Pocos saben que la pedofilia es rampante en los monasterios budistas tibetanos de la India del actual Dalai Lama, ganador del Premio Nobel de la Paz en 1988, presentado por los medios como «el mesías de la new age».
Y pocos saben que el budismo tibetano permite la sodomía monástica y que no sólo la permite sino que la institucionalizó volviéndola una praxis normal en el período del paso al noviciado, aunque, valga aclarar, con ciertas restricciones.
Esto que decimos fue confesado por un órgano del Gobierno del Tíbet en el exilio, esto es, por la revista mensual «The Tibetan Review», en la cual John Billington, al escribir su reseña ‘Ayudando a los tibetanos a ponerse al día con el siglo XX ‘, (Tibetan Review abril 1998, página 23, columna central, párrafo 1), hace la siguiente pública revelación: «la poliandria y el modo peculiarmente tibetano de homosexualidad nunca fueron un problema».
Heinrich Harrer en «Siete años en el Tíbet», también declara categóricamente que los monjes en el Potala (el principal monasterio tibetano de todo el mundo) son homosexuales.
Recientemente, un periodista que investiga el fenómeno del budismo tibetano, se topó con algunas pruebas alarmantes sobre la pedofilia en un monasterio tibetano.
No hace mucho tiempo, un niño de 7 años había sido puesto en un monasterio directamente debajo del Dalai Lama en las colinas de Bengala Occidental. Sorprendentemente, él mismo había insistido en que había querido ir a un monasterio para continuar sus estudios. Los padres del niño habían sido ingenuos, a pesar de estar estrechamente asociados con el monasterio durante muchas generaciones, hasta que se descubrió el misterio. El niño había permanecido allí durante unos ocho meses y cuando huyó del monasterio, ya tenía cicatrices de por vida. Inicialmente había sido extremadamente reticente al contarles a sus padres lo que había sucedido. Pero lentamente, la verdad emergió.
El monasterio al que había ido era una guarida de vicios que seguía la corriente doctrinal Gelugpa, que es la del Dalai Lama, que, agregamos, es el máximo gurú de los ritos budistas mágico-sexuales.
Lo que sucedió brevemente es lo siguiente: todas las noches, los monjes mayores atraían a los monjes novicios lejos de sus camas ofreciéndoles dulces y luego los violaban. Los sodomizaban abrumando cualquier resistencia que los jóvenes presentaran. A lo largo de las noches, el monasterio estaría lleno de sollozos tenues de estas víctimas involuntarias de la sodomía maldita. Pero no había nada que pudieran hacer al respecto, ya que sus padres los habían enviado allí desde lejos.
Para evitar un escándalo gigantesco, el monje violador fue enviado a un monasterio hermano en Katmandú, donde ese comportamiento también es la norma.
Valga mencionar que la sociedad tibetana, como es bien sabido, es increíblemente ciega cuando se trata de sus creencias en el Dharma y sus Lamas, que constituyen, para ellos, una élite de seres supramundanos que no pueden hacer nada malo y eso a pesar de la evidencia de su malicia.
Ahora bien, ¿a qué se refiere el liberal John Billington (profesor de inglés en la India) cuando habla de lo que se conoce como ‘el modo peculiarmente tibetano de la homosexualidad’?
El monje tibetano (lama) Shree Narayan Singh, cuyo artículo resumimos y traducimos en estas líneas, lo explica claramente: ¡¡¡la sodomía, de hecho, forma el rito de transición hacia el noviciado!!! Este repugnante rito puede definirse como una forma sofisticada de masturbación. El monje Shree describe esta asquerosidad con más detalles, pero los obviamos ya que el tema es pestilente.
La perversión está tan institucionalizada que el Lama Shree llega a escribir que, de hecho, se dice en estos monasterios que uno debe practicar la dicha forma de sodomía, para ser y seguir siendo un «buen monje». Ahora entendemos mejor, agregamos nosotros, porqué muchos de los monjes budistas que vemos en el Asia, son inequívocamente amanerados. También agregamos que, cuando estuvimos en Laos, un ex-monje (devenido taxista y agente prostibulario) nos reveló que hay muchos monjes budistas sodomitas en Laos, donde el budismo es la religión cuasi-oficial.
