Don Joan y Sedecías

1. Introducción

Hace un par de semanas tuvo lugar una pequeña polémica en la red a propósito de un artículo del padre Joan Carreras, en su bitácora “Nupcias de Dios”, cuyo título es “La vida y el derecho a la vida son verdades relativas”, del día 28 de septiembre de 2014. Para que no quedase duda de la orientación del mismo, se ilustraba con una fotografía del ministro de interior, Jorge Fernández Díaz, católico practicante conocido, y el siguiente pie de foto: “Defendamos la libertad política ante los ataques del fundamentalismo católico”. Toda una declaración de intenciones. En Infocatólica también ha sido tratado el tema, incluyendo el director aquí y aquí.

La tesis de don Joan es la siguiente:

Sólo existe una verdad católica absoluta: “tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo unigénito para que todo el que crea en Él no muera, sino que tenga vida eterna” (Jn 3, 16). Esta maravillosa noticia, que recibe el nombre de Evangelio, es la única verdad absoluta, que el católico debe defender en toda circunstancia. Las demás verdades –incluida la vida y el derecho a la vida– son relativas.”

2. Verdades relativas y Verdad Absoluta

Es categórico afirmar que la única verdad absoluta es la Encarnación, máxime cuando la Iglesia presenta una serie de dogmas (por ejemplo los relativos a la cristología o la Trinidad) también considerados verdades absolutas. No obstante, tiene razón don Joan cuando afirma que el derecho a la vida es una “verdad relativa”. En realidad, sería más exacto decir que la vida terrena tiene menos valor que la vida ultraterrena- que para eso es eterna, mientras aquella es temporal-, por tanto, vale la pena decir que aquellos que prefieren morir a apostatar, o hacer algún acto que acarree condena eterna obran, no sólo con más rectitud, sino con más astucia. Por ello los mártires no son criticados por la Iglesia como no defensores del derecho a la vida, sino ensalzados como testigos de Cristo y tenidos por seguramente en presencia de Dios (son aquellos que “lavaron sus vestiduras con la sangre del Cordero” y se hallan frente al Trono de Dios, según el Apocalipsis de san Juan).

Toda verdad relativa lo es con respecto a algo. Don Joan lo explica muy bien (negritas mías): “Si el Verbo encarnado es el fundamento de todo, eso significa que todo es relativo a Él”. Por tanto, todo, la vida, la propiedad, la familia, las costumbres, se sujetan a los mandamientos de Cristo. El padre Carreras añade que “El cristiano que contemplase la realidad con mirada neutra, desvinculada de la Verdad absoluta de la Encarnación del Verbo, estaría falseando la realidad”, y que la vida no es en sí mismo sagrada, sino una realidad biológica:

no es realista porque no contempla al hombre desde la verdad del Evangelio, sino que lo considera únicamente como un ser dotado de una vida biológica que no se sabe por qué motivos religiosos debería ser siempre y en todas las circunstancias defendida, como si de una realidad sagrada se tratase”.

Aquel cristiano que desvinculase el derecho a la vida de la realidad del Verbo encarnadodejaría de estar fundado en la verdad para apoyarse en una ideología”.

3. Ideología y Sacralidad

Una ideología, en sentido lato, sería un conjunto de ideas que articulan y justifican un sistema de convicciones. Dichas ideas se toman de la realidad pero pretenden justificarla y, consiguientemente, modificarla. Como las ideologías liberales únicamente se basan en la razón humana, y esta es limitada para comprender la realidad, todas las ideologías terminan por girar en torno a ideas abstractas.

Así lo explica el padre Carreras (negritas mías):

Unos invocan el derecho natural y lo presentan como las exigencias de la dignidad humana que todos deberían respetar; otros señalan que no hay ninguna verdad que se pueda imponer al hombre desde fuera, de modo que el único bien indiscutible es la libertad y el consenso político. Entre estos y aquellos no cabe diálogo alguno. Es un choque de ideologías.”

Manifiesto mi coincidencia con don Joan en un punto: una defensa de la sacralidad de la vida que no llevase implícitamente asociada la sacralidad del autor de la vida, esto es Dios, queda coja o debilitada. Es por ello que los movimientos pro-vida que niegan toda confesionalidad, quedan heridos por su propia contingencia. Ante la colisión de derechos, si no admitimos una moral objetiva proveniente del Creador de todas las cosas (que ha dispuesto al hombre como criatura escogida, asiento del alma, merecedor de la muerte redentora de su Hijo), entonces el valor de la vida sobre el de la libertad de la madre para deshacerse de su hijo no nato si lo considera conveniente es cuestión de simples puntos de vista razonables y abstractos. Es decir, una ideología frente a otra.

Probablemente, la enseñanza más profunda que he recibido en mi trayectoria de lucha contra el aborto es precisamente que esta remite siempre y en todos los casos a una lucha superior: la defensa del orden natural, el cual directamente acaba por conducir a la defensa del orden divino.

Es decir, precisamente lo que don Joan afirma categóricamente: que el derecho a la vida es una verdad relativa a otra superior, el derecho de Dios, señor de la Vida. Para mayor claridad, hace muchas décadas que ninguna ideología liberal pretende defender el orden natural (el cual en todo caso acabaría remitiendo, como ya he dicho, al orden divino). Por tanto, la defensa del orden natural que enseña la superioridad del derecho a la vida sobre cualquier otro derecho terrenal, persiste y conduce indefectiblemente a la defensa del orden divino, es decir, de los mandamientos del Verbo Encarnado que tan bien explica el padre Carreras, que no se priva incluso de criticar a los católicos que no ven esto claro:

resulta penoso que los católicos no sepan contemplar la realidad -que es común a todos los ciudadanos y que ellos deben iluminar con la luz de la fe- y pongan por encima de la Verdad absoluta de la Encarnación del Verbo -el criterio seguro de realidad- otras verdades que pasan a convertirse en absolutos ideológicos: los primeros, poniendo la vida como el primer y más fundamental de los derechos del hombres; los segundos, al cifrar en la libertad el único valor absoluto.”

4. Libertad de conciencia y derecho a la vida

Lo sorprendente es que, una vez planteado de modo tan correcto la cuestión, don Joan extraiga las conclusiones equivocadas. Afirma:

Puestos a elegir, si tuviéramos que hacerlo, prefiero una sociedad en la que exista un respeto absoluto de la libertad -aunque se lesione el derecho a la vida de algunos de sus componentes- a una sociedad en la que existe un respeto absoluto a la vida de todas las personas pero en la que no existe la libertad religiosa”.

Esto es una perversión completa del principio auténtico de libertad, que en su sentido teológico recoge la capacidad del hombre (asistido por la Gracia) de obrar rectamente, como así afirma el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) en su punto 1731, en el que la distingue claramente entre el libre albedrío, que es la mera capacidad del hombre (en tanto ser racional) de elegir entre actos morales, esto es, buenos o malos, de la cual no disponen los animales:

“La libertad es el poder, radicado en la razón y en la voluntad, de obrar o de no obrar, de hacer esto o aquello, de ejecutar así por sí mismo acciones deliberadas. Por el libre arbitrio cada uno dispone de sí mismo. La libertad es en el hombre una fuerza de crecimiento y de maduración en la verdad y la bondad. La libertad alcanza su perfección cuando está ordenada a Dios, nuestra bienaventuranza.”

Y aún lo especifica más en el punto 1733:

“En la medida en que el hombre hace más el bien, se va haciendo también más libre. No hay verdadera libertad sino en el servicio del bien y de la justicia. La elección de la desobediencia y del mal es un abuso de la libertad y conduce a la esclavitud del pecado”.

Si el magisterio católico explica que el uso de la libertad para hacer el bien acerca a Dios, y su uso para hacer el mal aleja de Dios, es obvio concluir que la libertad en si misma no puede ser un valor absoluto, puesto que depende de su uso, que sólo es virtuoso si nos acerca a Dios, esto es, si obramos bien.

¿Y que dice la enseñanza católica con respecto a la vida humana? Veamos el CIC en su punto 2258, basado en la Instrucción pastoral Donum vitae:

La vida humana ha de ser tenida como sagrada, porque desde su inicio es fruto de la acción creadora de Dios y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin. Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término; nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente”.

El magisterio católico explica claramente que la vida es sagrada, y que, de hecho, jamás está justificado arrebatar la vida a un inocente. La enseñanza de la Iglesia es categórica en ese sentido.

Es fácil ver la diferencia de calificación que ambos principios reciben por parte de la enseñanza del magisterio: mientras la libertad es buena únicamente si acerca a Dios, la vida es siempre sagrada, y la eliminación querida de un inocente, siempre un mal.

Es decir, tras reconocer, acertadamente, que la vida es relativa con respecto a Dios, y sin reconocer que la libertad también es relativa con respecto a Dios, el padre Carreras establece una falsa disyuntiva entre vida y libertad, para acabar escogiendo, contra la enseñanza del magisterio, la libertad como valor superior (me atrevería a decir que en un sentido cuasi-absolutizador, en contradicción con su propia introducción sobre el valor relativo del derecho a la vida) con respecto a la vida, y más aún la vida del inocente arrebatada injustamente.

