Adaptaciones legítimas del rito romano sin sincretismo ni deidades indígenas (Liturgia frente a ídolos - IV)
La inserción profunda de la predicación de la fe cristiana en las distintas culturas dio origen a los distintos ritos y familias litúrgicas, orientales y occidentales, asumiendo sus peculiaridades, formas de expresión y de canto, sensibilidad, orden y organización del rito (incluso su duración y vivencia del tiempo), colores, etc. Fue un sano ejercicio de inculturación de la fe y de la liturgia en torno a las grandes sedes patriarcales y Padres de la Iglesia.
El rito romano, conciso y sobrio, es capaz de asimilar y adaptarse a diferentes ámbitos culturales, enriqueciéndose al mismo tiempo: pensemos cómo incluyó los usos francos y germánicos, su peculiar sensibilidad y estilo, modificando el mismo rito romano o enriqueciéndolo de otra manera, según cada cual quiera valorar (ahí están los sacramentarios Gelasianos del siglo VIII o el Pontifical romano-germánico del siglo X).
Es una tarea que realiza la Iglesia misma –nadie por su propia iniciativa suprimiendo, cambiando o añadiendo (cf. SC 22)-. Es lo que en el número 39 de la Constitución Sacrosanctum Concilium se decía: