Las llaves de Pedro – Los carismas en la Iglesia católica
El Papa, obispo de Roma y sucesor de San Pedro, “es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles” (Lumen Gentium, 23)
Audiencia del 1 de octubre de 2014
Los carismas en la Iglesia católica
“Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Desde los inicios el Señor colmó a la Iglesia con los dones de su Espíritu, haciéndola así cada vez más viva y fecunda con los dones del Espíritu Santo. Entre estos dones se destacan algunos que resultan particularmente preciosos para la edificación y el camino de la comunidad cristiana: se trata de los carismas. En esta catequesis queremos preguntarnos: ¿qué es exactamente un carisma? ¿Cómo podemos reconocerlo y acogerlo? Y sobre todo: el hecho de que en la Iglesia exista una diversidad y una multiplicidad de carismas, ¿se debe mirar en sentido positivo, como algo hermoso, o bien como un problema?
En el lenguaje común, cuando se habla de «carisma», se piensa a menudo en un talento, una habilidad natural. Se dice: «Esta persona tiene un carisma especial para enseñar. Es un talento que tiene». Así, ante una persona particularmente brillante y atrayente, se acostumbra decir: «Es una persona carismática». «¿Qué significa?». «No lo sé, pero es carismática». Y decimos así. No sabemos lo que decimos, pero lo decimos: «Es carismática». En la perspectiva cristiana, sin embargo, el carisma es mucho más que una cualidad personal, que una predisposición de la cual se puede estar dotados: el carisma es una gracia, un don concedido por Dios Padre, a través de la acción del Espíritu Santo. Y es un don que se da a alguien no porque sea mejor que los demás o porque se lo haya merecido: es un regalo que Dios le hace para que con la misma gratuidad y el mismo amor lo ponga al servicio de toda la comunidad, para el bien de todos. Hablando de modo un poco humano, se dice así: «Dios da esta cualidad, este carisma a esta persona, pero no para sí, sino para que esté al servicio de toda la comunidad». Hoy, antes de llegar a la plaza me encontré con muchos niños discapacitados en el aula Pablo VI. Eran numerosos y estaban con una asociación que se dedica a la atención de estos niños. ¿Qué es? Esta asociación, estas personas, estos hombres y estas mujeres, tienen el carisma de atender a los niños discapacitados. ¡Esto es un carisma!
Una cosa importante que se debe destacar inmediatamente es el hecho de que uno no puede comprender por sí solo si tiene un carisma, y cuál es. Muchas veces hemos escuchado a personas que dicen: «Yo tengo esta cualidad, yo sé cantar muy bien». Y nadie tiene el valor de decir: «Es mejor que te calles, porque nos atormentas a todos cuando cantas». Nadie puede decir: «Yo tengo este carisma». Es en el seno de la comunidad donde brotan y florecen los dones con los cuales nos colma el Padre; y es en el seno de la comunidad donde se aprende a reconocerlos como un signo de su amor por todos sus hijos. Cada uno de nosotros, entonces, puede preguntarse: «¿Hay algún carisma que el Señor hizo brotar en mí, en la gracia de su Espíritu, y que mis hermanos, en la comunidad cristiana, han reconocido y alentado? ¿Y cómo me comporto respecto a este don: lo vivo con generosidad, poniéndolo al servicio de todos, o lo descuido y termino olvidándome de él? ¿O tal vez se convierte en mí en motivo de orgullo, de modo que siempre me lamento de los demás y pretendo que en la comunidad se hagan las cosas a mi estilo?». Son preguntas que debemos hacernos: si hay un carisma en mí, si este carisma lo reconoce la Iglesia, si estoy contento con este carisma o tengo un poco de celos de los carismas de los demás, si quería o quiero tener ese carisma. El carisma es un don: sólo Dios lo da.
