18.03.20

"Nos haces dignos de servirte en tu presencia" (Plegaria euc.- XI)

procesión ordenación      “Adstare coram te et tibi ministrare", dice el original latino: “Estar delante de ti y servirte a ti". Esta breve frase de la plegaria eucarística II da pie a una reflexión que conduce a conocer la naturaleza de la liturgia misma y el concepto (recto, claro) de la participación litúrgica.

    De este modo, tomando pie en las mismas plegarias eucarísticas, nos vamos acostumbrando a descubrir la riqueza teológica y espiritual que se contienen en los textos litúrgicos de la Iglesia y, al mismo tiempo, a penetrar en las plegarias eucarísticas, que son la oración cumbre y fundamental de la celebración eucarística.

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11.03.20

Acéptanos también a nosotros (Plegaria euc.- X)

consagración

   Un filón inagotable es la plegaria eucarística, que contiene y expresa la fe de la Iglesia, como precioso tesoro.

    En ella, recitada por boca del sacerdote in persona Christi et in persona Ecclesiae, se afirman grandes verdades de la fe que merecen ser consideradas con detención, porque la escucha rápida durante la Santa Misa tal vez no llegue a provocar la meditación personal.

    Fijándonos en una de las súplicas de la plegaria eucarística, podemos alcanzar una comprensión mayor del sacerdocio bautismal o sacerdocio común que hemos recibido en las aguas bautismales.

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     La Ofrenda de Cristo, que es su propia Persona, su Cuerpo y su Sangre ofrecidos sacramentalmente, incluye también a los fieles, que se unen a su Señor y se ofrecen conjuntamente con Él al Padre.

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4.03.20

"En ofrenda permanente" con excursus atrevido de actualidad (Plegaria euc.- IX)

 consagración     Junto a la Ofrenda de Cristo mismo al Padre, que la Iglesia realiza en la santa Misa por manos del sacerdote, se incluye igualmente nuestra propia ofrenda, es decir, la ofrenda de nosotros mismos.

     ¡Ah!, ¿que también nosotros nos ofrecemos? ¿Cómo y para qué?

     ¿Que nos hacemos ofrenda también? ¡Sí!

     Todos los misterios de Cristo se reproducen y prolongan en nosotros, miembros de su Cuerpo; y si completamos en nuestra carne la pasión de Cristo en favor de su Cuerpo que es la Iglesia (cf. Col 1,24), también somos incluidos en su Ofrenda del altar.

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19.02.20

"Víctima viva para alabanza de tu gloria" (Plegaria euc.- VIII)

MISA       Consecuencia lógica de descubrir en la Eucaristía el sacrificio de Cristo, es calificarle a Él de “Víctima". Pero, siguiendo más aún en esa misma línea, junto a Cristo-Víctima están los fieles bautizados, que se convierten en víctimas vivas.

        Hemos de profundizar y contemplar este término, “víctima", para una mejor comprensión del sacramento eucarístico y el alcance que tiene una verdadera participación en la liturgia -lejos de ser intervención constante- que supone ofrecerse con Cristo, sin condiciones.

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    En el sacrificio de Cristo se incluyen nuestros propios sacrificios personales: penitencias, mortificaciones, luchas, combates, ejercicio de obras de misericordia, virtudes practicadas, el trabajo ofrecido… y en la ofrenda de Cristo nosotros mismos nos ofrecemos: “ofreced vuestros cuerpos como hostia viva, santa… Éste es vuestro culto razonable” (Rm 12,1). Ofrecemos y entregamos todo lo nuestro, e incluso a nosotros mismos, como sacrificio junto al Gran Sacrificio de Cristo.

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12.02.20

La liturgia fracasa, la catequesis se empobrece... Suma y sigue

jornada

    La liturgia no sirve para evangelizar. Como no es esa su función en la vida de la Iglesia, resulta un fracaso continuo para quien la quiere emplear como medio de evangelización. No es esa su naturaleza, no es esa su estructura, no es ese su fin. La liturgia no sirve para evangelizar.

      Más bien hay que pensar que la liturgia es para los que ya están evangelizados; éstos sí comprenden su naturaleza y la viven de otro modo, más interiormente, porque ya han recibido las necesarias catequesis después de un proceso. La catequesis verdadera, y no digamos nada del catecumenado, desemboca en la vivencia de la liturgia. En la catequesis, ésta sí evangelizadora por naturaleza, se ha ido enseñando la liturgia, su sentido, su año litúrgico, sus elementos, sus oraciones, los gestos rituales y sacramentales, la espiritualidad que nace de la liturgia, etc. Y ahora, ya evangelizados, con la suficiente catequesis recibida, viven todos la liturgia sin necesidad de más palabras.

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