Ni familia ni hogar

El mes pasado, Luis Fernando Pérez publicaba en su histórica bitácora Cor ad Cor loquitur un artículo titulado Sin hijos, sin futuro, en el que trataba la caída de la natalidad en toda Europa y los diversos factores que la han provocado. Tanto el autor en el artículo como muchos perspicaces comentaristas aportan muchas de las claves para entender el fenómeno. Invito a leerlo para ahondar en ello.

El debate al respecto entre el común secularizado gira en torno a preguntas superficiales como “¿quién pagará las pensiones?” (como está pasando con todo, lo hará la caja general del estado) y la temida “invasión de extranjeros” que agita cierto nacionalismo, al que no pareció importar en su momento que España perdiera toda su esencia espiritual cristiana so capa de modernidad.

La realidad es que de todas las personas legalmente residentes en nuestro país y nacidos en el extranjero, a finales del año 2023, 3,5 millones venían de Hispanoamérica (3,7 millones si incluimos Brasil), y 1,9 millones de países europeos (si contamos Rusia y Ucrania, entonces serían 2,2 millones). Es decir, hermanos hispanos y europeos con una cultura de la misma raíz que la nuestra, y con el mismo idioma en el caso de los americanos. Los africanos suponen 1,3 millones, de los cuales casi todos (un millón) proviene de Marruecos, nuestro vecino histórico, con el cual no sólo compartimos una larga lista de eventos conflictivos, sino también una relación secular y contactos a todo nivel. De Extremo Oriente apenas tenemos 400.000 extranjeros. En pocas palabras, la inmensa mayoría de los extranjeros en España (que suponen poco más del 10% de la población, no lo olvidemos) provienen de países con los que nos unen lazos culturales, religiosos y lingüísticos de mayor o menor intensidad, y solo la menor parte de países de religiones o culturas ajenas al ser hispano. El discurso de la “invasión” está importado de otros países europeos con problemas muy diferentes a los nuestros, básicamente porque su modelo colonial tenía poco que ver con la forma en que la monarquía española llevó a un continente entero su religión, cultura y etnia.

Los cristianos tenemos una visión trascendente y, por tanto, las consideraciones meramente crematísticas o demagógicas no deben ocupar el centro de nuestro pensamiento. Dado que las mujeres no son “productoras de personas”, sino madres, la tasa de natalidad como tal no puede ser empleada como una especie de indicador de productividad o de eficiencia de una cadena de producción, como se toma habitualmente en los análisis de datos. No importa “cuántos” niños nacen, puesto que en muchos países con alta natalidad no pocos niños son hijos de madre soltera o abandonados en orfanatos. Importa que existan familias unidas donde los hijos sean acogidos con generosidad, y criados con amor y responsabilidad.

Efectivamente, y es algo que los tradicionalistas no nos cansamos de repetir, las familias son la base de una sociedad orgánica, como está llamada por su propia naturaleza a ser cualquier comunidad humana. Una familia de familias. La base no sólo en el aspecto meramente humano, sino también económico o político: trabajamos, luchamos y nos sacrificamos primariamente por nuestros familiares, sobre todo aquellos que dependen de nosotros (menores de edad, ancianos, enfermos). La célula de la sociedad, como han afirmado muchas veces diversos autores católicos.

No sorprendo a nadie si defiendo que la crisis de la natalidad no es más que un signo de la crisis de la familia. Una consecuencia inevitable, si se quiere, de muchos siglos (sí, he dicho siglos) de desprestigio y minado contra la familia como institución política. Primeramente por parte de autoridades vocacionalmente totalitarias (lo cual incluye por cierto tanto a monarquías absolutas como a democracias liberales, y posteriormente regímenes socialistas), que la veían como un obstáculo para la sujección y lealtad del individuo al estado. Pero desde la revolución sexual y el posmodernismo, como una estructura que impide la autonomía radical del individuo.

En ambos casos tienen razón: Tanto la solidaridad entre los miembros de una familia, sobre todo extendida, frente a una autoridad superior (piénsese en los clásicos clanes gitanos), como la exigencia de servicio y compromiso a la misma de todos sus miembros, obstaculizan tanto la autonomía del poder político supremo como la del individuo aislado.

En lugar de intentar crear una filosofía política que comprenda e integre esas características naturales de la familia, filósofos e ideólogos en Occidente (y por su reflejo en otras partes del mundo) se han dedicado a intentar destruirla, considerándola obstáculo a la que se supone situación ideal. Las leyes de divorcio y repudio, que facilitan cada vez más la ruptura de los matrimonios, y la intervención fanática en la educación e incluso, so capa de protección del menor, de la propia incautación de los hijos, si la formación que les daban sus padres no agrada al poder (visible claramente en países comunistas, pero más solapadamente en los liberales radicales), han sido las herramientas de los estados para debilitar y barrenar a la familia.

