En los altares - San Rafael, Arcángel
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Es bien cierto que escribir sobre un Arcángel no es nada fácil. No tenemos, como es ordinario en los casos comunes de la vida de santos y santas, una biografía de la que servirse para dar a conocer lo que fue de su existencia, de sus sufrimientos y alegrías y, muchas veces, de la muerte que, como mártires, tuvieron.
Eso no sucede en el caso de San Rafael Arcángel sino que nos debemos limitar a lo que de tal santo nos dicen las Sagradas Escrituras y, con mucha atención, a lo que puedan decir textos apócrifos en el entendido de que si no están admitidos como ortodoxos hay que tomarlos en cuenta con cierta cautela.
“Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están siempre presentes y tienen entrada a la Gloria del Señor”.
Este texto de Tobías (12,15) es el referente a partir del cual podemos tratar de conocer la figura de San Rafael, Arcángel y considerarlo, con razón, el primer Ángel Custodio que Dios envío para que cuidara de su custodiado y llevara el bien a toda su piadosa familia. Dijo quien era porque antes de tal momento había habido, en efecto, un antes, que también recoge tal libro del Antiguo Testamento.
Antes se había presentado Rafael sin decir que era un Ángel de los siete que están siempre ante Dios. Lo recoge el libro de Tobías (5, 4-9) tal que así:
“Salió Tobías a buscar un hombre que conociera la ruta y fuera con él a Media. En saliendo, encontró a Rafael, el ángel, parado ante él; pero no sabía que era un ángel de Dios. Díjole, pues: ‘¿De dónde eres, joven?’ Le respondió: ‘De los israelitas, tus hermanos y ando en busca de trabajo.’ Díjole Tobías: ‘¿Conoces la ruta de Media?’ Respondió: ‘Sí; he estado allá muchas veces y conozco al detalle todos los caminos. He ido a Media con frecuencia y he sido huésped de Gabael, nuestro hermano, el que vive en Ragués de Media. Hay dos jornadas de camino entre Ecbátana y Ragués, pues Ragués está en la montaña y Ecbátana en el llano.’ Tobías le dijo: ‘Espérame, joven, que voy a decírselo a mi padre, porque necesito que vengas conmigo; y yo te pagaré tu sueldo.’ El le dijo: ‘Te espero, pero no tardes.’
Fuese Tobías a informar a su padre y le dijo: ‘Ya he encontrado un hombre, que es israelita, hermano nuestro.’ Contestóle Tobit: ‘Llámale, para que yo sepa a qué familia y tribu pertenece, y si es digno de confianza para que te acompañe, hijo.» Salió Tobías, le llamó y le dijo: ‘Joven, mi padre te llama.’
Así comienza el camino que llevó a Rafael (que se hizo llamar Azarías pues sólo al final revela su verdadero nombre y situación en el cielo) y a Tobías hasta un destino fijado en el corazón de Dios. Lo recoge, también, el libro de Tobías (12, 11-21) y sucedió tal que así:
”’Os voy a decir toda la verdad, sin ocultaros nada. Ya os he manifestado que es bueno mantener oculto el secreto del rey y que también es bueno publicar las obras gloriosas de Dios. Cuando tú y Sara hacíais oración, era yo el que presentaba y leía ante la Gloria del Señor el memorial de vuestras peticiones. Y lo mismo hacía cuando enterrabas a los muertos. Cuando te levantabas de la mesa sin tardanza, dejando la comida, para esconder un cadáver, era yo enviado para someterte a prueba. También ahora me ha enviado Dios para curarte a ti y a tú nuera Sarra. Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están siempre presentes y tienen entrada a la Gloria del Señor’.
Se turbaron ambos y cayeron sobre sus rostros, llenos de terror. El les dijo: ‘No temáis. La paz sea con vosotros. Bendecid a Dios por siempre. Si he estado con vosotros no ha sido por pura benevolencia mía hacia vosotros, sino por voluntad de Dios. A él debéis bendecir todos los días, a él debéis cantar. Os ha parecido que yo comía, pero sólo era apariencia. Y ahora bendecid al Señor sobre la tierra y confesad a Dios. Mirad, yo subo al que me ha enviado. Poned por escrito todo cuanto os ha sucedido.’ Y se elevó. Ellos se levantaron pero ya no le vieron más. Alabaron a Dios y entonaron himnos, dándole gracias por aquella gran maravilla de habérseles aparecido un ángel de Dios.”
Rafael cura y sana a los que Dios había encomendado, no obstante su propio nombre está compuesto del hebreo rafa, equivalente a medicina y el, equivalente a Dios o, lo que es lo mismo, que significa “Medicina de Dios” que es lo que fue, exactamente, para aquellos buenos israelitas a los que había sido enviado por el Creador.
Nos podemos dirigir al Arcángel Rafael con la siguiente oración:
Arcángel San Rafael, que dijiste: ‘Bendecid a Dios todos los días y proclamad sus beneficios. Practicad el bien y no tropezaréis en el mal. Buena es la oración con ayuno, y hacer limosna mejor que atesorar oro’, te suplico me acompañes en todos mis caminos y me alcances gracias para seguir tus consejos.
Eleuterio Fernández Guzmán
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