5. Justificación del católico en estructuras de pecado

Lo más triste de todo es comprobar como al final del artículo, en consonancia con la fotografía del inicio, se descubre que toda la teorización sobre la relatividad de ciertas verdades, con una conclusión errónea, únicamente está al servicio de la justificación de cierto ministro católico que forma parte de un gobierno cuya política es abiertamente anticatólica, beneficiándose de las sinecuras del poder sin apartarse del gabinete cuando este ha decidido no aplicar una reforma (escasamente) limitativa a la ley del aborto libre del gobierno anterior (negritas mías):

Estamos en estos días presenciando ataques fundamentalistas contra los católicos que ejercitan su libertad política en conciencia. Otros católicos les dicen qué es lo que tienen que votar o qué no tienen que votar. O les exigen que dimitan de sus cargos y abandonen la dirección o la militancia en aquellos partidos mayoritarios que han renunciado a defender la vida inocente desde el primer instante de la concepción hasta la muerte natural. Estos ataques - como el que está sufriendo el ministro del Interior Jorge Fernández desde hace semanas (5)- no resiste el mínimo análisis teológico desde la doctrina del Concilio Vaticano II. Sin la libertad no cabe la evangelización, porque las ideologías ocuparán el lugar de las conciencias y dictarán qué es el bien común.”

Apela aquí el padre Carreras a la libertad de conciencia del ministro para seguir formando parte de un gabinete notoriamente anticristiano en su legislación, haciéndose cómplice de todas sus disposiciones, y formando parte de un partido político que acepta la inspiración filosófica antitea del pensamiento modernista que ha inspirado aquella legislación (no sólo en el caso del aborto libre).

6. El magisterio de la Iglesia y la libertad de conciencia

Olvida don Joan que en el CIC, cuando se trata la libertad de conciencia (puntos 1776-1794), se implementan disposiciones análogas a los límites de la libertad que antes tratábamos:

“En lo más profundo de su conciencia el hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, llamándole siempre a amar y a hacer el bien y a evitar el mal” (CIC 1776),

“Juzga también las opciones concretas aprobando las que son buenas y denunciando las que son malas” (CIC 1777),

“En todo lo que dice y hace, el hombre está obligado a seguir fielmente lo que sabe que es justo y recto” (CIC 1778),

“Hay que formar la conciencia, y esclarecer el juicio moral. Una conciencia bien formada es recta y veraz. Formula sus juicios según la razón, conforme al bien verdadero querido por la sabiduría del Creador.” (CIC 1783),

“Ante la necesidad de decidir moralmente, la conciencia puede formular un juicio recto de acuerdo con la razón y con la ley divina, o al contrario un juicio erróneo que se aleja de ellas.” (CIC 1786),

“En todos los casos son aplicables algunas reglas: Nunca está permitido hacer el mal para obtener un bien. La “regla de oro”: “Todo […] cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros” (Mt 7,12; cf Lc 6, 31; Tb 4, 15). La caridad debe actuar siempre con respeto hacia el prójimo y hacia su conciencia: “Pecando así contra vuestros hermanos, hiriendo su conciencia…, pecáis contra Cristo” (1 Co 8,12). “Lo bueno es […] no hacer cosa que sea para tu hermano ocasión de caída, tropiezo o debilidad” (Rm 14, 21).” (CIC 1789).

¿Cree sinceramente el padre Carreras que Fernández Díaz ha cumplido todas esas condiciones que la Iglesia enseña para obrar en libertad de conciencia? Sobre la ignorancia de la conciencia añade algo más el CIC en su punto 1791:

“esta ignorancia puede con frecuencia ser imputada a la responsabilidad personal. Así sucede “cuando el hombre no se preocupa de buscar la verdad y el bien y, poco a poco, por el hábito del pecado, la conciencia se queda casi ciega”.

Con respecto a quien así actúa, añade el magisterio en este punto una imprecación medicinal:

“En estos casos, la persona es culpable del mal que comete”.

7. Reflexiones finales

¿Está en conciencia convencido don Joan de que ha obrado correctamente con su argumentación en este artículo, ayudando a Jorge Fernández y otros muchos con cargos de menor responsabilidad en ese gobierno y ese partido a formar su conciencia en política de acuerdo a las enseñanzas de la Iglesia? ¿O más bien puede estar sirviendo su razonamiento como justificación de una persistencia en el mal?

En su artículo, don Joan añade lo siguiente (negritas mías):

“Hay muchos católicos que se sienten “huérfanos políticos” porque entienden que el PP ya no es aquel partido católico en que ellos habían confiado. Ahora se retiran de sus filas y no contentos con eso animan a otros a que hagan lo mismo. Si sólo se tratase de un “animar” propositivo, estaríamos todavía en el ámbito del respeto de la libertad. Pero desde el momento en que se pretende repercutir en la conciencia de las personas, esa presión fundamentalista es intolerable y hace un flaco servicio a la evangelización.”

Lo que no comprende don Joan es que aquí no estamos hablando de evangelización, por la sencilla razón de que la militancia en política de un católico no tiene como primer fin la evangelización (que puede ser un efecto secundario bueno y hasta deseable), sino el servicio al Bien Común. Como es obvio que la política del gobierno actual no sirve al Bien Común (pues ya hemos visto en el CIC que el derecho a la vida es un derecho primordial), no es lícito permanecer en el gobierno que la promueve ni en el partido que lo sostiene. Y quien esta verdad de teología moral hace pública, no limita ninguna libertad, sino que defiende la Verdad.

Esa confusión entre participación en la vida pública y evangelización es lo que hace al padre Carreras caer en el error. Mientras por un lado sostiene, acertadamente que

lo que sí hay de verdad en la afirmación “huérfanos políticos” es que existen muchos católicos “huérfanos de la verdad cristiana” que delegan en otros la misión que han recibido personalmente de Cristo a través de los sacramentos. Quien piensa en términos de “partidos católicos” y “votos católicos", sigue anclado en un modelo de sociedad que sólo existe en el pasado y en sus nostálgicos recuerdos y cuyos frutos se pueden advertir en la actualidad. […] Bendita orfandad si eso les hace despertar, reaccionar y tomar en serio su misión evangelizadora en la sociedad”,

por otro yerra cuando afirma que

si a lo que se dedican es a agredir las conciencias de los que ejercen su libertad política, eso significa que todavía no han despertado ellos de su sueño y siguen sumidos en la “irrealidad” de la ideología”.

Como hijas de la errónea autonomía de la razón (Syllabus, proposición anatemizada número 3: ”La razón humana, sin tener en cuenta relación alguna con Dios, es el árbitro único de la verdad y de la mentira, del bien y del mal; es ley de sí misma, y con sus fuerzas naturales se basta para procurar el bien de los hombres y de los pueblos”), las ideologías nunca pueden estar por encima de Dios, y eso se aplica precisamente a quién, diciendo “ejercer su libertad política” sigue una ideología anticristiana, como es el caso que nos ocupa. Tal libertad no es para Dios, sino para satanás, y por tanto, no tiene rango de bien respetable para el magisterio de la Iglesia.

No se trata, pues, contra lo que piensa don Joan de “agredir la conciencia”, sino de ejercer de voz profética, que advierta al pueblo de Dios, confiado a pastores como el padre Carreras, para que vaya por la senda recta de los mandamientos del Señor, y no se extravíe por otras cañadas del padre de la mentira. Para que no se pierdan ellos y con su mal ejemplo no pierdan a otros. Estamos hablando, don Joan, de la salvación del alma de don Jorge Fernández, cooperador especialmente dañino en cuanto que católico, con un gobierno y un sistema de ideologías enemigos de la ley de Cristo y el orden divino. De la salvación del alma de los demás que en tales menesteres le acompañan, y de todos aquellos que por emulación equivocada de un cargo público, justifiquen su propio error. Hablamos de algo más importante que la supuesta libertad de conciencia para cooperar con el mal. Hablamos de la muerte eterna del alma. Y eso es sí que es una verdad absoluta. Comenzando por el alma de don Jorge Fernández, la de sus correligionarios en ese gobierno, y la de sacerdotes que puedan estar justificando su camino a la perdición.

Naturalmente, siempre es más cómodo hacerse agradable al poder, y decir aquello que el poderoso desea escuchar, que invariablemente consiste en que sí se puede servir a Dios y al Mundo. Justificar sus debilidades recibe recompensa perecedera y afearlas castigo terreno. Más ese castigo sólo sirve para que no olvidemos jamás que el único verdadero señor que tenemos es el que se sienta en el Trono rodeado de querubines. Todos los demás son transitorios.

8. Primer libro de los Reyes

Al tercer año, Josafat, rey de Judá, bajó a visitar al rey de Israel. 3 Este dijo a sus servidores: «Ustedes saben bien que Ramot de Galaad nos pertenece. Sin embargo, nosotros no hacemos nada para quitársela al rey de Aram». 4 Luego preguntó a Josafat: «¿Irías conmigo a combatir a Ramot de Galaad?». Josafat respondió al rey de Israel: «Cuenta conmigo como contigo mismo, con mi gente como con la tuya, con mis caballos como con los tuyos». 5 Pero añadió: «Consulta primero la palabra del Señor».