Desde el individualismo, por contra, se ha librado la batalla cultural, en la que se presenta invariablemente a la familia como entidad opresiva que impide a sus miembros desarrollar su “autodeterminación” (léase su egoísmo), y coarta sus impulsos y ambiciones. Hemos podido ver como se han generalizado y presentado en literatura y audiovisuales, repetidamente, familias disfuncionales, con padres, esposos, hijos o hermanos abusivos o desequilibrados. La excepción presentada como norma para desprestigiar a la institución en el subconsciente colectivo de forma muy eficaz.

Con estas dos poderosas maquinarias atacando durante décadas y décadas, no es de extrañar que la crisis de la familia sea profunda. España es un buen ejemplo. De la familia extendida de hace apenas un siglo, la mayoría (sobre todo en las áreas urbanas) quedaron reducidas a la llamada “familia nuclear” (padres e hijos) a partir de los años 1980. Y lo que llevamos de siglo XXI es el de las familias rotas, las familias “monoparentales”, las parejas sin hijos, y los que viven solos y estériles (en todos los sentidos) por elección. Las familias con matrimonios indisolubles y más de un hijo, en lugar de ser la norma, se han convertido en la excepción.

Naturalmente, después de llevar cincuenta años dando martillazos a la escultura, los postmodernistas nos exigen ahora que reconozcamos legalmente que los fragmentos rotos por el suelo son lo mismo que la estatua entera, y a quienes defendemos que familia no hay más que una y lo otro son patologías de la misma nos llaman intolerantes. Y critican que no aceptemos que “hay diversos modelos de familias”. Como si ser cojo, manco o ciego fuese “tener un modelo diferente de cuerpo”.

La destrucción de la familia como estructura de compromiso, amor, reproducción, educación, cooperación… incluso unidad económica, produce consecuentemente una caída de la natalidad. Lo extraño sería otra cosa.

Añadamos a la ecuación que otro de los dogmas del posmodernismo es la autonomía sexual radical, y el control (o más bien evitación) de la procreación con todo tipo de herramientas, incluyendo el aborto provocado, para agravar aún más el problema.

Mirar ahora tablas como dato aislado, o pretender que con ayudas monetarias o deducciones (que obviamente, siempre son bienvenidas) se pueda corregir el problema, no hace sino aplicar medidas equivocadas y ahondar en el error, como si dar calmantes para el dolor oncológico fuese a curar el cáncer.

En realidad, los matrimonios que hoy en día tienen varios hijos lo hacen de un modo aún más heroico que sus antepasados, pues una sociedad pensada para que entre el individuo (productor-consumidor) y el estado no medie corporación natural alguna es inhospita para la crianza. Al desprestigiar y erosionar a la familia, se cambia la propia naturaleza de los seres humanos pues, como ya hemos señalado, la sociabilidad es consustancial a las personas, y la familia es la primera y principal sociedad humana.

Aunque se haya conseguido sustituir artificialmente la fecundación (invento nefasto, que jamás debería haber sido legalizado), todavía hace falta un útero, todavía hace falta una madre, todavía hacen falta cuidados, noches de vela, sacrificios, preocupaciones y amor durante muchos años para criar y educar a un ser humano. Y eso, afortunadamente, no se ha logrado hacer exitosamente fuera de la familia.

De hecho, para visualizar mejor el problema, invito a mis lectores a leer ensayos, o incluso novelas costumbristas, escritos hace cincuenta, cien o doscientos años, desde la perspectiva de hoy en día. Veremos en ellos, de un modo muy gráfico y sencillo, como el concepto de familia ha ido deteriorándose hasta el día de hoy. En un siglo ha cambiado y degenerado tanto el concepto como la propia naturaleza de la familia más que en cinco milenios anteriores.

Por último, me gustaría tratar un aspecto relacionado con la decadencia de la familia, y que no suele ser mencionado, pero que para mi tiene importancia fundamental.