La experiencia más hermosa, sin embargo, es descubrir con cuántos carismas distintos y con cuántos dones de su Espíritu el Padre colma a su Iglesia. Esto no se debe mirar como un motivo de confusión, de malestar: son todos regalos que Dios hace a la comunidad cristiana para que pueda crecer armoniosa, en la fe y en su amor, como un solo cuerpo, el cuerpo de Cristo. El mismo Espíritu que da esta diferencia de carismas, construye la unidad de la Iglesia. Es siempre el mismo Espíritu. Ante esta multiplicidad de carismas, por lo tanto, nuestro corazón debe abrirse a la alegría y debemos pensar: «¡Qué hermosa realidad! Muchos dones diversos, porque todos somos hijos de Dios y todos somos amados de modo único». Atención, entonces, si estos dones se convierten en motivo de envidia, de división, de celos. Como lo recuerda el apóstol Pablo en su Primera Carta a los Corintios, en el capítulo 12, todos los carismas son importantes ante los ojos de Dios y, al mismo tiempo, ninguno es insustituible. Esto quiere decir que en la comunidad cristiana tenemos necesidad unos de otros, y cada don recibido se realiza plenamente cuando se comparte con los hermanos, para el bien de todos. ¡Esta es la Iglesia! Y cuando la Iglesia, en la variedad de sus carismas, se expresa en la comunión, no puede equivocarse: es la belleza y la fuerza del sensus fidei, de ese sentido sobrenatural de la fe, que da el Espíritu Santo a fin de que, juntos, podamos entrar todos en el corazón del Evangelio y aprender a seguir a Jesús en nuestra vida.
Hoy la Iglesia festeja la conmemoración de santa Teresa del Niño Jesús. Esta santa, que murió a los 24 años y amaba mucho a la Iglesia, quería ser misionera, pero quería tener todos los carismas, y decía: «Yo quisiera hacer esto, esto y esto», quería todos los carismas. Y rezando descubrió que su carisma era el amor. Y dijo esta hermosa frase: «En el corazón de la Iglesia yo seré el amor». Y este carisma lo tenemos todos: la capacidad de amar. Pidamos hoy a santa Teresa del Niño Jesús esta capacidad de amar mucho a la Iglesia, de amarla mucho, y aceptar todos los carismas con este amor de hijos de la Iglesia, de nuestra santa madre Iglesia jerárquica.”
Se suele decir, porque es verdad, que el Espíritu Santo sopla donde quiere. Allí donde sopla transforma los corazones y los convierte a la Verdad. Y eso lo puede hacer de muchas formas porque es posible recibir sus inspiraciones, cada cual, según sean sus condiciones particulares.
Por eso existen carismas, diversos, en el seno de la Iglesia católica de los cuales habló el Papa Francisco en la Audiencia del 1 de octubre de 2014.
Que existen diversos carismas no es nada malo pues no supone dispersión de la Palabra Dios. Al contrario es la verdad porque edifican a la comunidad cristiana y dan forma al quehacer diario de la Esposa de Cristo.
Se pregunta el Santo Padre acerca de cómo se pueden reconocer a los carismas y, sobre todo, si es positivo o negativo que existan los mismos.
Y da cumplida respuesta a tales preguntas.
En lo referido a lo primero, a la propia existencia de los carismas, el Papa Francisco sostiene que es una gracia y que, por lo tanto, se trata de un don especial de Dios que, a través de su Espíritu Santo concede a quien tiene por oportuno y según sea su santa voluntad.
El carisma no es, sin embargo, para egoísta acumulación de la persona en quien recaiga. Es decir, no lo puede esconder debajo de algún celemín para gozar de él como si se tratase de un regalo dado por Dios para su goce exclusivo. Es decir, se ha poner al servicio de la comunidad católica como, por ejemplo, indica al respecto de una asociación que tiene el carisma de atender a los niños discapacitados y que hacen de tal menester su forma de vida y existencia.
El carisma es, pues, un don con efecto práctico: es donado por Dios para que se haga efectivo.
A este respecto, y según lo sostenido sobre los carismas por parte del Papa Francisco, hace el Santo Padre las ya clásicas preguntas acerca del tema que trata (ahora los carismas). Se pregunta, por ejemplo, acerca de qué uso le damos a los mismos (de si los ponemos al servicio de los demás o hacemos de ellos motivo de orgullo)
Y al respecto de lo segundo (de si es importante o nocivo que existan diversidad de carismas) el Vicario de Cristo cree que sólo cabe una respuesta que pueda ser válida: es muy importante que existan pues los mismos, no siendo motivo o causa de envidias o fobias, llevan a cabo la voluntad de Dios en su Iglesia, la católica.
Diversidad de carismas, sí; instrumentos del Espíritu Santo para santificar el mundo, también.