Lama Shree llega a escribir algo que nos parece increíble, esto es, que los monjes jóvenes son invariablemente abusados y reciben favores de diversos tipos de sus socios activos en forma de dinero en efectivo y así se convierten en «trabajadores sexuales monásticos» de facto. Es lo que se puede llamar, agregamos, prostitución sodomítica al interno del monacato budista.
La masturbación monástica sodomítica se había incorporado antiguamente como la primera de las «Trece Lhag-mas», las cuales requieren expulsión automática después de la tercera ofensa. Sin embargo, luego, esta aberración fue denominada «costumbre de los monjes» y parece haber existido en el Tíbet desde los días de los padres fundadores del budismo.
Lama Shree señala que no se sabe cuándo los niños fueron inducidos a esta peste, aunque podría haber sido bastante temprano en la Historia.
Algunos Maestros budistas, a lo largo de los siglos, reaccionaron contra la dicha plaga, pero no lograron erradicarla. De hecho, cuando al XVI Gyalwang Karmapa se le preguntó, respondió pensativamente que durante estos tiempos degenerados, se considera suficiente si un monje puede observar sus cinco votos principales.
De todos modos, como afirma Lama Shree, se sabe que la ‘homosexualidad monástica’ se institucionalizó realmente con el advenimiento del movimiento reformado Gelugpa de Je Tsongkhapa en el siglo XV.
Lama Shree escribe, a título de ejemplo indicativo, que él ha sido testigo de un patético incidente hace unos años en un monasterio particularmente conocido en Nepal, en el que una noche, un joven monje de 8 años fue arrastrado nada menos que por el Monje a cargo de Disciplina, mientras el niño en ropa interior había seguido suplicando que lo liberaran, todo lo cual tuvo lugar frente a uno de los altos Lamas de ese monasterio, que simplemente se rió del incidente.
Lama Shree revela que a medida que crecen, algunos monjes adolescentes comienzan a estar en pareja; tales «parejas» adultas comparten sus alegrías y tristezas a medida que envejecen juntos dentro del sistema monástico, todo lo cual no es infrecuente. ¡Otros, agrega Lama Shree, simplemente contribuyen a la perpetración de este círculo vicioso!
Lama Shree es tan preciso en su masiva denuncia que incluso indica el modo en que un monje budista sodomita seduce al otro: la forma en que se abordan mutuamente es a través de un apretón de manos en el que el posible socio activo le hará cosquillas en la palma con el dedo índice. El otro, si acepta, apretaría su mano; en caso de que no lo haga, simplemente suelta su mano, mira hacia otro lado y sigue su propio camino.
Shree Lama denuncia que el Dalai Lama nunca ha tomado la iniciativa de detener este flagelo.
La sodomía en el monacato budista es tan seria que, según informa la BBC, en la provincia norteña de Chiang Rai (Thailandia), se está introduciendo un plan de estudios de «buenos modales» como respuesta a las actividades afeminadas entre los novicios, como el uso de maquillaje y túnicas ajustadas.
El monje mayor Phra Maha Wudhijaya Vajiramedhi le dijo a la BBC que estaba especialmente preocupado, dijo, por el comportamiento extravagante de los monjes homosexuales y transgénero, a los que a menudo se puede ver vistiendo túnicas reveladoramente ajustadas, portando bolsos rosados y cejas afeminadas. Tailandia tiene una población muy grande y visible de hombres transgénero, y Phra Vajiramedhi reconoció que era difícil excluirlos del monacato, pero esperaba que su curso al menos pudiera persuadirlos para que frenaran sus hábitos más extrovertidos.
¡Que Dios nos libre del budismo!
Padre Federico Highton, S.E.
Naga, Himalaya
26/8/19
Fuentes: este artículo es un resumen del escrito intitulado «Child abuse in Tibetan Buddhist Monasteries» escrito por Lama Shree Narayan Singh ( http://www.lamatruth.com/ying/?type=detail&id=222 ) y del artículo de la BBC titulado ‘Etiquette guide’ for Thai monks (http://news.bbc.co.uk/2/hi/asia-pacific/8020311.stm ). Cuando hemos hecho algun agregado, lo hemos aclarado. La traducción nos pertenece.