Las personas somos hogareñas. Es decir, el ser humano procura hacer “su nido” allí donde se establece. Esa tendencia innata la vemos en el recluso en su celda, el monje en su eremitorio, el marino en su camarote, e incluso el vagabundo bajo el puente, que instintivamente ordenan el espacio o se procuran objetos que hacen su vida más confortable incluso en entornos tan fugaces u hostiles. No sólo queremos un habitáculo que nos proteja de las inclemencias del tiempo, de los intrusos o de la curiosidad ajena, sino rodearnos de comodidad: donde la comida (no es casual que la palabra hogar designase inicialmente al fuego de la casa), el agua, el abrigo, la información, el ocio, estén al alcance de la mano. Un lugar seguro donde podamos ser nosotros mismos. Donde podamos vivir en matrimonio, criar a nuestros hijos o cuidar a nuestros mayores

Del mismo modo que para el individuo el hogar es importante, lo es para la familia. Más aún, hay una relación directa entre la calidad de un hogar y la de la familia que lo habita: la limpieza, el orden, la abundancia, el cuidado, la calidad… todo coopera de un modo insospechado a la felicidad de sus miembros, incluso los más nimios detalles.

Tradicionalmente, el cuidado del hogar quedó reservado a las mujeres de la familia (la madre o la abuela, auxiliada por hijas más mayores y solteras). Dejando de lado las ideologías feministas que, influidas por la lucha de clases marxista, solo ven combates por el poder detrás de cada hecho del pasado (creo que en psicología se llama proyección), el motivo práctico es evidente: en primer lugar las mujeres pasaban la mayoría de su vida adulta embarazadas o lactando. Son condiciones biológicas que apartan de los trabajos pesados y de hecho agradecen la sedentariedad. Por lo mismo, la madre se ocupaba también de la crianza de los hijos más pequeños. Por su parte, el varón, empujado por su constitución más robusta, se adecúa más a trabajos que exijan esfuerzo físico, y se puede permitir desplazamientos más largos. La división de trabajo era obvia: el varón (y sus hijos mayores) se ocupaba de las tareas de fortaleza física y lejanas al hogar, y la mujer de aquellas que estaban dentro o cerca del hogar. Tareas muy pesadas e importantes, pues amén de criar hijos o preparar la comida, había que traer agua, tejer la ropa familiar, cuidar del huerto casero y de los animales de corral.

Hace ya mucho que la tecnología liberó a las amas de casa de muchas tareas pesadas, y el desarrollo del conocimiento les abrió las puertas a los oficios intelectuales, en los que ambos sexos tienen la misma capacidad. En España, a partir de los años de 1970, el mercado laboral se abrió y absorbió a la mayoría de las mujeres. No ya solteras, como antiguamente, sino también casadas y con hijos.

No entraré en el debate sobre la bondad o no de la incorporación masiva de la mujer al mercado laboral, o de como ha repercutido eso (para mal) en los salarios y la capacidad adquisitiva de las familias, en su autonomía financiera, o tantos otros tópicos actuales. Me limitaré a señalar algo obvio: el tiempo y el esfuerzo que se dedica al trabajo asalariado se detrae del hogar. Y los varones, aunque participen más del cuidado del hogar que sus ancestros, no han suplido de media, ni de lejos, la tarea en ese sentido que hacían las mujeres antiguamente.

Y no me refiero únicamente al mero esfuerzo, que ciertamente con la proliferación de electrodomésticos o servicios auxiliares, es más liviano hoy en día de lo que jamás fue: el hogar sigue necesitando manos que lo atiendan y tiempo que se le dedique. Hoy en día vemos familias donde padres e hijos están fuera desde primera hora de la mañana hasta prácticamente la hora de cenar. Donde cuando hay momentos libres se prefiere salir a ocio o restauración (aumentando por cierto el gasto y por tanto la necesidad de ingresos por trabajo, y por tanto el círculo vicioso) por cansancio y falta de ganas de “ponerse a hacer faena en casa”. Familias donde apenas hay comunicación real, y donde el poco tiempo que se pasa juntos o bien se desean evitar conflictos a cualquier precio y no se abordan aspectos importantes de la familia y la educación, o por contra cada miembro participa únicamente en cuanto le interesa o necesita personalmente, dando lugar a discusiones e incomprensión.

Todo ese esfuerzo y tiempo que se le detrae al hogar no es irrelevante: el hogar es un ente en sí mismo, y si no se le cuida, decae. Así vemos como muchos hogares se van convirtiendo en viviendas impersonales, donde la familia apenas pasa tiempo. A veces, meras hosterías donde se va a desayunar y dormir.

Esos “hogares rotos” por falta de cuidados, no son buenos lugares donde desarrollar una vida matrimonial, y por supuesto para criar a unos hijos. Son el complemento frío de las familias rotas, pero menos perceptibles que aquellas, pues su cooperación a la destrucción familiar es más solapada y silenciosa. Con frecuencia, al leer sobre historias antiguas, podemos tener tanta o más nostalgia por aquellos hogares como por aquellas familias.

La sociedad actual occidental se encamina a pasos agigantados a convertirse en un ente sin familia y sin hogar. Un desarticulado conjunto de individuos. Una colmena que no puede sino ser regida de modo totalitario.