6 El rey de Israel reunió a los profetas, unos cuatrocientos hombres, y les preguntó: «¿Puedo ir a combatir contra Ramot de Galaad, o debo desistir?». Ellos respondieron: «Sube, y el Señor la entregará en manos del rey». 7 Pero Josafat insistió: «¿No queda por ahí algún profeta del Señor para consultar por medio de él?». 8 El rey de Israel dijo a Josafat: «Sí, queda todavía un hombre por cuyo intermedio se podría consultar al Señor. Pero yo lo detesto, porque no me vaticina nada bueno, sino sólo desgracias: es Miqueas, hijo de Imlá». «No hable el rey de esa manera», replicó Josafat.

9 Entonces el rey de Israel llamó a un eunuco y ordenó: «Que venga en seguida Miqueas, hijo de Imlá». 10 El rey de Israel y Josafat, rey de Judá estaban sentados cada uno en su trono, con sus vestiduras reales, sobre la explanada que está a la entrada de la puerta de Samaría, mientras todos los profetas vaticinaban delante de ellos. 11 Sedecías, hijo de Canaaná, se había hecho unos cuernos de hierro y decía: «Así habla el Señor: Con esto embestirás a Aram hasta acabar con él». 12 Y todos los profetas vaticinaban en el mismo sentido, diciendo: «¡Sube a Ramot de Galaad y triunfarás! ¡El Señor la entregará en manos del rey

13 El mensajero que había ido a llamar a Miqueas le dijo: «Mira que las palabras de los profetas anuncian a una sola voz buena fortuna para el rey. Habla tú también como uno de ellos, y anuncia la victoria». 14 Pero Miqueas replicó: «¡Por la vida del Señor, sólo diré lo que el Señor me diga!».

15 Cuando se presentó al rey, este le dijo: «Miqueas, ¿podemos ir a combatir contra Ramot de Galaad, o debemos desistir?». El le respondió: «Sube y triunfarás: el Señor la entregará en manos del rey». 16 Pero el rey le dijo: «¿Cuántas veces tendré que conjurarte a que no me digas más que la verdad en nombre del Señor?».

17 Miqueas dijo entonces: «He visto a todo Israel disperso por las montañas, como ovejas sin pastor, El Señor ha dicho: Estos ya no tienen dueño; vuélvase cada uno a su casa en paz». 18 El rey de Israel dijo a Josafat: «¿No te había dicho que este no me vaticina el bien, sino sólo desgracias?». 19 Miqueas siguió diciendo: «Por eso, escucha la palabra del Señor: Yo vi al Señor sentado en su trono, y todo el Ejército de los cielos estaba de pie junto a él, a derecha e izquierda. 20 El Señor preguntó: «¿Quién seducirá a Ajab, para que suba y caiga en Ramot de Galaad?». Ellos respondieron, uno de una manera y otro de otra. 21 Entonces se adelantó el espíritu y, puesto de pie delante del Señor, dijo: «Yo lo seduciré». «¿Cómo?», preguntó el Señor. 22 El respondió: «Iré y seré un espíritu de mentira en la boca de todos los profetas». Entonces el Señor le dijo: «Tú lograrás seducirlo. Ve y obra sí». 23 Ahora, el Señor ha puesto un espíritu de mentira en la boca de todos los profetas, porque él ha decretado tu ruina».

24 Sedecías, hijo de Canaaná, se acercó a Miqueas y le dio una bofetada, diciendo: «¿Por dónde se me escapó el espíritu del Señor para hablarte de ti?». 25 Miqueas repuso: «Eso lo verás el día en que vayas de una habitación a otra para esconderte». 26 Entonces el rey de Israel ordenó: «Toma a Miqueas y llévalo a Amón, el gobernador de la ciudad, y a Joás, el hijo del rey. Tú les dirás: 27 Así habla el rey: Encierren a este hombre en la cárcel y ténganlo a pan y agua, hasta que yo regrese victorioso». 28 Miqueas replicó «Si tú regresas victorioso, quiere decir que el Señor no ha hablado por mi boca».

(1 Re 22, 2-28)

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22 comentarios

  
Gonzalo
La foto tendría que haber sido la famosa de Zapatero y Rajoy dándose la mano sin mirarse la cara, con el título "Defendamos la libertad de la Iglesia de los ataques del fundamentalismo político" . O sea, exactamente lo contrario a lo afirmado por el sr. Carreras
10/10/14 2:06 PM
  
rastri
-En esta nuestra relativa morada como un todo Universo en unidad divisible de Tiempo que pasa y muere; Y de Espacio que perdura y vive:

-El Tiempo hecho a sí mismo limitado es, mientras es, inversamente proporcional al infinito Espacio que él mismo ocupa.

-Y aquí cómo: A mayor Tiempo que pasa en naturaleza sometida de oscuridad y muerte; se corresponda menor Espacio que queda en naturaleza libre de luz y de vida. Y viceversa.

Si de sabios es aspirar y conseguir despejar las incógnitas de la vida; De sabio entre sabios es conseguir que éstas no le engañen a uno mismo.



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LA

Como todo lo demás salvo Dios, rastri, el tiempo también es criatura, y no creador.
10/10/14 6:10 PM
  
rastri
LA

Como todo lo demás salvo Dios, rastri, el tiempo también es criatura, y no creador.

10/10/14 6:10 PM
________________

De Tiempo como naturaleza sometida embargando el Espacio como naturaleza libre, está compuesto este Universo.
Divide, separa, libera el Espacio de su opresor el Tiempo; Y desaparecerá el Tiempo como opresor; dejando libre el Espacio -de su opresor- para toda la eternidad verás venir la ciudad "Nueva Jerusalén"

El Tiempo, como tal oscuridad y muerte en naturaleza sometida; También llamado Ángel Caído- Satanás, libre y responsablemente, se hizo así mismo limitado. No lo hizo ni fue creado por Dios

El Hombre no se puede liberar del Tiempo su opresor. De aquí que esté escrito: -"Lo que no es posible para el hombre sí es posible para Dios."

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LA:

La enseñanza católica, rastri, es que el tiempo es criatura. El Ángel caído (satanás) no es el tiempo, son dos entes distintos. Ambos son criaturas de Dios. Creer que todo aquello que rechaza a Dios no ha sido creado por él es una afirmación que cae de pleno en diversas herejías como el dualismo, el maniqueísmo o el gnosticismo. Un saludo
10/10/14 9:07 PM
  
clara
Gracias LI por el estudiado desbroce.
11/10/14 10:26 AM
  
Francisco José Soler Gil
Muy clarificador. Gracias por este artículo.
11/10/14 11:25 AM
  
rastri
LA:

La enseñanza católica, rastri, es que el tiempo es criatura. El Ángel caído (satanás) no es el tiempo, son dos entes distintos.
_____________

El Tiempo no es criatura; el Tiempo es dimensión limitada; habitáculo, morada habitada y poblada en evidente constatación de lo que es: Mitad oscuridad y muerte, -que del Ángel Caído-Satanás procede; Mitad luz y vida que de Dios -Espíritu Santo- procede.

El Tiempo, o el Universo; o el Mundo limitado de oscuridad y de muerte oscurecido; y de luz y vida iluminado, son dos entes distintos y contrarios a la vez que moran en esta su misma morada llamada: Tiempo o Universo o Mundo.

El Tiempo o Universo o Mundo que de oscuridad y muerte está poblado no puede ser por el Dios de luz y de vida creado. Y sí está creado por aquel que en manifiesta rebeldía contra Dios; quiso ser como Dios.

Todo aquello que libre y responsablemente rechaza a Dios su creador, ni es ni puede ser creado pro Dios.

Todo aquello que libre y responsablemente rechaza a Dios su creador, deja de ser Dios en su creador.

El ser creado por el Dios creador, libre y responsablemente; Éste, su vez es y procede; o no es y no procede libre y responsablemente de Dios, su Dios creador.

El llamado Satanás; Antes llamado Luz-Bell como ángel de luz y de vida iluminando y poblando su morada en el infinito Espacio. Al rebelarse contra aquella su divina morada: Este, hasta su mitad, siendo vida, murió; y hasta su mitad, siendo luz, se apagó. Y de ser, éste, simple espíritu celestial, él se tornó en compuesto de masa temporal,.. carbono puro;,.. Tiempo Universo, Mundo, etc. QUE SOLO DIOS PUEDE DIVIDIR.




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LA

Las criaturas no dejan de ser criaturas de Dios aunque le rechacen. De ahí que los entes espirituales tengan libre albedrío. De ahí que aquellos que rechazan a Dios pueden arrepentirse y volver a la casa de su Padre, porque nunca deja de serlo.

Rastri, no dudo de tu buena intención, pero tus elucubraciones teológicas de corte gnóstico se apartan de lo que enseña la Santa Madre Iglesia desde los mismos apóstoles. Te agradeceré que no vuelvas a exponerlas en mi bitácora, porque no les daré paso. Gracias.
11/10/14 7:24 PM
  
Luis Fernando
Cuando lo que está en peligro es el alma, la complicidad con el mal es mortal de necesidad

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LA

Aparentemente, muchos fieles y no pocos clérigos parecen haber olvidado algo tan simple como que la tarea más importante del hombre es reconocer a su Señor y obrar de modo que salve su alma para la vida eterna.
Todo lo demás podrá ser importante, pero siempre secundario a aquello.
12/10/14 5:56 AM
  
rastri
Vale LA.

