Anotaciones para celebrar mejor la Plegaria eucarística (y V)
Sabiendo qué es la liturgia, y cómo Cristo es el centro absoluto de todo, el sacerdote será un humilde servidor de los misterios para bien de los fieles presentes, de la comunidad celebrante. El sacerdote es un ministro, es decir, un servidor: “Cuando celebra la Eucaristía, debe servir a Dios y al pueblo con dignidad y humildad, y en el modo de comportarse y de proclamar las divinas palabras, dar a conocer a los fieles la presencia viva de Cristo” (IGMR 93).
El sacerdote, con espíritu de fe y de obediencia, sigue el Misal, la liturgia que la Iglesia le entrega, y evita ser el centro de la celebración para que brille sólo Jesucristo. Sin duda, hay que evitar los protagonismos, así como la manipulación de la liturgia y la arbitrariedad. Han sido constantes y reiteradas las llamadas del Magisterio para frenar estos excesos “por un malentendido sentido de creatividad y de adaptación”, considerando “como no obligatorias las ‘formas’ adoptadas por la gran tradición litúrgica de la Iglesia y su Magisterio” (Juan Pablo II, Ecclesia de Eucharistia, n. 52).