No me olvido de Cristo: el matrimonio y la familia que pone Su caridad y Sus enseñanzas en el centro, que á Él se acoge en la oración cotidiana, es robusta y puede superar las dificultades que la convivencia siempre genera, y resistir las peores cruces que la vida quiera enviarle. Es verdadera iglesia doméstica y fuente de evangelización.

El matrimonio cristiano, alimentado por la fe, es el óptimo matrimonio, pero la familia es creación divina encaminada a la perpetuación del género humano perteneciente al orden natural, y por ello accesible a la mera razón humana. Por eso está presente en todas las culturas y en toda la historia. Por eso podemos los cristianos defenderla desde el mero sentido común, y comunicarla a aquellos que no comparten nuestra fe. Es decir, a la mayoría de nuestra sociedad.

Trabajemos y oremos los católicos por las familias, por nuestras familias, y por las de los demás. Insertemos en ellas la semilla del amor fraterno, sabiendo que Dios quiere familias unidas, generosas y felices. No en vano Nuestro Señor empleaba los términos “Padre” y “hermanos” para describir la relación con Dios y entre los creyentes, y tantos apóstoles y Padres de la Iglesia usaron la imagen de la Iglesia como esposa de Cristo.

Dediquemos tiempo y esfuerzo a la familia y al hogar, que no serán objetivamente los mejores del mundo, pero que son los nuestros. Que son por los que merece la pena luchar, no únicamente para darles mejores cosas materiales, sino espirituales y humanas. Compartamos momentos, pensamientos y actividades. Incluso juego. Escuchemos al otro y enseñemos a escuchar. Hablemos (y apaguemos las “pantallitas”- como esta- cuando no sean estrictamente necesarias).

Sembremos familias cristianas y alimentemos los hogares cristianos con dedicación, tiempo y paciencia mutua. Tendremos familias fuertes y sanas, hijos llenos de esperanza y alegría, una comunidad fuerte y sana.

Entonces la natalidad volverá por sí misma.

 

15 comentarios

  
Et tamen tota machina
Comparativa de HOY EN ESPAÑA con los momentos previos a la invasión en el imperio romano (NATALIDAD, vicios y pecados graves):


Muchos autores, empezando por san Agustín, vieron el contraste entre el inicio del cristianismo y la decadencia del imperio romano.
Los apóstoles y sus sucesores, la primera Iglesia cristiana tuvo que convivir y evangelizar con una civilización sumamente debilitada tanto moralmente como intelectualmente. Creo que es bueno comparar nuestra situación con la que vivió la primitiva Iglesia.

Entonces se estaba dando una quiebra radical de la vida moral, la hegemonía de Roma sobre el mundo, cada vez se apoyaba menos en la virtud y se apoyaba más en las armas, abundaba el suicidio, el aborto,
el divorcio, el número reducido de hijos, las malas costumbres.
Curiosamente el cristianismo tuvo que abrirse paso en situaciones muy similares a las nuestras. Tenemos un testimonio de un tal Marcial que elogia a una madre que tuvo tres hijos, y que compuso poesías para elogiar a otra que tuvo cinco hijos, y que fue honrada en los juegos.
El adulterio era frecuente y tolerado, la esposa, cada vez más, hacia su vida. Roma estaba sostenida por el trabajo de los esclavos, las contribuciones de los pueblos sometidos; y no se pensaba más que en
divertirse. El imperio romano decadente ignoraba su estado agonizante y se encontraba siempre de fiesta. En la Roma imperial, los días de fiesta eran más que los días de trabajo. El teatro y el circo estaba
continuamente buscando el sensacionalismo, para poder obtener más audiencia. Exigía cada vez dosis mayores de sexo y de violencia. Conocemos de un testimonio que durante doscientos años estuvo en
cartelera el “Laureolus”, una obra de teatro cuyo protagonista era un asesino ladrón e incendiario, y por autorización del emperador –Domiciano-, se sacaba a una persona de prisión para matarla en directo
en plena obra de teatro. Dicen que cuando un pueblo decae no suele ser consciente de su propia decadencia. De hecho Roma se estaba corrompiendo sin darse cuenta. Ni siquiera cuando vino el saqueo de los visigodos, se dieron cuenta que Roma estaba dormida y embrutecida en su pecado. La caída del imperio les parecía inimaginable. Sin embargo había personas en medio de aquella decadencia que tenían la luz d la fe
para darse cuenta de lo que estaba ocurriendo.