Vemos la dimensión en planos y alturas diferentes. Yo te entiendo pero tú no me entiendes.



12/10/14 6:36 PM
  
José Gil
No me parece que el artículo de D. Joan esté únicamente al servicio de justificar al ministro católico de Interior, Jorge Fernández. Pero dejando al margen esa cuestión me gustaría comentar lo siguiente.

Este artículo me parece muy bueno en cuanto aclara de una forma magistral las posibles malas interpretaciones del artículo de D. Joan. Si D. Joan hubiera precisado lo que aquí se precisa y matiza tan acertadamente, lo más probable es que no hubiera dado lugar a esas erróneas interpretaciones.

Una muestra más de la extraña capacidad de D. Joan para generar interpretaciones erróneas es el párrafo citado en el artículo:

“Puestos a elegir, si tuviéramos que hacerlo, prefiero una sociedad en la que exista un respeto absoluto de la libertad -aunque se lesione el derecho a la vida de algunos de sus componentes- a una sociedad en la que existe un respeto absoluto a la vida de todas las personas pero en la que no existe la libertad religiosa”.

Pienso que sí es posible —al menos como hipótesis— una sociedad que procure un respeto absoluto a la vida de todas las personas y que a la vez no respete la libertad. En cambio, me parece imposible compaginar una sociedad que procure un respeto absoluto por la libertad y que abogue o permita la lesión al derecho a la vida de algunos de sus componentes. Si no se defiende el derecho a la vida de todo ser humano y la imposibilidad moral de atentar contra su vida, entonces no se está defendiendo la libertad.


Parte de las confusiones que se originan vienen de no distinguir entre la vida humana y la vida biológica de la persona humana. Ahora bien, que se puedan y deban distinguir no significa que se puedan separar. No hay vida biológica humana sin una persona humana. Y la prueba es que cuando la persona humana pierde su vida biológica, muere.
Por eso, me parece que no es correcto afirmar que la vida humana no es en sí misma sagrada, sino una realidad biológica. Que la vida humana en su realidad biológica, la vida terrena, no sea lo más valioso es algo claro para quien tiene fe: de nada sirve preservar la vida terrena si se pierde la eterna. Pero eso no significa que la vida terrena, la vida biológica no sea una realidad sagrada que hay que respetar siempre y que nunca es lícito eliminar directamente.

Que se pueda hacer una defensa ideológica de la vida humana no quiere decir que todo aquel que defiende la vida sin una referencia explícita al Verbo Encarnado estén haciendo una defensa ideológica de la vida humana. Un agnóstico, por ejemplo, puede ser consciente del valor de toda vida humana y del respeto debido a la misma sin caer en una defensa ideológica. Una cosa es conocer el fundamento del valor de la vida humana y otra descubrir ese valor pero no poder o no saber fundamentarlo, lo cual no implica necesariamente una postura ideológica.

No cabe una concepción ideológica de la vida. La vida es un hecho, un dato comprobable por medios técnicos. Algo está vivo o está muerto. No caben interpretaciones. En cambio la libertad sí puede ser malinterpretada, es decir, se puede tener una idea sobre ella que la pervierta, una ideología. La interpretación que exalta la libertad como un fin en sí misma es un ejemplo de ello.

Por eso estoy completamente de acuerdo en este punto con la afirmación del artículo que habla de la falsa disyuntiva entre vida y libertad.

Ahora bien, como he dicho al comienzo, no me parece que la intención de D. Joan al escribir su post, haya sido únicamente con la intención de justificar al ministro del Interior.

Para algunos hace mucho que el PP dejó de ser un partido político que en la práctica posea unos principios que rijan sus acciones de gobierno. También es legítima y, posiblemente, acertada la opinión de quienes consideran que no es aceptable moralmente para un católico apoyar a un partido político que no defiende con rotundidad la defensa de la vida humana y que en la práctica no cumple con el compromiso de cambiar una legislación abortista aberrante.

Sin embargo una cosa es el terreno de los principios y otro el de la concreción práctica de dichos principios. Una cosa es que un partido político se declare como defensor de la vida y otra que después acierte a defenderla eficazmente con leyes adecuadas. Por eso, considero (aunque sea muy a mi pesar, pues difiero mucho de los planteamientos del PP) que un católico puede, en conciencia, militar en el PP o darle su voto. Otra cosa es que a mí me parezca una incoherencia, una estupidez, y una colaboración con un partido que está tomando el pelo a los católicos amenazándolos con que los otros son peores, etc. Una cosa es eso, y otra que un católico no pueda votar moralmente al PP.

No siendo el PP un partido que se declara abortista sino que por el contrario se declara defensor de la vida y que interpone un recurso ante el Tribunal Constitucional contra la ley abortista de Zapatero, no es moralmente inaceptable darle el voto. Puede ser, como he dicho, estúpido, pero no inmoral. Aquí estamos en el terreno de los juicios prácticos, limitados y discutibles. Lo que no es discutible es que no se puede apoyar a un partido abortista. Pero en cambio sí es discutible si es acertado, oportuno, conveniente o políticamente razonable para un católico darle su apoyo a un partido como el PP que no se declara abortista ni promueve el aborto. Otra cuestión es si en la práctica está jugando con el aborto, si está anteponiendo cálculos políticos a la defensa de la vida, etc. Pero mal que nos pese a muchos, esto no está en el campo de lo indiscutible.

D. Joan afirma:

“Hay muchos católicos que se sienten “huérfanos políticos” porque entienden que el PP ya no es aquel partido católico en que ellos habían confiado. Ahora se retiran de sus filas y no contentos con eso animan a otros a que hagan lo mismo. Si sólo se tratase de un “animar” propositivo, estaríamos todavía en el ámbito del respeto de la libertad. Pero desde el momento en que se pretende repercutir en la conciencia de las personas, esa presión fundamentalista es intolerable y hace un flaco servicio a la evangelización.”

Me parece que el autor de este artículo confunde lo que quiere decir el P. Carreras sobre que se hace un flaco servicio a la evangelización. Es cierto que la actividad política no tiene como fin primero la evangelización, pero entiendo que el P. Carreras se refiere no a los políticos sino precisamente a quienes presionan la conciencia de los demás en sus decisiones políticas.

No estoy en nada de acuerdo con la afirmación de este artículo cuando dice:

Como es obvio que la política del gobierno actual no sirve al Bien Común (pues ya hemos visto en el CIC que el derecho a la vida es un derecho primordial), no es lícito permanecer en el gobierno que la promueve ni en el partido que lo sostiene.


En primer lugar es discutible que sea algo obvio. Aún cuando a mí también me parece que esa política no favorece el Bien Común, no puedo imponer a los demás mi parecer. Ellos pueden legítimamente pensar de un modo distinto.

Sacar la conclusión de ilicitud de algo que a mí me parece obvio, cuando en realidad es una cuestión opinable, es caer en una actitud que no respeta la legítima libertad cristiana en cuestiones opinables.

Si a mí me parece que sí es obvio, entonces es claro que debo atenerme a mi conciencia y no permanecer en el gobierno ni en el partido. Pero he de respetar (mal que me pese) la decisión que otro católico, en conciencia, tome, a pesar de los límites y desaciertos de ese gobierno o partido, de seguir apoyándolo.

De lo que acabo de afirmar está claro que se desprende mi falta de acuerdo en considerar al P. Carreras como un adulador del poder que justifique sus debilidades.


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LA

Si empleamos el adjetivo "sagrado", estamos entrando en un terreno religioso, obviamente. En ese sentido, el CIC deja bien claro que en tanto en cuanto que regalo de Dios, la vida humana es sagrada. Eso no quita para que, como dice el padre Carreras, no sea un bien absoluto. Pero es que la libertad (a la que sí cuasi-absolutiza don Joan) no sólo tampoco sería absoluta, sino que de hecho, se halla por debajo que la vida humana (y más aún que la vida inocente de un no nacido) en esa jerarquía de valores.

Naturalmente, un agnóstico también puede entender el valor fundamental de la vida humana, e incluso absolutizarla, puesto que ese valor depende del orden natural, y no únicamente del sobrenatural, por eso se ha defendido al inocente regularmente en todas las culturas humanas (y más específicamente al no nacido), aunque no hubiesen conocido el mensaje salvador de Cristo.
Desgraciadamente, ya no hay ideologías agnósticas que pretendan siquiera reconocer un orden natural, como sí las hubo en siglos pasados. Ese orden ya sólo lo defendemos los cristianos. Y no todos, por lo que se va viendo.

Para entender porqué la política de este gobierno no favorece el Bien Común (y no sólo en el aspecto de la vida, pero prefiero no desviarme), remito al artículo que escribí sobre el particular, con profusión de citas del magisterio católico recogidas en el CIC.
La desprotección de la vida de un ser humano inocente va absolutamente en contra de la moral cristiana y de la enseñanza de la Iglesia. Es realmente difícil encontrar un pecado más grave contra la voluntad de Dios en nuestro ordenamiento jurídico que el de la promoción del asesinato de un hijo indefenso por su madre.

