Manuel Lozano Garrido, Lolo, según el P. Rafael Higueras, su postulador

Hay personas que tienen relación con otras que, a o largo el tiempo, han demostrado tener una fe arraigada en un corazón de carne. Una de ellas es el sacerdote Rafael Higueras Álamo. Natural de Santisteban del Puerto (Jaén) y ordenado el 29 de junio de 1961 conoció a Lolo cuando fue destinado a Linares (como él mismo dice en la entrevista que aquí traemos) Desde entonces, hasta su muerte y ahora mismo, le unió, al Beato de Jaén, una amistad más profunda. Tal es así que fue designado postulador de la causa de beatificación (bue beatificado el 12 de junio de 2005 en Linares, Jaén) y ahora lo es de la de canonización.

En la siguiente entrevista, realizada por Ana María Medida, de la Diócesis de Málaga, el P. Rafael Higueras, apunta algunos temas importantes con relación a Manuel Lozano Garrido.

 “Mi vida habría sido otra de no haber conocido a Lolo», afirma Rafael Higueras, postulador de la causa de canonización y gran impulsor de la figura de este periodista seglar jienense, el ya beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, que entregó su vida a Dios en un martirio “gota a gota”.

-¿Cuándo veremos a Lolo definitivamente en los altares?

Ya sólo falta el reconocimiento de un milagro para que sea canonizado. Tras la beatificación, en 2010, la asociación de amigos de Lolo dio lugar a una fundación para difundir su vida y su legado y la Federación de Asociaciones de Prensa de España le otorgó el título de periodista. La doctora María Solano realizó la tesis doctoral en periodismo sobre su obra y en estos momentos se está trabajando por erigir en Linares un centro de ética periodística. Su ejemplo para periodistas y seglares rompe los moldes tradicionales.

-Lolo y Málaga están unidos por “Sinaí”

Sinaí (grupos de oración por la prensa) es uno de los frutos de Lolo que aún permanece. Después de que su enfermedad fuera diagnosticada como “sin solución”, viaja a Lourdes. Es el año 1958, y Lolo regresa con su mente ocupada en esta obra apostólica. Todavía hoy, enfermos, religiosos y religiosas de vida contemplativa de toda España rezan por los periodistas cada día. En Antequera, lo hacen las Mínimas del Monasterio de Santa Eufemia, en la calle Belén. Fueron las terceras en responder a la petición. Hoy ya son casi medio centenar de monasterios, veinte de ellos en Andalucía.

-Imposible pensar ahora su vida sin Lolo…

Tengo que agradecer a Dios haber vivido con él sus últimos siete años, su amistad es un tesoro. Tres años después de ser ordenado fui destinado a Linares. Era enero de 1965 y nada más llegar me llevaron a verlo. Ya estaba ciego y me impresionó muchísimo que nunca se quejaba. Cada día le llevábamos la comunión y luego nos encargaba tareas para ayudarle.

-¿Qué puede ofrecer hoy al mundo su testimonio?

¿Qué puede ofrecer hoy el Evangelio? Todos queremos ser felices, alegres… Ahí Lolo nos dice que se puede serlo incluso desde una silla de ruedas. No es algo que el mundo quiera aceptar. Él, pobre y enfermo, ofrece hoy el testimonio de ser feliz a pesar de las contrariedades.

-¿Y su oración?

-Ese es otro tema que merece estudio. Tiene una oración preciosa sobre la Virgen, en la que Cristo desde la cruz nos dice: ‘Os voy a dar un seguro de ternura, os doy a mi madre. ¿Os parece bien?’.”

Es bien cierto que en pocas palabras se puede decir mucho. Cuando el P. Rafael Higueras dice, justo al comenzar esta entrevista, que “Mi vida habría sido otra de no haber conocido a Lolo” hace lo que mejor podría hacer quien ha visto modificado su ser con el conocimiento de una persona. En efecto, la existencia sacerdotal y espiritual de este Sacerdos Dei se vio felizmente afectada cuando le presentaron a quien él mismo se llama “inválido” (de profesión) en uno de sus libros. Sin embargo, aquella persona que, al parecer, no era válida para la vida social (pensemos en esta sociedad hedonista en la que vivimos) lo era para otra vida, la otra vida, la espiritual que es, además, la mejor que tenemos y la única que vamos a tener cuando acabemos con nuestros días en esta tierra.

El P. Rafael Higueras, en esta entrevista, muestra algunos retazos de la vida de Lolo. Su obra denominada “Sinaí” mediante la cual en monasterios (más de 40 hoy día) se pide a diario por los periodistas a modo de grupos de oración por los medios de comunicación,  para que sepan (para que sepamos) llevar a nuestros escritos una visión cristiana de la vida y existencia.

No debió ser fácil para Lolo llevar una existencia como la suya. Tantos años en un sillón de ruedas era, para el común de los mortales, una tortura insoportable. Sin embargo, él supo no sólo soportarlo sino obtener un fruto muy abundante que da testimonio de lo que un hijo de Dios puede hacer si es consciente de lo que eso supone. Incluso en el dolor, sobre todo en el dolor que es donde se puede mostrar cómo tiene uno el corazón y sus aledaños.

El caso es que Manuel Lozano Garrido, según nos dice el P. Rafael Higueras, tiene abierta, de par en par, las puertas de su canonización. A falta del reconocimiento de un milagro sólo es cuestión de tiempo que eso pueda demostrarse. Sin embargo, hay muchos milagros diarios que hace este Beato de Linares y que consisten, sobre todo, en cambiar los corazones y la vida aquellos que se encuentran con quien, sufriendo supo gozar y gozando, mostrar que Dios siempre es bueno y misericordioso con sus hijos y, mejor aún, con sus mejores hijos. Y eso fue lo que le pasó al entrevistado que supo y ha sabido, además, reconocer lo que escribió Lolo en “Cartas con la señal de la cruz”, en concreto entre sus páginas 45 y 46:

“Un día ya distante alzaron sobre un leño verde al fruto más puro y sano de los hombres. Sus venas abiertas eran como ríos de sangre vital y redentora. Cristo no esperó a hacerse viejo para saldar la cuenta de los hombres, sino que puso en la misión toda la entereza de la juventud y la ilusión de un alma joven.

Las oblaciones han de ser así de hermosas, de limpias, de sinceras y de generosas.”

Amén.

Eleuterio Fernández Guzmán

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Hay ovejas que pueden huir del redil según sean los pastores.

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Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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