Diplomarse en la Palabra Dios… o desplomarse en las palabras del mundo.
Debido a la gran cantidad de pedidos que de una pléyade de almas se han recibido para crecer en el conocimiento de la Palabra de Dios, desde la feliz alianza de la Universidad Unicervantes y el Ateneo San Elías (ASE) lanzamos para gloria de Dios y salvación de las almas, un Diplomado sobre la Palabra de Dios, que dimos en llamar “Diplomado de Introducción a la Sagrada Exégesis Bíblica” (DISEB), el cual estará abierto a todas las personas (de buena o mala voluntad) que manden un correo ([email protected]) o un whatsapp a la Secretaría Académica ([+54 911]4188-7730).
El programa del Diplomado escriturístico (que es complementario y paralelo con el “Diplomado de Introducción a la Sagrada Teología” –que gracias a Dios rebosa de entusiasmados alumnos) incluirá los siguientes tópicos: prenotandos; historia de la exégesis bíblica; Pentateuco; Libros Históricos, Sapienciales y Proféticos; Santos Evangelios; Hechos de los Apóstoles; Epístolas Paulinas y Católicas y hasta el Apocalipsis.
Durará un año, las clases serán los sábados (a las 0900 de México DF, las 1200 de Buenos Aires y las 1600 de la Madre Patria) y funcionará con la modalidad PAT (presencialidad con asistencia técnica) usando la plataforma ZOOM.
Las clases serán en vivo, pero quienes –por razones de trabajo, familia, deporte o estudio- tengan horarios complicados, podrán escuchar las clases en diferido (u on demand) cuando les quede más cómodo.
Los diplomandos podrán acceder al Campus Universitario online, disponer del material bibliográfico correspondiente y aprovechar el programa de tutorías haciendo consultas a los profesores en el Foro del DISEB.
Casi la mitad del pago, se destinará a beneficio de las Misiones del Omnes Gentes Project (OGP), que ahora inaugura promitentes batallas en el África Occidental, a donde recién llegamos y desde donde escribimos estas improvisadas líneas, en medio de un sofocante calor y mosquitos que nos quieren donar su grata malaria, que, como dijo el padre Francisco, es el bautismo del misionero subsahariano.
Los cursantes recibirán un diploma oficial que acreditará su asistencia y su aprobación a los exámenes que se tomarán. Se requerirá solo dos horas por semana para oír las clases y luego se tendrá el resto del tiempo libre para que el alma pueda vacar en la Palabra de Dios y en los mejores comentarios hechos por los más grandes de los grandes, Santo Tomás, San Agustín y los Santos Padres Griegos, de cuya mano recorreremos los celestiales paisajes de todos y cada uno de los divinos setenta y tres libros de la Sacra Escritura, que para muchos católicos lamentablemente siguen siendo el último orejón del tarro.
En estos tiempos de abatimiento donde lo normal en lo raro, donde la gente se gasta su dinero en lo que no sabe si necesita pero quiere, donde hay multitudes de cursos bíblicos que poniendo la fe en jaque parecen programados para que el alumno apostate, crea que los gallos son gallinas o dude de los milagros de nuestro Señor, impugnando hasta la autoría joánica del Evangelio de San Juan, es muy conveniente introducirse, de modo orante, metódico y científico, en el estudio de la Sagradas Escrituras, de las manos más seguras, que son las de Santo Tomás y San Agustín, a quienes los exégetas modernos no les llegan ni a los talones (y, tal vez por eso, los desprecian).
Hacer un diplomado no es sólo para aquellos a quienes el ocio no les deja tiempo para nada, sino para quienes quieren seguir el consejo paulino de «estar siempre prontos a dar respuesta a todo el que os pidiere razón de la esperanza» (I Pe 3, 15).
En efecto, nosotros, trepados como enanos sobre hombros de gigantes, podremos divisar el paradísiaco firmamento de los misterios divinos buceando en el fascinante y tremendo piélago de la siempre inefable Palabra de Dios, que extasía a los Santos y llevó a los Mártires a derramar su sangre, a los Apóstoles a gastarse y desgastarse por predicarla, a los Doctores a penetrarla con agudeza y destreza, a los Sacerdotes a celebrarla en catedralicios oficios, a los Monjes a cantarla en góticas abadías, a los Ermitaños a meditarla en remotos desiertos, a los Predicadores a anunciarla heroicamente a tribus salvajes o herejes perdidos, a los Místicos a contemplarla en angélicos arrobamientos, a los Apologetas a emplearla en sus sagradas batallas para la defensa de la Fe y a los Reyes Católicos para inspirar y fundar sus decisiones a la luz del divino querer y levantar la más grande civilización que la Historia jamás conoció, que es la Santa Cristiandad, de cuyas expensas aún vive la Modernidad.
En esta era donde sobran las palabras –que se tergiversan, venden y retuercen-, donde estamos queriendo humo y humo nos están vendiendo, donde se buscan respuestas y sólo se encuentran preguntas, donde todos creen su verdad a expensas de la Verdad, donde se empuja a Dios y se cuestionan con alevosía Sus divinos decretos, donde la masa amorfa naufraga en los delirios del yoga y en el infierno del reiki, donde tantos bautizados viven pendientes del horóscopo o el feng-shui, donde se ostentan diabólicas mandalas y se ignora hasta que Jesús es Dios o María es Corredentora, es del todo oportuno durante este año reservarse unas horas para adentrarse en la Biblia, que es la Palabra de Dios, y por tanto, el máximo libro jamás escrito, que nadie puede dar por sabido pues tiene suficiente riqueza para extasiar a todos los coros de los ángeles per secula seculorum.
Apaguemos un rato la radio, los ring-tones del celular y las redes a-sociales y sumémonos al éxtasis angélico en este diplomado que aparece en el venidero diciembre.
En estos tiempos donde las más prestigiosas y caras Universidades del mundo dictan pomposos cursos on-line y masters a la moda, la Iglesia aprovecha estos recursos para enseñar la Verdad salvífica, recordando que «el que permanece en la doctrina, ese posee al Padre y al Hijo» (II Jn 9).
Si se nos permite la hipérbole, cerramos esta inesperada y amical invitación, con una apretada disyuntiva existencial: diplomarte en la Palabra Dios… o desplomarte en las palabras del mundo.
¡Viva Cristo Rey!
¡Viva la Verdad!
Padre Dr. Federico Highton, SE
Director del ASE y Misionero de tribus ignotas
África Occidental, 28-XI-MMXX