimos, demandamos, seguro que seremos escuchados, que seremos respondidos y alcanzaremos el corazón de Dios del que sólo sale lo bueno, lo misericordioso, el perdón.
Así, podrían haber actuado aquellos incipientes pescadores de hombres, pero no lo hicieron y se vieron abocados a acudir, in extremis, a la bondad de Jesús que, como no podía ser de otra forma, acude, presto, en su auxilio, pero planteándoles la terrible pregunta: ¿Cómo no tenéis fe? En esta inquisición, dirigida directamente a su corazón, trata de hacerles comprender lo que debían hacer: confiar, creer, amar, como él amaba, pues confiaba en Dios, creía en su misión y amaba siempre.
Ahora, preguntémonos nosotros que haríamos en ese caso…
PRECES
Por todos aquellos que no confían en Dios.
Roguemos al Señor.
Por todos aquellos que no confían en el poder total de Dios.
Roguemos al Señor.
ORACIÓN
Padre Dios; ayúdanos a confiar en el Padre, a llamarlo y a buscarlo.
Gracias, Señor, por poder transmitir esto.
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.
Eleuterio Fernández Guzmán
MES DE JUNIO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Día 21
1. Oración inicial
Oh Sagrado Corazón de Jesús, que diste forma a la creencia en Dios Todopoderoso; ayúdanos a mantener una fe viva y no alicaída, caliente y no tibia, llena de tu sangre Divina y en permanente confesión de fe. Amén.
2. Cita
Santa Catalina de Siena preguntó al Señor: “Dulce Cordero sin mancha, tú estabas muerto cuando Tu costado fue abierto. ¿Para qué, entonces, permitiste que Tu Corazón fuese de tal forma herido y abierto a la fuerza?“ Y el Señor le respondió que “Por varias razones, de las que te diré la principal. Mis deseos hacia la raza humana eran infinitos y el tiempo actual de sufrimiento y tortura estaban al terminar. Ya que mi amor es infinito, yo no podía por este sufrimiento manifestarte cuanto te amo. Es por eso Yo quise revelarte el secreto de mi“. Santa Catalina de Siena.
3. Reflexión
Cuando aquel que dice creer en Dios acata los mandatos del Creador y se comporta como un hijo que respeta a su Padre, decimos de tal persona que sabe que entre lo que dice que es y lo que es no hay diferencia alguna y tiene, por tanto, unidad de vida aunque no siempre nos comportamos de tal manera y eso viene a ser como clavar una espina, otra, en el Sagrado Corazón del Hijo de Dios pues no debería caber, entre los discípulos de Cristo, actuar de una tal forma que pareciera que no lo amamos.
4. Nos proponemos hoy
-Propongámonos mantener una fe viva de la que pueda decirse, en efecto, que es la propia de los hijos de Dios.
-Propongámonos orar por aquellos hermanos en la fe que no aman la fe que tienen y a la que no respetan como debe respetarse el amor por Dios y su santa voluntad.
5. Oración final
Sagrado Corazón de Jesús, dame las virtudes de tu divino Corazón que brotan al pie de tu Cruz y han sido regadas con tu preciosa sangre
6. Jaculatoria para hoy
Sea amado en todas partes el Sagrado Corazón de Jesús.
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Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa.
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Enlace a Libros y otros textos.
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Confiar en Dios es el seguro más seguro que podemos tener.
Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.
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