De la hazaña de David y los 501 pariahs
I.
Múltiples factores nos impidieron actualizar el blog con la frecuencia soñada, mas de algún modo compensamos la poca escritura reciente diciendo que, a pesar nuestro, la Providencia está obrando maravillas en la Misión, que se expande y dilata a lugares inesperados y por vías por nos impensadas, siendo los medios totalmente desproporcionados a los resultados.
Son múltiples las buenas noticias que queremos compartir pero las presentes circunstancias y la condición temporal que nos atañe nos obligan a seleccionar pocos hechos, entre los cuales se encuentra el que inspiró el título de estas líneas. Ahorremos más introducciones y entremos de lleno en el tema…
II.
La historia parece de novela y aun sigue en curso.
Según una información internética pública, unos pariahs del Himalaya decidieron abjurar del hinduismo y convertirse al Cristianismo. La muy reciente e imprecisa noticia de marras decía que ellos estaban esperando la llegada de un sacerdote para bautizarlos. Esos pariahs viven en un lugar donde no hay ningún católico y mucho menos sacerdotes o consagrados.
Habiendo informado al Ordinario de la situación, y al no poder ir personalmente pues el suscripto estaba introduciendo a un candidato al sacerdocio misionero ante un Obispo en remotos lares, luego de consultarlo y rezarlo, invité a David, un pastor convertido al Catolicismo, a explorar la zona, consciente de que la ley suprema no es sino la salvación de las almas y que hay una auténtica primacía del apostolado por sobre el temor a equivocarnos, como exige S.S. Francisco en el núm. 49 de la Evangelii Gaudium, donde dice: “No quiero una Iglesia (…) que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos. Si algo debe inquietarnos santamente y preocupar nuestra conciencia, es que tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, […], sin un horizonte de sentido y de vida. Más que el temor a equivocarnos, espero que nos mueva el temor a encerrarnos […] en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos repite sin cansarse: «¡Dadles vosotros de comer!» (Mc 6,37)”.
Este pasaje papal no debe interpretarse como un aliciente para comuniones sacrílegas o difusión de errores doctrinales, sino, creemos, como un deber de privilegiar las auténticas iniciativas apostólicas por sobre cosas menores. Esa, creemos, es la intención pontificia. Sigamos con el relato…
III.
Gracias al aporte financiero de un brasilero que me encontré por ahí y de un sacerdote argentino, David se tomó un taxi, un avión y luego una avioneta y una camioneta. Buscó la aldea en la que, según el informe vivían algunos pariahs, pero no lo encontraba. No figuraba ni en Google maps. Al final, la encontró.
Buscó líderes pariahs y encontró a dos de ellos, quienes lo recibieron muy bien. Ambos ya se hicieron protestantes (tomemos nota) mientras los católicos seguimos jorobando con el dialoguismo, el espíritu-de-campanario y la atención meramente corpórea. El segundo tiene un nombre impronunciable pero, le propuse llamarse Paul, y lo aceptó contento. Así, que ahora lo llamamos “Pastor Paul”. Él fundó y dirige una comunidad cristiana protestante independiente (“independent church”) compuesta de 500 pariahs, afiliada con la red Omega (una de los cientos o miles de redes protestantes que sin parar arrasan en el Himalaya convirtiendo paganos doquiera… tomemos nota).
Por gracia de Dios, el ex Pastor David evangelizó (o catolizó) al Pastor Paul explicándole que la Iglesia verdadera es la Católica Apostólica y Romana. Conste que David está recién convertido, pero el Espíritu Santo lo iluminó. David ni siquiera tomó la Primera Comunión. Él la quiere recibir ardientemente pero los actuales tiempos eclesiales van despacio. Entonces, Dios suple y él, por ende, es un apóstol todo-terreno.
A Pastor Paul le enseñaron en su escuela pastoril que la Iglesia Católica es la gran ramera, etcétera. Por eso, ahora, le resultaba llamativo hablar con un católico y más aun con un pastor convertido. David le explicó todo con detalle y paciencia y, a las pocas horas (sic) lo invitó a dejar la mugre de la herejía y hacerse católico. Contento, Pastor Paul le pidió a David que le siga enseñando la doctrina Católica. Y David se quedó afónico de tanto enseñarle. Luego, volaron a nuestra base misional en la Meseta Tibetana, donde David lo siguió formando y le regaló la Biblia completa (los protestantes tienen sólo 66 libros por la culpa del miserable de Lutero, testigo de la iniquidad).
A Pastor Paul le brillaban los ojos con semejante perla escondida: la Biblia completa.
Un sacerdote amigo lo introdujo a los libros deuterocanónicos (los protestantes no los tienen por la culpa de Lutero) y se quedó feliz.
El improvisadísimo curso formativo inicial –que careció de cualesquier método pastoral o pedagogía de escritorio- siguió con una peregrinación al sur indiano donde está la tumba de Santo Tomás Apóstol. Allí lo recibió mi gran amigo, el Padre Jacob, que está siendo perseguido por fanáticos infieles. Este gran sacerdote los expuso a la doctrina católica plena, y los llevó a muchos lugares a peregrinar y a embeberse de catolicidad. Después, les tengo que contar del Padre Jacob. Es un confesor de la Fe. Un titán.
Un obispo indiano, felizmente, lo recibió a Pastor Paul y le dio la bienvenida en la Iglesia Católica. David y Jacob se regocijaban.
Pastor Paul está feliz. Ya volvió a su aldea natal, perdida en una aldea himaláyica que no la vimos ni en los mapas.
Ni bien Pastor Paul llegó a su aldea, envió tres apasionados proselitistas a la Meseta Tibetana, para que ¡David los introduzca a la Fe Católica! Hoy llegaron a nuestra base misional. Recemos por estos tres proselitistas… Si se hacen católicos, es impensable el bien que harán. Ya se los contaré.
Pastor Paul está rogando que yo vaya a predicarle a los 500 miembros de su comunidad. Quiero volar ya. Lo antes posible iré.
Pastor Paul ya empezó a preparar a su comunidad para que todos se conviertan a la Fe Católica lo antes posible. Él piensa que en un año estarán preparados. Esperemos que les eviten “una maraña de obsesiones y procedimientos” (cfr. Evangelii Gaudium, 49).
Hoy debemos ser más proselitistas que nunca. Con un proselitismo santo, claro, no con el de los partidócratas. Busquemos ser instrumentos de Dios para convertir a todos (protestantes, ortodoxos griegos, judíos, sarracenos, …) la Fe Católica. Eso le da mucha gloria a Dios.
Que conste: estamos urgidos de voluntarios que vengan a predicar a los paganos en nuestra zona. Urgidos. No damos abasto. Somos dos almas.
No nos ayuden a onegeizar. Ayúdennos a predicar. Si les pedimos ayuda para oenegeizar, reprímannos. Les pedimos ayuda para participar en la epopeya salvadora de almas: ¡¡¡vengan a predicar!!!
¡Viva la Misión!
¡Viva la Iglesia Católica!
Padre Federico, S.E.
Misionero en el Himalaya
5-VIII-17
Nota bene: en un rato publicamos las fotos