Hay un presbítero que se llamaba Salviano de Marsella, en el año 440 escribía esto:
“Los barbaros son más castos y puros que los romanos, y lo que es más, cosa increíble, han hecho castos a los desvergonzados romanos, que están siendo vencidos, no tanto por los barbaros, sino por sus propios vicios"


Está claro que todas estas situaciones las vivimos hoy día en España, y sin llegar a adentrarnos en el deep hell de las snuff movies o el trafico de niños y pedofilia, trafico de órganos etc.

Desde 2014 se han descuarizado vivos cerca del millón de niños en el seno de sus madres, sin tener en cuenta las pildoras del dia despues y los embriones congelados.

En base a lo anterior, hay que decir que a España le espera un futuro muy muy negro a medio plazo, salvo que se cambiara la política del aborto YA!

La invasión bárbara con los machetazos va a continuar y se va a multiplicar exponencialmente incluso con el PP, VOX o Alvise, que no podrán hacer nada aunque lo pretendan pelagianamente. Primero debería venir una conversión general de la población con un cambio radical de la ley demoníaca del aborto para que se frenara lo que está por llegar.


EL CASO DE EL SALVADOR
Los frutos de paz y seguridad que providencialmente está recogiendo el Salvador hoy día vienen de:

1998 cuando se penalizó el aborto tras más de 20 años despenalizado. En 1997, reformas al Código Penal de 1974 revocaron toda excepción abortiva. Entraron en vigor en 1998 las reformas del codigo penal en 1997, también se reformó el art. 1 de la Constitución de la República (1983) para reconocer la persona humana desde la concepción.
Con todo y con eso el el fin de la extrema violencia bárbara en las calles fue frenada por la Providencia 20 años después de la penalización en 1998.

Por lo que si mutatis mutandis, hoy se penalizara el aborto en España como en 1998 en el salvador, nos quedarían unos cuantos años de dura expiación hasta que pudiéramos ver frutos de paz.

Agárrense fuerte que vienen curvas, y cambios de rasante duros con machetazos por doquier, miedo y okupaciones; vivan en Gracia y recemos por nuestros hijos.
24/09/24 5:09 AM
  
Et tamen tota machina
San Agustín escribe en ciudad de Dios, hacia el año 426

"Lo que más nos importa es que cada uno acreciente sus riquezas, que provean sus diarios despilfarros, que los pueblos aplaudan, no a los servidores de sus intereses, sino a los proveedores de sus placeres. Que no se les mande cosa dura, ni se les prohíba cosa impura, que
abunden las mujeres públicas, que se edifiquen inmensos y suntuosos palacios, y que a donde, a cada uno más le guste, se juegue, se beba, se invite, se gaste. Que reine en todas partes el estrepito de los bailes, húndanse los platos de griterío de lujuriante alegría y d todo género de
placeres bestiales y torpísimos.
Quien no gustare de esa felicidad sea tenido por enemigo público, y que cualquiera que intentare alterarla o suprimirla apártelo la multitud licenciosa, quítelo de en medio de los vivientes; y ténganse por verdaderos dioses los que pusieron al alcance de los pueblos esa felicidad, y una vez alcanzada la han sabido mantener".


Esta es la descripción que hace San Agustín de la ceguera del imperio decadente. Lo mismo que le pasa a la Iglesia actual, que cuando tiene que denunciar los males del mundo, es automáticamente atacada.
Roma quiso, hasta el último momento que siguiera la fiesta, pero la fiesta no podía durar. En los planes de Dios entraba que en el 476 arrasaran los barbaros el imperio decadente.
Nuestro mundo actual, es decadente como el imperio romano, y no nos asustamos por lo que pueda venir; vemos muchos signos actuales de esa decadencia: actualmente hay 50.000.000 (cincuenta millones) de abortos; 956.000.000.000 (novecientos cincuenta y seis mil millones) de dólares es el presupuesto anual en armamentos (esto supone 150 dólares por cada habitante de la tierra); cuando hay muchos países que la renta per cápita es de dos dólares diarios por persona.
Ante esto uno se da cuenta de la situación y ve como occidente se corrompe; que el índice de NATALIDAD no permite una regeneración natural; el índice de divorcios ha crecido de una manera exponencial; los males como la pornografía, la homosexualidad, muchos trastornos psíquicos y muchos males que antes eran desconocidos
24/09/24 5:28 AM
  
Luis Fernando
La generación de adolescentes y jóvenes que tenemos entre nosotros es en su aplastante mayoría atea/agnóstica o católica no practicante. Es IMPOSIBLE que de esa realidad salgan familias estables y con muchos hijos. El desastre social hacia el que nos dirigimos es imparable.
Haría falta una evangelización radical que produjera un gran cambio. Pero la iglesia sinodal no tiene ni repajolera idea de cómo se hace eso. De hecho, no quiere hacerlo, porque para ello tendría que empezar diciendo aquello de "arrepentíos, porque ha llegado el reino de los cielos". Y antes se cortan las venas que hablar de arrepentimiento.

