17.09.23

La liturgia nos da la vida en Cristo (Notas de espiritualidad litúrgica - XXIV)

Los misterios del Señor son recordados y se nos hacen presentes en la liturgia. Se despliegan los misterios de Cristo a lo largo del año litúrgico, comunicando gracia, salvación y santidad.

Así se va sucediendo el año litúrgico con la presencia de Cristo en sus misterios. La Iglesia, abriendo los “tesoros bíblicos” (SC 51) evoca cada uno de los misterios del Señor, o sea, los episodios, los actos de la vida del Señor, desde el seno de la Trinidad a su Encarnación y Nacimiento, hasta llegar al Misterio pascual, su glorificación y la espera de su segunda venida en gloria y majestad.

Es muy significativo, a este respecto, cómo en el rito hispano-mozárabe, partida la hostia, sus trozos se depositan sobre la patena en forma de cruz evocando esos misterios de Cristo: Encarnación, Nacimiento, Circuncisión, Aparición, Pasión, Muerte, Resurrección, Gloria y Reino. ¡Sí!, todos los misterios de Cristo están ahí, presentes, reales, salvadores, aquí y ahora.

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10.09.23

Liturgia y vida espiritual (Notas de espiritualidad litúrgica - XXIII)

La reforma de la liturgia, con sus luces y aciertos y también con sus deficiencias, pretendía que la liturgia volviera a estar en el centro de la vida espiritual de los fieles; el celo de la Iglesia era promover y acrecentar la vida litúrgica de los fieles ya que es fuente de espiritualidad y de vida cristiana.

Se trata de integrar la liturgia en la vida espiritual de cada fiel cristiano. Son abundantísimas las riquezas y tesoros espirituales de la liturgia: merecen ser vividos, conocidos, meditados, asimilados. Sin embargo, hay mucho que hacer, formar, enseñar, catequizar aún en este terreno. Son muchísimos los fieles –incluso religiosos y ministros ordenados- que desconocen muchas cosas fundamentales de la vida litúrgica y que no la tienen como centro de su vida espiritual.

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2.09.23

Concepto de «espiritualidad» (Notas de espiritualidad litúrgica - XXII)

Se usa “espiritual” en un lenguaje corriente, coloquial, para designar a alguien alejado de la realidad, de lo cotidiano, que no aterriza nunca o parece no situarse en el mundo y en sus circunstancias, aislado, o ingenuo tal vez… ¿Pero eso es ser espiritual o una caricatura? ¿No es más bien una distorsión? ¿No parece sino una burla? Porque luego vienen otros, muy activistas ellos, incluso sacerdotes, que oponen lo espiritual a lo “pastoral”, a lo dinámico y creativo tan vacío y tan estéril –pero empeñándose en ese camino ruinoso-. A éstos, les parece que la espiritualidad (y la liturgia) está reñida y en oposición a lo pastoral, a lo catequético… y que ellos, con sus mil actividades, reuniones, dinámicas, etc., tienen la solución para todo, y lo que desvelan es su escasa comprensión no sólo de la liturgia y de la espiritualidad, sino de la verdadera acción pastoral de la Iglesia, muy lejos del activismo, o de lo secularizado que rebaja contenidos y exigencias, o que todo lo supedita a la simpatía con el mundo, con la gente… ¡Cuánto vacío hay en esto, cuánto caos, cuánta confusión!

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20.08.23

Espiritualidad integradora (Notas de espiritualidad litúrgica - XXI)

La vida espiritual del cristiano está basada en la acción de Dios y de su gracia; es vida en la comunión con el Padre por medio de Jesucristo, Sumo y eterno Sacerdote, bajo la acción e influencia del Espíritu Santo, mediante la santa liturgia.

Por eso no hay vida cristiana sin liturgia. No hay cristianismo que no sea litúrgico.

Porque sin la liturgia, todo sería un horizontalismo absoluto, y la vida un pelagianismo de la buena voluntad, del esfuerzo, de la ética y del compromiso, sin pecado y sin necesidad de Redentor. La vida cristiana no es sentimiento privado de quien va por libre: es liturgia, el obrar real de Dios. Sin liturgia, no hay vida cristiana en el mundo, ni vida interior del alma, ni transformación en Cristo viviendo en santidad, ni redención de las almas, ni la salvación avanzando…

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6.08.23

Espiritualidad eclesial para todos (Notas de espiritualidad litúrgica - XX)

Ni un lujo ni un capricho; ni un privilegio ni un arcano escondido: la espiritualidad litúrgica es para todos, porque nace de la liturgia misma de la Iglesia para todas las almas fieles. Todos podemos acudir a esta espiritualidad litúrgica, todos podemos enriquecernos con ella, todos podemos alimentar e incrementar nuestra vida interior con la espiritualidad litúrgica.

La liturgia entrega sus tesoros espirituales a quien humildemente se acerca a ella y se lo solicita. Es verdad que para eso hace falta un cierto paladar o gusto de las cosas divinas y algo de introducción, de iniciación a la liturgia. Pero, dados los primeros pasos, se descubre en la liturgia una riqueza de vida que no imaginábamos… tal vez porque redujimos en nuestra mente la liturgia a ceremonias o a celebración festiva y didáctica.

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