Un gobierno que trabajase por el Bien Común hubiese derogado tal crimen legal al día siguiente de acceder al poder.

"Ellos pueden legítimamente pensar de un modo distinto. Sacar la conclusión de ilicitud de algo que a mí me parece obvio, cuando en realidad es una cuestión opinable, es caer en una actitud que no respeta la legítima libertad cristiana en cuestiones opinables."

Esta afirmación muestra un notable desconocimiento sobre la enseñanza del magisterio católico. La defensa de la vida inocente del no nacido no es un tema opinable.
Y vuelvo a citar al catecismo en su punto 2261:

"La Escritura precisa lo que el quinto mandamiento prohíbe: “No quites la vida del inocente y justo” (Ex 23, 7). El homicidio voluntario de un inocente es gravemente contrario a la dignidad del ser humano, a la regla de oro y a la santidad del Creador. La ley que lo proscribe posee una validez universal: obliga a todos y a cada uno, siempre y en todas partes."

Por tanto, un católico no puede ni procurar la muerte de un inocente, ni cooperar en ella, ni consentirla, caso de tener poder para evitarla.
La pura lógica nos dice que una condena tan severa del magisterio católico tiene una única explicación: se trata de un pecado gravísimo que provoca la condenación del alma. Es un pecado mortal.
No es "nuestro criterio". Es enseñanza de la Iglesia, la única con autoridad para valorar la moralidad o no de las acciones con respecto a la Voluntad de Dios. O sea, el creador del universo y el nuestro también.

Por tanto, con todo respeto, don José, no me hable de supuestas libertades de conciencia de aquellos católicos (y no católicos) que provocan, alientan o consienten tales cosas, o simplemente las apoyan aunque no les parezca bien. Todos ellos corren un peligro cierto de condenación, y la misión de los católicos (de todos), es advertirles a tiempo y a destiempo del grave riesgo que corren.

Quienes advertimos a los católicos que apoyan al PP en nada les ofendemos (mucho menos esa necedad de "imponer"). No sólo no somos enemigos de ellos, sino probablemente los mejores amigos. Porque los cargos de gobierno, los escaños, las dietas, las sinecuras, e incluso la inocente (y casi conmovedora) pasión de algunos por unas siglas políticas sin más recompensa, son tesoros de la tierra que los ladrones roban y la polilla corroe. Los tesoros del cielo son los que tienen que cuidar los cristianos.
Y eso sí es evangelizar.

Dicho esto, creo firmemente en la libertad, y por tanto, en la responsabilidad. Una vez advertidos (sean ministros o afiliados de a pie, o simples votantes), yo concluyo mi obligación, aquella que nos impuso Yahvé a través del profeta Ezequiel, en el capítulo 3 de su libro:
"17 Hijo de hombre, yo te he puesto como centinela del pueblo de Israel. Cuando escuches una palabra de mi boca, tú les advertirás de parte mía. 18 Cuando yo diga al malvado: «Vas a morir», si tú no se lo adviertes, si no hablas para advertir al malvado que abandone su mala conducta, y de esa manera salve su vida, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre. 19 Si tú, en cambio, adviertes al malvado y él no se convierte de su maldad y de su mala conducta, él morirá por su culpa, pero tú habrás salvado tu vida."

A mí el Señor no me lo demandará el día del Juicio. Otros.. no lo sé.

Un saludo.
12/10/14 11:15 PM
  
José Gil
Estimado amigo, a lo que me refería diciendo que no es obvio es a su afirmación de que la política del gobierno actual no sirve al Bien Común. Esta afirmación puede parecerle a usted una obviedad (y conste que yo pienso que efectivamente no sirve al Bien Común) pero es discutible que lo sea. Para otros el gobierno actual hace lo que puede por el Bien Común, con sus aciertos y limitaciones. Desde luego que no me he referido en ningún momento, ni he dado pie a interpretarlo así, a que la defensa de la vida inocente sea una cuestión opinable. Me sorprende y me resulta un tanto ofensivo que me atribuya ese notable desconocimiento del magisterio de la Iglesia.

No cuestiono ni he cuestionado la clara afirmación del Magisterio de la Iglesia sobre la inmoralidad del aborto. Lo que he cuestionado y pienso que es opinable es su afirmación de que es obvio que el gobierno actual no sirva al Bien Común.

Por tanto, cuando he hablado de “imponer” no me refiero para nada a la cuestión indiscutible para un católico de que “el aborto directo, es decir, querido como fin o como medio, es siempre un desorden moral grave” (Evagelium vitae n. 62). Vuelvo a insistir que a lo que me refiero es al juicio sobre la obviedad de que el gobierno actual no sirva al Bien Común. No me negará que eso es discutible.

También yo pienso que el PP debería haber derogado la ley del aborto de Zapatero el mismo día que asumió el gobierno. Pero esta opinión no es indiscutible. En el terreno de lo práctico, a la hora de concretar los principios la cuestión no es tan fácil.

Y como yo también creo firmemente en la libertad me parece muy bien que usted y otros se sientan en la obligación de advertir a quienes apoyan al PP de la grave responsabilidad que cada uno ha de tener en cuenta considerando el día del Juicio. Pero esa advertencia no puede equipararse a la advertencia que se hace al malvado.

Espero haberme explicado mejor.


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LA

Estimado don José:

Centremos, pues, la discusión en la medida en que este gobierno deja de servir al Bien Común.

Afirma el magisterio católico en el punto 1881 del Catecismo de la Iglesia Católica: "Cada comunidad se define por su fin y obedece en consecuencia a reglas específicas, pero “el principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones sociales es y debe ser la persona humana” (GS 25, 1)." El Bien Común se define como “el conjunto de aquellas condiciones de la vida social que permiten a los grupos y a cada uno de sus miembros conseguir más plena y fácilmente su propia perfección” (CIC, 1906). El Catecismo señala, como primer "elemento esencial" el "respeto a la persona en cuanto tal. En nombre del bien común, las autoridades están obligadas a respetar los derechos fundamentales e inalienables de la persona humana." (CIC 1907).

El derecho a la Vida, si no es el primero de los derechos, sin duda forma parte de esos elementos esenciales.

Por tanto, desde el momento en que este gobierno permite el homicidio voluntario de seres humanos inocentes por orden de sus madres, ya está incumpliendo el primero de los elementos esenciales del Bien Común que estipula la Iglesia católica:

1) Posee la enseñanza (no sólo de la Iglesia, sino de la recta razón moral natural) de que el aborto es el asesinato de seres humanos inocentes; por tanto, la formación necesaria.

2) Posee todos los mecanismos necesarios para acabar con las leyes que permiten el aborto libre: todo el poder ejecutivo que se atribuye al gobierno, y una mayoría parlamentaria suficiente en una cámara legislativa. Desde el punto de vista del ordenamiento jurídico (que siempre es inferior al imperativo moral, pero aún así) no tiene ningún impedimento para acabar con el asesinato legal de inocentes.

Ergo, falta la voluntad.

Por tanto, las personas que forman parte de un gobierno con el conocimiento moral suficiente para discernir, y los medios necesarios para actuar, no acabar con el aborto es, sencillamente, una negligencia moral muy grave.

Si yo veo que alguien vacila sobre un precipicio agarrado a un cable, ayudarle es lo moralmente correcto, y empujarle es moralmente malo, pero abstenerse de hacer algo no es moralmente neutro, puesto que tengo discernimiento suficiente para saber que si no intervengo, el fin último será un mal moral.

La abstención en este tema por parte del gobierno es moralmente culposa, y a mi juicio, los católicos que con él colaboren, conllevan agravante en su comportamiento.

En conclusión, me parece evidente que si el gobierno puede hacer algo por el derecho a la Vida de los inocentes, y no lo hace, ya falla a su primera obligación hacia el Bien Común.

Tal vez Pilato construyera muchos acueductos y fuera amable con los contribuyentes, pero nadie diría que contribuyó al Bien Común, pues permitió la condena a muerte de un inocente.
Este gobierno permite el asesinato de 300 inocentes cada día.

Saludos
13/10/14 6:45 PM
  
José Gil
Estimado Luis Ignacio:

Benedicto XVI afirmó con claridad en Sacramentum caritate, que en el ámbito político hay cuatro principios innegociables. El primero de ellos la defensa de la vida humana. Ciertamente que un partido político que afirma estar a favor de la vida y que promete modificar una ley abortista que ha recurrido al Tribunal Constitucional no puede considerarse de forma categórica e indiscutible como un partido con el que no se puede colaborar y al que no se puede pertenecer.

Un católico puede pertenecer a un gobierno del PP, pero a mi juicio, debería hacer una afirmación clara y rotunda de su oposición total al aborto y su empeño en lograr abolir toda ley abortista.


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Un partido que afirma defender la vida y sostiene a un gobierno que falta a su palabra (y a su programa electoral) de forma tan escandalosa como ha hecho el llamado "partido popular", es más infame que un partido abiertamente abortista, puesto que este no engaña a nadie, y aquel a todos cuantos confían en él.