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LA

Pues habrá que hacerlo sin ellos.
A fin de.cuentas, para evangelizar lo único imprescindible es la fe, y el único auxilio necesario es la gracia del Espíritu Santo.
24/09/24 8:52 AM
  
Juan Mariner
El sectarismo de la sociedad española hace que, hoy por hoy, sea imposible revertir el reemplazo generacional. RIP. Esperemos que nuevas generaciones ( no las del PP) cambien la situación de sectarismo que tan bien le va al sistema.

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LA

No nos limitemos a esperar. Cooperemos activamente a ello en la medida de nuestras posibilidades.
24/09/24 9:19 AM
  
Masivo
Pues yo cada vez veo más neocatecumenales con 7 hijos o más. Incluso de segunda generación.

Inmigrantes con tanta descendencia en España no he visto.
24/09/24 11:13 AM
  
Guillermo PF
En efecto, ni la secularización ni la apostasía son las culpables únicas, ni ya casi significativas apenas, de la caída demográfica. Los europeos no conocen, si es que los han escuchado nunca, el significado de esos términos. Ya no son ni apóstatas, son meros paganos sin inquietud espiritual ni culpa alguna. No quieren tener hijos simplemente por egoísmo, y más aún, por nihilismo: "yo no he pedido venir a este mundo que me habéis dejado, a mí no me vengáis exigiendo que colabore a ¿rescatarlo? con mi fecundidad. A dejárselo, a mi vez, a otros inocentes".

Las civilizaciones se acaban. Todas. Siempre. Unas, porque su modelo económico colapsó. Otras, porque su debilidad política colapsó. La nuestra, probablemente, porque su concepto demográfico colapsará, porque la idea es esa: "yo no quiero complicarme esta vida que no he pedido, mucho menos se la voy a endosar a otro; así que yo, por descarte, Carpe Diem".
24/09/24 12:09 PM
  
Alberto GT
Tengo una puntualizacion y una propuesta.

1. Las mujeres nunca han sido amas de casa generalizadamente, al menos antes del siglo XIX. Entre otras cosas, porque no podían permitírselo las familias. Es la prosperidad capitalista la que hizo posible que aumentase exponencialmente el número de amas de casa. En la taberna la esposa se encargaba de cocinar mientras el marido atendía en la barra, siempre ha habido costureras y algunos trabajos, como partera, eran exclusivamente femeninos.
2. ¿No sería mejor separar sl Estado del matrimonio? Es decir, ¿no sería mejor para todos abolir el matrimonio civil y que el matrimonio canónico sea indiferente sl Estado? ¿Que los testamentos, bienes gananciales, vivienda común, etc los puedan hacer fos personas cualesquiera y que el Estado no reconozca ningún tipo de matrimonio? El matrimonio siempre ha sido un contrato privado, y ya que cada vez sus efectos legales son menores (las parejas de hecho tienen casi los mismos derechos y el adulterio es indiferente al Estado), lo mejor sería hacer campaña porque el Estado se aparte del matrimonio.

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LA

Basta leer las fuentes para comprobar que desde el neolítico las tareas del hogar han quedado fundamentalmente confiadas a las mujeres.
Los oficios asalariados de las mujeres estaban relacionados precisamente con sus tareas domésticas (costureras, limpiadoras, amas de cría, verduleras, parteras, etcétera), y los abandonaban generalmente cuando comenzaban a procrear, hasta que biológicamente eran incapaces. En ese momento, sólo las que carecían de bienes volvían a emplearse.

El matrimonio al que yo me refiero en el artículo es el natural. Que es el que interesa a los cristianos. Que los estados lo reconocieran por su beneficio social es una ventaja colateral, pero no fundamental para su papel como institución.
El nombre "matrimonio civil" en sí representa poco para lo que es el matrimonio en una comunidad humana.

he escrito varios artículos sobre el matrimonio en esta misma bitácora, donde podrá ver explicado en extensión mi resumen sobre las características del matrimonio: https://infocatolica.com/blog/admin.php?blog=51&ctrl=items&show_past=1&show_future=1&cat=628

Un saludo.
24/09/24 2:57 PM
  
Jacobo.
Absolutamente de acuerdo con que la crisis de natalidad es consecuencia directa del descreímiento y ateismo/nihilismo imperante en Europa. Modelo de familia es la Sagrada familia, en ella nos debemos mirar e inspirar excepto en la sexualidad enfocada a la procreación mientras podamos y siempre como complemento necesario para el amor conyugal. Una excepción concedida por el mismo Cristo a la Iglesia, a través del Sacramento del Matrimonio. Algo, por otra parte, de sentido común y necesario.

