En el catecumenado y en la Vigilia pascual, se renuncia a los ídolos, deidades, magia y demás (Liturgia frente a ídolos - V)
5.- La liturgia: culto verdadero en Espíritu y en Verdad
Ni en el monte Garizim ni en Jerusalén; ha llegado la hora en que los verdaderos adoradores dan culto al Padre en el Espíritu Santo y en la Verdad, que es Cristo, el Hijo de Dios vivo, verdadero, sumo y eterno Sacerdote; Mediador entre Dios y los hombres por su sangre derramada en la cruz. La realidad es nueva, la plenitud se ha dado en Cristo, el hombre ya no busca a Dios a tientas porque Él se ha dignado revelarse plenamente en su Hijo, y en el Hijo se le adora con plena luz y sin tinieblas. Ya las religiones paganas y los cultos precristianos han caducado, son inservibles e ineficaces. Por eso, y con razón, rezamos:
“Sacerdote eterno, que al entrar en el mundo has instituido la plenitud del culto, haz que todos los hombres participen de él por medio de tu Iglesia”[1].
La liturgia es ahora el ejercicio del Sacerdocio de Cristo. La plenitud del culto es la liturgia cristiana, no los ritos paganos, o los cultos idolátricos.
5.1. Renuncia a los ídolos en la Iniciación cristiana
Con razón, el Ritual de la Iniciación cristiana atiende a la situación de aquellos que piden entrar en el catecumenado y provienen de religiones animistas o idolátricas. No hay síntesis posible ni mezcla ni la falsa tolerancia, tan políticamente correcta; no ha lugar, en nombre de un “pluralismo”, unir a Cristo y a Belial (cf. 2Co 6,15), el cristianismo y las prácticas paganas, idolátricas o indigenistas. ¡Solo Cristo!, y a Él todo honor y gloria por siempre. Amén.
El rito de entrada al catecumenado, tras la evangelización inicial y precatecumenado, exige la renuncia a las tinieblas. “Allí donde esté en boga el culto de adoración a las potestades de las tinieblas, o de evocación de los espíritus de los muertos, o las prácticas mágicas para conseguir la protección de lo alto” (RICA 78) se realizará pública renuncia en forma de diálogo entre el celebrante y los candidatos al catecumenado:
“Queridos candidatos, puesto que llamados y ayudados por Dios, habéis decidido venerarle y adorarle a él solo y a Cristo, y ya queréis desde ahora mismo servir al único Dios y a Cristo, ha llegado el momento solemne de que renunciéis públicamente a esas potestades que no son Dios, y a esos cultos con los que no se manifiesta la veneración a Dios. ¡Lejos de vosotros esté el que abandonéis a Dios y a su Cristo, y sirváis a potestades ajenas!
Candidatos: ¡Lejos de nosotros!
Celebrante: ¡Lejos esté de vosotros que veneréis a N. y N.!
Candidatos: ¡Lejos de nosotros!
Y así para cada culto al que haya de renunciar” (RICA 80).
Una plegaria de los exorcismos menores que se realizan a lo largo del catecumenado, reza así:
“Te rogamos en el nombre de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, y por la virtud del Espíritu Santo, que alejes de estos siervos tuyos la incredulidad y la duda, (el culto de los ídolos y la magia,los encantamientos y el espiritismo)” (RICA 114).
El primer domingo de la santa Cuaresma, escuchando el relato de las tentaciones del Señor en el desierto, vemos y renovamos la lucha contra los ídolos, al ver a Cristo decirle al demonio: “al Señor tu Dios adorarás, y a Él solo darás culto”.
“Cristo rechaza la propuesta de conseguir poder y gloria a cambio de la idolatría. Responde al tentador con una frase de la Escritura que hoy sigue conservando todo su significado: “Adorarás al Señor tu Dios y sólo a El darás culto” (cf. Lc 4, 8). También vosotros, jóvenes, estáis llamados a mantener vuestra fe en un solo Dios, en medio de tantas propuestas de idolatría. ¡No os entreguéis a los ídolos modernos! ¡No renunciéis a lo más valioso de vuestra existencia, que es vuestra identidad cristiana! ¡Mantened firme vuestra adhesión al Señor Dios, el único adorable, el único dueño de la vida y de la muerte, el que da plenitud de sentido a nuestra peregrinación por la tierra y a nuestra actividad humana!
¡Nada es digno de adoración fuera de Dios, nada es absoluto fuera de El! Ni la riqueza, ni los placeres, ni la ciencia, ni la tecnología, ni la fama, ni el prestigio, ni las utopías políticas pueden convertirse en valor supremo.
Sólo Dios es capaz de saciar la sed de vuestros corazones: “Al Señor tu Dios adorarás y a El solo servirás” (cf. Mt 4, 10). Jesús rechazó la tentación para consagrarse por entero al servicio del Padre. Con su victoria dio principio a nuestra victoria. Con El y como El decid sí a Dios, a su reino, a su amor. Sin la fe en Dios, nuestro Padre, caeríais en el materialismo, insidiosa ideología de este mundo, de la cual derivan todas las alienaciones y desviaciones que hacen de la vida un absurdo y desembocan en la desilusión o la violencia” (Juan Pablo II, Hom. en la celebración de la Palabra con los jóvenes, Bogotá, 2-julio-1986).