Un católico puede formar parte de un gobierno abortista como puede formar parte de una banda de ladrones. Pero hacerlo con plena voluntad no es legítimo, ni nunca podrá serlo a ojos de Dios.
13/10/14 10:20 PM
  
José Gil
Un gobierno no es un individuo sino que es como un organismo que está formado por diversos miembros. Si uno de los miembros actúa en contra del aborto, aún cuando el resto el gobierno en cuanto organismo no haya cumplido con lo que prometió, y si ese miembro se manifiesta clara y rotundamente contra el aborto y mantiene su compromiso de hacer cuanto pueda y le sea posible para cumplir su compromiso, entonces a ese miembro no se le puede acusar de estar colaborando con el mal ni de abortista ni de inmoral.

La comparación con la banda de ladrones no es equivalente al caso que estamos tratando. Mientras que no es moral, ni legítimo sumarse a una banda de ladrones, sí es aceptable (no digo que sea lo mejor moralmente) permanecer en un grupo que se convierte en banda de ladrones a condición de no robar, manifestando la inmoralidad de robar y el compromiso de hacer todo lo posible para que esa banda no robe y devuelva lo robado.

Por otra parte, y siguiendo con la comparación, podemos ver la distinción a la que me estoy refiriendo todo el tiempo. Mientras que es indiscutible que robar es algo inmoral, permanecer en la banda de ladrones en las condiciones que he señalado antes es desde el punto de vista moral algo discutible. Y por ser algo discutible no podemos acusar de ladrón e inmoral a la persona honesta que permanece en ella. Otra cuestión es que a nosotros nos parezca que no es lo mejor o que incluso esa permanencia sea contraproducente. Pero la permanencia no es en sí algo indiscutible. Y por ello no podemos hacer un juicio condenatorio moralmente sino en el ámbito de lo práctico.

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LA

Permítame decirle, don José, que su comparación no me parece exacta: si el ministro Fernández no aborta, tampoco lo hace nadie del gabinete, hasta donde sepamos. Si él no promociona el homicidio de seres humanos indefensos, tampoco he oído a ningún otro miembro del gabinete hacerlo. Si el resto del gobierno no hace nada para impedir la matanza de 300 no natos cada día, tampoco Fernández Díaz lo hace. ¿En qué se distingue el católico de los agnósticos? ¿No sabe usted que los gobiernos toman las decisiones colegiadamente?

¿Acaso no ve Fernández Díaz, y otros católicos de este gobierno y el partido que lo sustenta, que su mera presencia y asentimiento a las disposiciones anticristianas supone un motivo de escándalo y confusión para muchos católicos, que pueden creer de buena fe que apoyando dicho partido y gobierno pueden lograr un bien, cuando es evidente que en materia de ataque a la vida este gobierno y este partido no es distinto de los anteriores? ¿Acaso es tan difícil de ver que esto no es sino colaboración y consentimiento del mal?

Dice el Señor en el Apocalipsis a sus escogidos: "salid de ella, vosotros que sois mi pueblo, para no haceros cómplices de sus pecados, ni ser castigados con sus plagas." ¿Acaso no está suficientemente claro que los cristianos estamos llamados a no mancharnos con pecados de otros por negligencia?

Después de ver la profusa argumentación que emplea para justificar que un católico permanezca en un gobierno que permite el asesinato libre de seres humanos inocentes por sus propias madres, no puedo sino preguntarme: ¿qué bien superior obtiene un católico formando parte de un gobierno que permite una atrocidad condenada por Dios y por la Iglesia?

¿Por qué razón increíblemente importante sacrificaría un católico su coherencia moral, su obediencia pública a los mandamientos de Dios y arriesgaría la salvación de su propia alma?

Me agradaría que me contestase a esa pregunta según su opinión personal.

Un saludo.
14/10/14 10:34 AM
  
josé Gil
Estimado Luis Ignacio:

Como se ve no es fácil hacerse entender.

1º No estoy justificando ni pretendo hacerlo al Ministro del Interior.

2º No saquemos las cosas de quicio. Es evidente que no se trata de si los componentes del gobierno abortan o no. De lo que se trata es de si promueven el aborto, lo consienten, o se oponen a él.

3º Mi parecer personal es que un católico no debería militar, colaborar o dar su voto a un partido como el PP porque no apuesta por una ley de aborto cero y de políticas de ayuda a la mujer y a la familia.

4º Pero comprendo, aunque no lo comparto, que alguien disienta de mi parecer personal, pues aunque no es discutible que el aborto es siempre un mal, sí es discutible el modo concreto de modificar una ley abortista: derogando una ley vigente y dejando la anterior; derogando la ley vigente y la anterior; derogando la ley actual y modificando la anterior; penalizando más o menos el aborto, etc.

5º Hay muchas maneras posibles de luchar contra una ley injusta e inicua. Y dentro de esas maneras hay distintas posibilidades.

6º Repito que desde mi punto de vista y a mi juicio, nada de eso puede hacerse desde un partido como el PP que no apuesta clara y rotundamente por la defensa de la vida desde su concepción hasta su muerte natural.

7º Aún así puedo y debo admitir la opinión que no comparto de que un católico piense en conciencia que estando en un gobierno que no promueve el aborto sino que afirma querer legislar a favor de la vida, crea que estando en ese gobierno puede influir positivamente para que dicho gobierno asuma sus compromisos y vaya más allá procurando una derogación de toda ley abortista.

8º Lo admitiría personalmente, como he señalado antes si ese miembro del gobierno manifestara públicamente de forma tajante y clara sin dejar lugar a duda alguna que no comparte en absoluto la decisión del gobierno de actuar con cálculo político y no de acuerdo a los principios en este tema (me parece claro que no es el caso de ninguno de los que se declaran católicos y pertenecen al PP, pues no conozco que ninguno haya hecho este tipo de declaración pública, pero eso no supone que no pudiera darse).

9º En ese caso dicho católico no estaría sacrificando su coherencia moral.

No pretendo en absoluto polemizar sino discutir el asunto con la intención de clarificarlo. Y me parece bueno hacerlo en este tono de diálogo sereno y sin descalificaciones es muy positivo.

Espero haber logrado hacerme entender al menos un poco más.

Saludos.

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LA

Estimado don José:

En esta bitácora no habrá descalificaciones, porque el editor las elimina ipso facto.

En su claro desglose de argumentos por puntos es obvio que coincidimos en lo general y en casi todo lo particular.
Naturalmente, el quid de la cuestión son los puntos 7 a 9.

Si no he entendido mal, usted salva la intención de don Jorge, u otros miembros del gobierno o el partido que lo sustenta, en el sentido de que pueden creer de buena fe que permaneciendo en ese gobierno podrán lograr en el futuro la derogación o algún tipo de limitación de la maldad de esa ley.

Y en principio para mí, en mi experiencia con los partidos políticos españoles y sus miembros, y en lo que veo en medios de comunicación, es evidente que el silencio de los protagonistas católicos (que a usted tampoco le parece bien) supera, en estas circunstancias, la mera reserva, para convertirse en colaboración abierta con el mal.

Por otra parte, tema que usted no ha tratado, pero yo sí, su actitud daña con mucho a la comunidad católica española: por su escándalo, por su mal ejemplo, por las divisiones que puede generar y por el daño a su fama. Como fiel, deseo trabajar sin descanso por el bien del rebaño del Señor, por encima de la conciencia personal de algunos de sus miembros.

Un saludo.
14/10/14 2:53 PM
  
josé Gil
Sí. Salvo la intención de un hipotético político o miembro de un gobierno semejante al actual con las condiciones que he dicho.

En realidad la intención siempre ha de quedar a salvo porque sólo el Señor puede juzgarla. Lo que sí podemos nosotros juzgar son los hechos dejando a salvo la intención de quien los hace.

La cuestión es que mientras el principio moral es siempre claro e indiscutible (lo que está, mal está mal y lo que está bien, está bien, independientemente de la intención del que actúa) lo complicado y discutible es la aplicación concreta del principio al aquí y ahora y en las circunstancias del momento.

El principio es invariable e indiscutible. El aborto es un mal siempre. Y colaborar o no oponerse a él está siempre mal en todo momento y en cualquier circunstancia.

Ahora bien, lo que yo afirmo que es discutible no es esto sino que alguien pueda militar o pertenecer a un partido que afirma estar a favor de la vida y que ha recurrido una ley abortista y pretende cambiarla.

Está claro que no se puede hacer esto con un partido que promueve o defiende el aborto. No es el caso del PP. Hay razones y motivos para reprochar al PP su postura tibia, muy tibia y acomplejada, llena de cálculos políticos, etc. Hay pues razones para abandonar el PP, para dejar de votarle, etc. Pero no podemos afirmar categóricamente que es inmoral no hacerlo. Ahí, en lo particular y concreto de decidir una u otra cosa está el juicio de la conciencia que debemos respetar.

Quien dijera que en conciencia debe apoyar el aborto, por ejemplo, estaría objetivamente actuando mal y su ignorancia sobre el mal que realiza sería culpable. En cambio, en el caso de decidir seguir o no en el PP o darle el voto estamos ante otra situación distinta. En el primer caso se trata de juzgar sobre el bien y el mal de algo indiscutible a nivel de principio: el mal del aborto. En el segundo se trata de algo discutible a nivel de la aplicación de principios (no del principio del aborto sino de la permanencia en un partido como el PP).