Siento disentir con personas tan espirituales y brillantes en este otro punto: La inmigración ilegal es una lacra para toda sociedad. España es un país muy pequeño comparándolo con USA. Y todos esos inmigrantes ilegales tienen que vivir de algo y no tienen papeles. Dos más dos son cuatro.

Vayan ustedes dos y explíquenles a los Canarios las diminutas cifras porcentuales de inmigrantes ilegales que han llegado a su archipiélago y hagan un clinic con los del Hierro. No me cabe duda alguna de que lo aceptarán de buen grado y les aplaudirán por su discurso buenista.


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LA

Las cifras sobre inmigración que he puesto son las reales, nos guste o no, y las conclusiones que de ellas saco se deberán debatir a propósito de sus premisas, no cambiando a otro tema.

La inmigración ilegal, como su nombre indica, es un delito. Y como todo delito, la ley y sus agentes deben ocuparse de su prevención y represión.
Aquellos que hacen demagogia con los delitos, sea en un sentido u otro, equivocan el tiro.

A pesar de lo que algunas declaraciones de elevados prelados puedan dar a entender, la posición oficial de la Iglesia es la del respeto a lo que las leyes sobre migración marquen los estados que la reciben. Únicamente se pone como condición que, como personas que son, sean tratadas con toda la dignidad y respeto posible, y que por haber entrado ilegalmente no se les prive de sus derechos. es decir, como a cualquier otro delincuente se haría.

Para poner el problema en su contexto, no obstante, habría que conocer cuáles son las cifras reales de esa inmigración ilegal: en los últimos diez años han entrado ilegalmente en España unas 361.000 personas.

https://es.statista.com/estadisticas/1039916/inmigrantes-irregulares-llegados-a-espana/

Sobre un total de extranjeros que supera los 4,2 millones, suponen menos del 9% del total de extranjeros.

La media de expulsiones o devoluciones de esos inmigrantes ilegales suponían por año aproximadamente 11.000 anuales hasta 2020, y unas 3.500 por año desde entonces. Eso hace un total de 72.000 en el mismo periodo.

https://es.statista.com/estadisticas/1097390/devoluciones-y-expulsiones-de-inmigrantes-irregulares-ejecutadas-en-espana/

Añadamos que otros tantos, o probablemente más, son inmigrantes en tránsito, es decir, que usan España como lugar de paso para llegar a otro país europeo.

Es decir, que los 361.000, probablemente 150.000 no permanecen, por diversos motivos. Eso hace un total de 200.000 inmigrantes ilegales en diez años ¿es eso una "invasión" en un país con 4,2 millones de inmigrantes legales?

En cuanto a la saturación y mala gestión de los servicios de atención urgente a los inmigrantes ilegales en Canarias, son enteramente responsabilidad de las autoridades, que tienen que poner los medios para solventar eso, máxime cuando es un asunto conocido y no nuevo, de modo no distinto a la responsabilidad que tienen si hay una plaga de carteristas en la zona turística de una ciudad.

Un saludo
24/09/24 4:05 PM
  
Masivo
Realmente, las familias numerosas surgen con la agricultura, como dice D.Luis, en el neolítico. Pero eso, en relación al tiempo en que existe la humanidad, es anteayer. La natalidad y el crecimiento de población en las sociedades de cazadores-recolectores (el 90% del tiempo en que ha habido humanos, decenas de miles de años) era bastante baja por la escasez de recursos, nomadismo, mortalidad infantil del copón, etc. Para toda Europa, antes de la agricultura, se han estimado cifras de población que cabrían en una ciudad mediana actual. Y no nos extinguimos, aunque en ocasiones es verdad que poco faltó.

Lo que es una anomalía en nuestra especie es lo de los últimos milenios.
24/09/24 6:44 PM
  
Jacobo.
Gracias por su pronta respuesta L.A.

Como todos sabemos la responsabilidad sobre esos inmigrantes ilegales recae sobre el gobierno/desgobierno de la nación y los gobiernos autónomos y locales de las diferentes taifas que constituye la España actual.

Pero el hecho concreto e incontrovertible es que esos inmigrantes ilegales ya están y están paseando por las bellas Islas Canarias, cuya mayor fuente de ingresos es el tirismo, así que si han cometido un delito, para mí sí, por supuesto, no se encuentran confinados preventivamente. ¿En serio cree Vd. que serán juzgados como delincuentes y regresados a su país de origen? Es Vd. demasiado inteligente para creer eso. Ya le digo yo lo que va a pasar y que Vd. sabe perfectamente: Les van a soltar a todos sin papeles y sin tan siquiera conocer la lengua española. Ha pasado antes y volverá a pasar ahora.

