9.10.19

Te Deum (I - Respuestas XLIX)

1. En el siglo V se comienza a emplear en la Iglesia un himno festivo de acción de gracias, el Te Deum. Se emplea en solemnes ocasiones de acción de gracias a Dios convocando al pueblo cristiano al canto del Te Deum.

En la actual Liturgia de las Horas, el Te Deum se canta o se recita al final del Oficio de lecturas, antes de la oración conclusiva, en los domingos, fiestas y solemnidades (exceptuando los domingos de Cuaresma). Así dicen las rúbricas de la IGLH:

«En los domingos, excepto los de Cuaresma, en los días de la Octava de Pascua y de Navidad, en las solemnidades y fiestas, después de la segunda lectura, seguida de su responsorio, se recita el Te Deum, el cual se omite en las memorias y en las ferias. La última parte de este himno, desde el versículo «Salva a tu pueblo, Señor» (Salvum fac populum tuum) hasta el fin, puede omitirse libremente» (IGLH 68).

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2.10.19

Obispos, yoga, liturgia y oración (I)

Se nos ha olvidado o hemos querido que se nos olvide. O a lo mejor nadie nos lo dijo ni nos lo enseñó. Tal vez no hemos caído en la cuenta viendo cómo se celebra muchas veces la santa liturgia. Pero la liturgia es oración. Podría parecernos que no: que es acción, movimiento, intervenciones, ruido, ajetreo, moniciones y discursos variados… pero esa es la deformación de la liturgia, una deformación que padecemos y que no acaba de corregirse ni atajarse: ¡tan metida está en los espíritus secularizados de hoy que secularizan todo lo que tocan!

La liturgia es oración: una oración especial, en común, eclesial, que incluye diversos modos (luego los veremos), con la presencia de Cristo glorioso («Donde dos o tres están reunidos en mi nombre…»).

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26.09.19

Gloria al Padre (y II - Respuestas XLVIII)

3. Al parecer, ya en el siglo IV se había extendido por todas partes la costumbre de terminar el canto de cada salmo con el «Gloria al Padre», costumbre ininterrumpida.

La Introducción General a la Liturgia de las Horas determina el uso del «Gloria al Padre». Esta doxología concluye la invocación inicial «Dios mío, ven en mi auxilio» (IGLH 41). Cada salmo y cada cántico concluye también con esta doxología (a no ser que expresamente se diga lo contrario, como ocurre con el Cántico de las criaturas de Dn 3): «al final de cada salmo se mantiene en vigor el concluir con el «Gloria al Padre» y «como era». Pues el Gloria es la conclusión adecuada que recomienda la tradición que da a la oración del Antiguo Testamento un sentido laudatorio, cristológico y trinitario» (IGLH 123).

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19.09.19

Gloria al Padre (I - Respuestas XLVII)

1. Muy especialmente en la Liturgia de las Horas, y en devociones tales como el rosario, una de las plegarias por las que participamos en la liturgia es el «Gloria». Se le llama «doxología menor» para diferenciarla de la «doxología mayor» que es el himno «Gloria a Dios en el cielo».

Ya desde muy antiguo, la Iglesia alabó así, brevemente, a la santísima Trinidad, nombrando a las Tres Personas y confesando que sólo a Dios se le debe la gloria, la alabanza, el honor y el poder. Así esta doxología es una alabanza y una confesión de fe al mismo tiempo: «Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo».

Las doxologías o alabanzas[1], que la Iglesia canta en su liturgia dependen de las del NT, y éstas, a su vez, guardan relación con las doxologías del Antiguo Testamento. En el NT hay una serie de doxologías dirigidas sólo al Padre; otras dirigidas al Padre por Cristo y algunas solamente a Jesucristo. Se entonan estas doxologías considerando los atributos de Dios, o las obras de su creación y sobre todo sus maravillas en la historia de la salvación y de la redención de los hombres.

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12.09.19

Nunc dimittis (Respuestas XLVI)

1. Ha llegado la noche, es el tiempo del descanso nocturno. Una jornada más ha transcurrido, ofrecida a la gloria de Dios, santificada. Ahora, brevemente, la Iglesia reza las Completas para encomendar a Dios el descanso de la noche: «Las Completas son la última oración del día, que se ha de hacer antes del descanso nocturno, aunque haya pasado ya la media noche» (IGLH 84).

2. Su breve estructura –examen de conciencia, himno, salmo, lectura breve y responsorio– realza más si cabe el cántico evangélico «Nunc dimittis», el cántico de Simeón al ver a Cristo en su Presentación en el Templo de Jerusalén. «Con el cántico podemos decir que culmina esta Hora» (IGLH 89).

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