Yo no puedo decir categóricamente y de forma indiscutible que todo católico que permanece en el PP o le da su voto está haciendo mal o contribuyendo al mal. Personalmente pienso que sí. Pero tengo que reconocer que en esto no hay una seguridad absoluta e indiscutible hasta el punto de poder afirmar que objetivamente está haciendo mal.

No sé si consigo explicarme mejor o no.




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LA

"Está claro que no se puede hacer esto con un partido que promueve o defiende el aborto. No es el caso del PP."

Don José: ¿a usted no le parece que el hecho de que el gobierno actual y el partido que lo sustenta pretendan hacerse pasar por partidos que no apoyan el aborto, cuando es obvio que siguen las mismas políticas que los anteriores proabortistas no es, en realidad, un agravante a su actitud, más que un atenuante? ¿No sería el malvado que se hace pasar por bueno peor que el malvado desembozado? ¿Acaso no consideramos moralmente peor que un mal (en este caso, asentir al aborto libre) sea cometido por un cristiano, salvado en Cristo, formado rectamente y llamado a la santidad, que por un agnóstico, que no tiene una moral objetiva iluminada por la fe a la que seguir?

"Yo no puedo decir categóricamente y de forma indiscutible que todo católico que permanece en el PP o le da su voto está haciendo mal o contribuyendo al mal. Personalmente pienso que sí. Pero tengo que reconocer que en esto no hay una seguridad absoluta e indiscutible hasta el punto de poder afirmar que objetivamente está haciendo mal."

Me parece bien que razone como razona, si tiene esa duda. Yo, como podrá comprobar, lo tengo meridianamente claro, y por ello me arrogo en este artículo una función cuasi-profética (no en el sentido adivinatorio, obviamente, sino admonitorio), que por supuesto no es mérito mío.

Con total sinceridad, las líneas que he escrito en este artículo quieren el bien- terreno y sobre todo ultraterreno- de aquellos a quienes van dirigidas, desde don Joan hasta el último militante católico del partido popular.

Un saludo.
14/10/14 4:42 PM
  
josé Gil
Estimado Luis Ignacio:

En realidad me parece que estamos de acuerdo. No hay duda de que el aborto es un mal, un crimen horrible.

Y nuestras argumentaciones ponen en evidencia que es discutible si el PP sigue las mismas políticas que los proabortistas y que su defensa de la vida sea sólo un cebo para ganar parte de un electorado al que le está tomando el pelo.

Entiendo que haya quien tenga argumentos o razones para negar que sea eso lo que está haciendo el PP. Yo no lo creo, pero otros pueden verlo de otra manera. Y aquí es donde está lo discutible.

Por tanto, tú y yo haremos bien siguiendo nuestra conciencia y advirtiendo de que no está bien apoyar al PP. Pero hemos de respetar que otros católicos sigan su conciencia pensando que apoyando al PP no están haciendo mal pues lo que pretenden es que el PP no engañe y defienda la vida.

Por eso considero que mientras los Obispos, por ejemplo, deben condenar con rotundidad el aborto, no pueden afirmar lo mismo sobre el voto al PP.

En mi opinión sí que podrían y deberían advertir de la grave responsabilidad que implica apoyar al PP por su actuación sobre un tema tan importante como el del aborto. Pero mientras que su juicio sobre la moralidad del aborto está sólidamente fundado y es indiscutible, el juicio sobre votar o no al PP está fundado en un juicio sobre un asunto práctico y discutible. Algunos podrían objetar a los obispos que en realidad es posible cambiar la práxis del PP y lograr que legisle a favor de la vida.

Insisto, para unos está meridianamente claro que eso no va a ser así y entonces no será moralmente aceptable que apoyen al PP. Pero para otros es posible que sí sea así y consideren que no es inmoral votar al PP.



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LA

"Algunos podrían objetar a los obispos que en realidad es posible cambiar la práxis del PP y lograr que legisle a favor de la vida."

Entiendo que lo correcto es que los obispos manifiesten lo que es una obviedad: que apoyar al gobierno actual es moralmente reprobable. Y si este gobierno (o el de cualquier otro partido) cambia su actitud y comienza en serio a defender la vida, enunciar con la misma claridad que es moralmente aceptable apoyarle.

Me parece muy sencillo. Todo lo demás acaba siendo justificación del mal, de un modo u otro.
14/10/14 10:21 PM
  
josé Gil
En mi opinión, estimado Luis Ignacio, no sería correcto que los obispos digan que es moralmente reprobable votar al PP.

Y opino que no lo es porque esa afirmación es discutible que sea obvia. Hay quien piensa sinceramente que no es así y quien puede argumentarlo seriamente.

Particularmente es algo discutible aunque para otros sea obvio. Y por tanto no pueden exigir a los católicos que se abstengan de votarle. Cosas que sí podrían hacer, por ejemplo en el caso del PSOE (y que nunca han hecho, por cierto, algo que me parece lamentable). El PSOE afirma ser abortista y lo es objetivamente sin lugar a dudas.

Lo que sí podrían hacer es dar una orientación más precisa de lo que han hecho hasta ahora quedándose sólo en la enunciación de los principios morales y advertir, pero sólo advertir (no exigir) que se tenga en cuenta lo que en la práctica hacen los que afirman ser defensores de la vida pues implica una grave responsabilidad en el tema del aborto y uno podría estar indirectamente colaborando con el aborto dando su voto al PP.

Son dos cosas distintas. Una es condenar el voto a un partido abortista porque el aborto es moralmente malo.
Otra es condenar el voto a un partido cuya postura ente el aborto está siendo ambigua, débil y está faltando a un compromiso que adquirieron.

El PP ha manifestado y sigue haciéndolo que está a favor de la defensa de la vida y ha recurrido la ley de Zapatero, ha dado un paso positivo al trámite de una ley restrictiva aunque ahora se ha retirado. ¿Cómo va a seguir actuando? Estos puntos no son indiscutibles. Se trata de la aplicación concreta de un principio moral.

Por tanto no se puede condenar categóricamente el voto al PP. Como he dicho, sí se puede advertir de que puede ser moralmente grave darle el voto.

En el caso del PSOE es moralmente malo votarlo. Aquí estamos ante un principio moral al que se atenta.
En el caso del PP puede ser moralmente malo votarlo. Aquí estamos ante hechos discutibles de actuación política.


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LA

Pues en mi opinión, don José, el aborto sigue siendo tan libre con este gobierno como con el anterior. Y no es opinión, sino hecho objetivo, que siguen muriendo más de 300 niños inocentes al día gracias a una ley inicua mantenida por este gobierno como por el anterior.

Me temo que con sus distinciones sutiles entre PP y PSOE está usted cayendo en el mismo error de don Joan Carreras, que es anteponer las proyecciones o esperanzas personales en uno de los dos partidos del sistema por la presencia de católicos públicos en él sobre las enseñanzas de la Iglesia en materia de moral.

Pues ante todo hay que servir a Dios y sus mandamientos: en la vida privada y pública, sea un movimiento político u otro, se llame como se llame, juzgando actos y no siglas.
Es más, Dios no sólo está por encima de partidos, sino por encima de sistemas políticos: la Iglesia enseña que cualquier sistema político es bueno si sirve al Bien Común. Como es obvio que este sistema partidista (o más bien partitocrático) no sirve al bien Común (y no sólo en el tema del aborto), ningún católico está obligado a guardarle fidelidad.
Por decirlo en plata: me importa un bledo el PP o el PSOE: ambos (y casi todos los partidos políticos españoles) tienen la conciencia manchada con la sangre de un millón y medio de inocentes.

Así que el obispo de Alcalá, monseñor Reig, tiene todo mi apoyo cuando llama a los partidos políticos estructuras de pecado (que es la verdadera razón por la que se revuelve el alcalde de su ciudad contra él): es un verdadero hombre de Dios que piensa antes en agradar a Yahvé que a los hombres. Dios se lo premie.

Si trato de salvar la conciencia y el alma de las personas, en cuanto a los partidos políticos liberales, como instituciones me parecen satánicas, y cuanto antes se hundan y desaparezcan, más contento me pondré.

Cuánta razón tenía don Félix Sardá.
15/10/14 6:52 AM
  
AGS
Para D. José Gil y todos los demás defensores de la libertad de conciencia, libertad política o como quieran llamarlo:

"...la conciencia cristiana bien formada no permite a nadie favorecer con el propio voto la realización de un programa político o la aprobación de una ley particular que contengan propuestas alternativas o contrarias a los contenidos fundamentales de la fe y la moral."

NOTA DOCTRINAL sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política (24 de noviembre de 2002). CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE.

Sobre si el programa politico del PP "contiene propuestas contrarias a los contenidos fundamentales de la moral", adjunto dos vídeos en los que Mariano Rajoy explica claramente los contenidos su programa. A ver si así nos evitamos leer FALSEDADES como que el PP es "... un partido cuya postura ente el aborto está siendo ambigua, débil ... "

1. www.youtube.com/watch?v=_LkrBM0H3pA&list=UUbS05VVueSdvJiiT4KPkYFQ

2. www.youtube.com/watch?v=q0mcs7bnYXw

Supongo que si la Iglesia enseña que no se puede votar a un partido así, lo de militar en el partido o lo de ser miembro del gobierno que lleva a cabo "la realización del programa político que contiene propuestas contrarias a los contenidos fundamentales la moral" ya ni le digo ...
15/10/14 8:37 PM
  
José Gil
Estimado Luis Ignacio:

Qué difícil es hacerse entender.