Por otro lado las estadísticas y porcentajes son indicadores, sí, pero se lo explique; si le parece oportuno, a los que conviven con los problemas que generan estos inmigrantes ilegales: Islas Canarias y en concreto El Hierro. Los números son muy fríos, por no acometer contra Vd. me gustaría decirle a nuestro Papa que la dignidad de estas personas, que no está en duda y la Caridad con ellas la puede practicar Él mismo acogiéndoles en los apartamentos de Santa Marta o en los palacios vaticanos, ya puestos. Y es que la demagogia, los toros desde la barrera, es muy fácil practicarla cuando el problema no te atañe a ti.

Por último el no aplicar esas leyes que están, pero no se cumplen, las que Vd. ha citado; provocan un efecto llamada. A Canarias sólo ha llegado la punta del Iceberg. La invasión va a ser catatrófica para los canarios y luego para toda España, cuando los vayan trasladando a las diferentes taifas. Lo verá Vd. y lo veré yo, D.M., cierto es que no tenemos responsabilidad por el delito de ellos, pero escribir sobre las bondades porcentuales de un delito legislado no creo, es más sé, que es una de las mejores maneras de blanquear dicho delito.

Un saludo.
24/09/24 7:54 PM
  
Masivo
Entrar ilegalmente en España no está tipificado como delito en el Código Penal. Puede ser, en su caso, una mera infracción administrativa. En consecuencia, el inmigrante ilegal, por esa sola condición, no es ningún delincuente.


Esta diferencia es importante porque mucha gente cree que es un delito y no entiende que no se condene a los inmigrantes. Aunque es fácil de comprobar leyendo el CP.

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LA

Efectivamente, en sí la entrada ilegal irregular en territorio español es una infracción, pero algunos de los métodos empleados para entrar sí son constitutivos de delito. Así que dependerá del inmigrante ilegal.

https://noticias.juridicas.com/conocimiento/articulos-doctrinales/13782-tipicidad-penal-de-las-distintas-conductas-de-inmigracion-ilegal/
26/09/24 4:07 PM
  
Alberto GT
También ha habido históricamente curanderas. Y las verduleras o vendedoras poco tenian de domésticas.

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LA

Las curanderas no necesitaban alejarse de su hogar para aprender su oficio, que pasaba de madres a hijas (como el de partera).
En cuanto a las vendedoras, si se fija la mayoría vendían productos elaborados en el hogar, como comida, tejidos, cestería, etcétera. No había mujeres que vendieran muebles, o herramientas de metal.

Un saludo.
26/09/24 6:41 PM
  
Juan Mariner
De todas maneras ya hay que salir a convertir al emigrante, no cometamos más errores. Nuestro "mundo" se derrumba y hay que crear otro nuevo sin el colaboracionismo traicionero jerárquico.
27/09/24 10:36 AM
  
Jacobo.
La infracción es el género de lo llícito. El delito es una especie de dicho género.
Permitir saltarse las leyes adrede es el principio de la anarquía. Y aunque muchísimos lo hayan olvidado algunos todavía sabemos adónde condujo eso.

Un saludo.
28/09/24 10:51 AM
  
Masivo
En los delitos relativos a la inmigración ilegal el sujeto activo es normalmente el que facilita o se beneficia ilícitamente de hacer pasar a alguien por la frontera, de su trabajo, etc, no el propio inmigrante.

El propio artículo de NJ hace mención al uso del documento falso, pero esa es una conducta típica en sí misma, independientemente de que su finalidad sea la inmigración u otra.

Otro supuesto sería quebrantar una sentencia judicial de prohibición de retorno. Pero, de nuevo, eso es una conducta típica, el quebrantamiento de condena, que no es específica de la inmigración ilegal.

Si yo voy a 150 por autovía cometo una infracción administrativa, pero sólo seré un delincuente si lo hago con un permiso de conducir falso, por ejemplo.

No creo que esté bien calificar sistemáticamente a los inmigrantes ilegales como "cualquier otro delincuente". La mayoría no lo son. Delincuente es aquél que ha sido condenado por un delito. Es más, muchos de ellos son víctimas de otras conductas típicas, como la trata o la imposición de condiciones laborales ilegales.

El sacerdote católico de origen nigeriano Kenneth Chukwuca Iloabuch llegó en su día en patera a España. No cometió ningún delito al hacerlo, y aquí sigue en su parroquia.
28/09/24 3:17 PM

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