Eleuterio Fernández Guzmán
La Editorial Stella Maris convoca el I Premio de Ensayo REVISTA EL PENSADOR.
Las bases son las que siguen:
1.- Editorial Stella Maris convoca el I Premio de Ensayo REVISTA EL PENSADOR, conforme a las presentes bases.
2.- Podrán concurrir al Premio cualesquiera obras inéditas de ensayo, en lengua castellana, cuya temática verse sobre “De Franco a hoy: evolución de España desde 1975 a 2013″ desde el punto de vista social, cultural y/o moral. Esta temática podrá ser abordada en conjunto o desde cualquier aspecto concreto.
3.- Las obras tendrán una extensión mínima de 150 páginas y máxima de 300. La tipografía a utilizar será el Times New Roman, tamaño 12, espaciada a 1,5. Se presentarán dos copias impresas en papel y se adjuntará una copia en formato word.
4.- Los autores, que podrán ser de cualquier nacionalidad, entregarán sus obras firmadas con nombre y apellidos, o con pseudónimo.
En el caso de que la obra venga firmada con nombre y apellidos, es obliga-torio incluir fotocopia del documento oficial de identidad, una hoja con los datos personales (nombre y apellidos, dirección postal, teléfono y email), un currículum vitae detallado del autor, así como un certificado firmado en donde se haga constar que la misma es propiedad del autor, que no tiene derechos cedidos a o comprometidos con terceros y que es inédita.
En el caso de que la obra sea presentada bajo pseudónimo, se incorporará una plica (con el título de la obra y el pseudónimo utilizado), en cuyo interior se incluirá la documentación referida en el párrafo anterior. Las plicas sólo serán abiertas en el caso de que la obra fuera premiada. En caso contrario serán destruidas junto a los originales presentados.
5.- Se admite la presentación de obras colectivas, pero en este caso el premio se repartirá a prorrata entre los autores. Y la documentación exigida en la cláusula anterior regirá por cada uno de ellos.
6.- Las obras presentadas al Premio no podrán ser editadas, reproducidas, cedidas o comprometidas con terceros, hasta el fallo definitivo. El ganador y, en su caso, los accésits ceden, por el mismo acto del fallo y de manera inmediata, los derechos exclusivos y universales de edición durante quince años a favor de Stella Maris.
Ninguna obra presentada al Premio podrá ser retirada del concurso hasta el fallo del Jurado.
7.- El Premio consistirá en:
* 6.000 euros en concepto de anticipos de derechos de autor.
* Publicación de la obra en una de las colecciones de Stella Maris.
* El 7% sobre las ventas, en concepto de derechos de autor.
8.- El Premio puede ser declarado desierto. Asimismo puede otorgarse un Accésit por cada una de las siguientes modalidades: Ciencias Sociales, Cultura y Filosofía.
El premio de cada accésit será un diploma acreditativo. Stella Maris se reservará el derecho de publicación de cada accésit y, en este caso, el otorgamiento de un 7% sobre ventas en concepto de derechos de autor.
9.- El plazo máximo de presentación de obras que opten al Premio comienza el 1 de febrero y finaliza el 29 de diciembre de 2014 a las 24 horas.
Las obras deberán presentarse por correo certificado a la siguiente dirección:
Stella Maris
(PREMIO “REVISTA EL PENSADOR")
c/. Rosario 47-49
08007 Barcelona
10.- El Jurado estará compuesto por cinco profesores universitarios e intelectuales de reconocido prestigio, designados por Stella Maris. La composición del Jurado se hará pública al mismo tiempo que el fallo del Premio.
11.- El premio será fallado el 27 de febrero de 2015 y será publicado al día siguiente, comunicándose directamente además al ganador y accesits. El fallo del jurado será inapelable.
Las obras no premiadas serán automáticamente destruidas y no se devolverán en ningún caso a sus autores. Stella Maris no están obligados a mantener correspondencia con ninguno de los aspirantes al Premio.
12.- La concurrencia al Premio implica la aceptación expresa de las presentes bases de convocatoria.
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Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa.
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Enlace a Libros y otros textos.
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
El Vicario de Cristo pastorea a la grey de Dios porque sabe que es lo que Dios quiera que haga.
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Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.
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