Jamás he votado al PP y menos al PSOE.

Ni tengo ni he tenido jamás esperanza alguna en el PP.

Jamás he recomendado votarlos o he dicho públicamente que sería la menos malas de las opciones.

No pretendo justificar a nadie que esté en el PP o lo vote.

Una cosa es justificar el voto (cosa que no hago) y otra afirmar que no puedo prohibirlo moralmente.

Yo pienso que alguien que vota al PP está haciendo mal, pero eso es según mi opinión. Cuando le digo a alguien que vota al PSOE que está haciendo mal, no le digo que en mi opinión está haciendo mal sino que sin duda está haciendo mal porque está apoyando a un partido que promueve el aborto.

A una persona que vote al PP le daría todos los argumentos que das en tus comentarios para que comprenda que en la práctica el PP es un partido que permite el aborto y no hace nada por erradicarlo.

Pero a esa persona no podría decirle que si vota al PP está cometiendo un pecado por apoyar a ese partido.

A una persona que vota al PSOE sí que le podría decir que está haciendo algo moralmente grave por apoyar a un partido que promueve el aborto.

No me parece tan sutil la distinción.



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LA

"Una cosa es justificar el voto (cosa que no hago) y otra afirmar que no puedo prohibirlo moralmente."

Advertir no es prohibir. Yo no tengo autoridad, ni ningún obispo tampoco, sobre la conciencia de cada uno. Lo que sí hay autoridad es para amonestar, avisar y reconvenir. Y en el caso de los cristianos, la corrección fraterna no sólo es un derecho, sino una obligación.

Como usted deja bien claro que no apoya ni apoyaría a tal gobierno o partido, digo yo que quienes podrían manifestar su desacuerdo con mi reconvención serían los aludidos, no alguien como usted, que no se ve afecto por la misma. Pero de momento no ha entrado por aquí ningún miembro del gobierno de España o del Partido popular para hacerlo.


"Pero a esa persona no podría decirle que si vota al PP está cometiendo un pecado por apoyar a ese partido."

Pues ya ve que yo sí, y lo he hecho con razones varias. Ya le he explicado en varios mensajes que simular ser provida y permitir el aborto libre no sólo no es más lícito moralmente que apoyar abiertamente al aborto, sino probablemente más grave, porque a la permisión del mal añade el engaño.
Usted no ha querido entrar a tratar ese punto, y mantiene el discurso de lo difícil que es explicarse.

Yo en cambio, creo que está todo explicado, y bien explicado. Tan es así, que como creo que ya he dejado mi posición suficientemente clara, no voy a dar más vueltas a ese argumento. Con todo, le agradezco su cortés participación.

Un saludo.
15/10/14 10:10 PM
  
josé Gil
Estimado Luis Ignacio:

Dices

"Advertir no es prohibir. Yo no tengo autoridad, ni ningún obispo tampoco, sobre la conciencia de cada uno. Lo que sí hay autoridad es para amonestar, avisar y reconvenir. Y en el caso de los cristianos, la corrección fraterna no sólo es un derecho, sino una obligación".

¡¡Exactamente!! Eso es lo que creo que se debe hacer "advertir".

Porque no tenemos autoridad sobre la conciencia de cada uno, aquí cabe advertir pero no prohibir.

En cambio, en el voto al PSOE, se debe hacer algo más que advertir: prohibir bajo pena de estar cometiendo un pecado mortal.

En este caso nunca cabe discusión alguna sobre que apoyar a un partido que promueve claramente y sin duda el aborto es algo moralmente malo.

No hay duda porque yo le digo al del PSOE:

--"Tu partido promueve el aborto abierta y claramente".
Y él me responde: --"Sí así es".

Esto es innegable. En cambio en el caso del PP cuando yo le digo:

--No puedes votar al PP porque, aunque se declara a favor de la vida y parece que hace algo para eliminar la ley del aborto, en la práctica está siendo responsable de cientos de abortos.

Él me puede discutir eso diciendo:

--Yo también estoy en contra del aborto y sé que no se puede apoyar a alguien que legisla a favor del aborto o se desentiende del problema. Pero este no es el caso del PP. Lo que sucede es que hay dificultades de tal y de cual tipo para modificar ahora mismo esas ley. Tienen que esperar la resolución del Tribunal Constitucional por tal o cual motivo, etc, etc, etc,.

Yo le digo: Eso son excusas políticas, en realidad son responsables de los abortos.

Él responde: No son excusas. Aquí y ahora, es el procedimiento que hay que seguir.

Estas cuestiones son las discutibles. No se discute que apoyar un partido que promueve el aborto es moralmente inaceptable. Lo que es discutible es que aquí y ahora el PP esté promoviendo el aborto o no esté haciendo todo lo posible por evitarlo.

Si no he logrado ahora explicarme mejor, pienso que he agotado toda mi capacidad para hacerlo. Yo también agradezco haber podido exponer nuestro parecer sobre un tema de tanta importancia cordial y serenamente.

Un saludo.


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LA

En el reino de hispanalandia pasó algo parecido: una ley permitía el apaleamiento libre de políticos inmorales y corruptos. El siguiente gobierno no cambió esa ley, y yo le apoyaba.

Un defensor de los derechos de los políticos inmorales y corruptos como seres humanos me exigió usar mi influencia para eliminar esa ley. Como no lo conseguí me conminó a abandonar mi apoyo a dicho gobierno: "No puedes apoyar a ese gobierno porque, aunque se declara a favor de la integridad de los políticos corruptos y parece que hace algo para eliminar la ley del apaleamiento libre, en la práctica está siendo responsable de cientos de apaleamientos salvajes".

Yo le contesté: "Yo también estoy en contra del apaleamiento libre de políticos corruptos e inmorales y sé que no se puede apoyar a alguien que legisla a favor del apaleamiento o se desentiende del problema. Pero este no es el caso de este gobierno. Lo que sucede es que hay dificultades de tal y de cual tipo para modificar ahora mismo esa ley. Tienen que esperar la resolución del Tribunal Constitucional que está estudiando si apalear políticos sinvergüenzas por la calle va en contra de la constitución o no".

Como, después de 30 años de ley, la mayor parte de la población ha aceptado el apaleamiento público de políticos corruptos, y no parece importarle los gritos, la sangre y las mutilaciones, el gobierno está intentando ver cómo puede cambiar la ley, pero debe buscar el consenso con la sociedad. No puede imponer su criterio antidemocráticamente.

Así que de momento, en hispanalandia, cuando un grupo de ciudadanos pilla a un político mentiroso, o que ha robado dinero público, o ha engañado a sus votantes, le pueden coger y zurrarle la badana con palos de varias clases de madera y dimensiones aceptadas por la ley (que es garantista: por ejemplo, no se puede apalear con madera que no esté completamente pulida, hay que evitar las aristas), hasta descalabrarle bien. Es frecuente oír los ayes por las calles.

Algunos dentro del gobierno de hispanalandia estamos intentando cambiar esa ley desde dentro; llevará un tiempo indefinido, porque no es fácil, es muy complicado. Pero no es justificable que se me acuse moralmente de cooperar con las palizas a políticos inmorales, dado que yo no animo a ello, sino que me manifiesto personalmente en contra cuando me lo preguntan. Tampoco he apaleado a ningún político.

Las calles están llenas de políticos corruptos inválidos o muertos. Yo duermo muy bien por las noches, gracias.
16/10/14 6:50 AM
  
Embajador en el Infierno
Muy bueno ese último comentario Luis. Ya nadie se acuerda de la Rhinoceritis de Ionesco, y traga todos los sapos que hagan falta.
16/10/14 9:00 PM
  
yavembar
Creo que el autor del blog lo ha dejado muy claro. Para estos casos, esta bien aplicar aquello de "obras son amores y no buenas razones". A mí me importa tres pitos que el politico de turno diga defender la vida si luego no se hace nada para cambiar las leyes que lo amparan.
Además, el tema del aborto es solo uno de los que se pueden esgrimir contra el PP. ¿Puede, acaso, un catolico votar a un partido favorable al divorcio o a la experimentacion con embriones? Porque recuerdo que el PP no se opuso a la ley del divorcio express y que fue el que aprobó la experimentación con embriones, así como la píl dora abortiva. Así que, el PP no se diferencia en nada del PSOE y, por ello, José, es tan contrario a la moral catolica como lo es votar al PSOE.
17/10/14 10:44 AM
  
APG
No puedes hacerte una idea lo que me has aclarado el tema.
También José Gil, cuya postura era, ( y digo era), la mía.
Es, para mí, algo tan sencillo como ver por escrito las posturas que se debatían en mi cabeza.Poder tocarlas como desde fuera.
El Señor tiene caminos extraños.
Y a mí, por lo visto, se me duerme a veces la conciencia.
De verdad, gracias de todo corazón.

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LA

Todo lo bueno viene de Dios, no de los hombres.
Gracias por sus amables palabras.
18/10/14 12:52 PM

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