Llegado el Triduo pascual, la Iglesia ejercerá su maternidad sacramental preciosísima en la Vigilia pascual. Los electi, una vez que se ha bendecido al agua de la fuente bautismal (RICA 213) antes de ser bautizados, deben públicamente renunciar a Satanás, a sus obras y seducciones y luego confesar la fe (RICA 30). Terminados los ritos bautismales, serán todos fieles quienes, en la noche de Pascua, realizarán la renovación de las promesas bautismales: “Terminada la celebración del Bautismo y de la Confirmación… el Obispo, con mitra y báculo, de pie y de cara a la asamblea, recibe de los fieles la renovación de las promesas de la fe bautismal. Los fieles de pie llevan en sus manos velas encendidas” (CE 368).
Así cada año todos los fieles bautizados renuncian a Satanás, a sus obras y seducciones, a las idolatrías y al paganismo, a cultos falsos y herejías, para servir y adorar a Dios en Espíritu y Verdad. Oigamos algunos textos de la Tradición:
“Ángeles de Satanás son los que en todas las herejías son los jefes y los maestros del error, aunque sean honrados con el nombre de obispos o presbíteros, puesto que ellos también dirigen y sostienen un discurso de error: todos sirven a los deseos de Satanás y, bajo la apariencia de asuntos de Iglesia, se precipitan hacia el error… A todos estos has hecho profesión de renunciar. También conviene que no tengas ya trato con ellos. Puesto que te has presentado a Cristo, has sido inscrito en la Iglesia de Dios y esperas convertirte en cuerpo y miembro de Cristo…
Pero después de haber dicho: “Yo renuncio a Satanás y a todos sus ángeles”, prosigues: “y a todo su servicio”. Hay hombres que están al servicio de los designios del Maligno, pero tú tendrás cuidado de apartarte incluso con horror de todo lo que se hace bajo el nombre de “doctrina”, puesto que manifiestamente es una impiedad.
Todo el paganismo es un servicio a Satanás: no solamente los sacrificios y la adoración de los ídolos y todo lo que se practica en este culto según los usos antiguos, sino también todo lo que tuvo allí su origen y causó la corrupción en el alma de los hombres…” (Teodoro de Mopsuestia, Hom. XIII, nn. 9-10).
O como lo explica la catequesis mistagógica de S. Cirilo de Jerusalén:
“Después dices: “…y a todo tu culto”. Culto al diablo son las súplicas en los templos de los ídolos, las cuales se hacen en honor de imágenes inanimadas: encender lámparas y ofrecer perfumes a las fuentes de los ríos; así como algunos, equivocados por sus sueños o engañados por los demonios, se acercaron hasta aquellas aguas, creyendo que encontrarían medicina para sus enfermedades corporales. Los augurios, la adivinación, los presagios, los amuletos, las inscripciones en placas, las artes de la magia y otras parecidas y cualquier otra cosa semejante a ellas, todo es culto del diablo. Huye, por tanto, de todo ello” (Cat. Mist. I, n. 8).
O algunos puntos de la catequesis del Crisóstomo:
“Renuncio a ti, Satanás, a tu pompa y a tu culto…” Ahora bien, pompa satánica son los teatros, los hipódromos y todo pecado, y los horóscopos, augurios y presagios… ¿Y qué podría decirse de los que se sirven de hechizos y amuletos…?” (Cat. Baut. I, n. 10).
“¡Renuncio a ti, Satanás! ¿Qué ha sucedido? ¿No es extraño y paradójico? Tú, el miedoso y tembleque, ¿te has sublevado contra el tirano? ¿Desprecias su crueldad? ¿De dónde te vino ese atrevimiento? “¡Tengo un arma poderosa!”, dice. -¿Qué clase de armas? ¿Qué aliados?- Dime. “Me adhiero a ti, Cristo, dice. Por eso tengo osadía para sublevarme, porque tengo un poderoso refugio. Éste me dio superioridad sobre el diablo: a mí, que ante él temblaba de miedo. Y por esta razón renuncio, no sólo a él, sino también a toda su pompa. Ahora bien, pompa del diablo es toda forma de pecado: los espectáculos de iniquidad, los hipódromos, las reuniones que rebosan de risa y palabras torpes; pompa del diablo son los auspicios y vaticinios, los agüeros y los horóscopos, los presagios, los amuletos y los hechizos” (Cat. Baut. IV, n. 6).
6 comentarios
No cabe duda que en el caso de que Jesús hubiera "aprovechado" la "pastoral" de Satanás de arrojarse desde el pináculo del Templo para descender entre deferentes servidores angélicos sustentándole en un espectacular epifánico descenso, apabullando a Sumos sacerdotes, escribas, fariseos, romanos, paganos y fieles, que hubieran escrito crónicas, y narraciones sin cuento... O cuando a S. Bernabé y S. Pablo van a sacrificarles víctimas pues les han confundido con Zeus y Hermes, ¡caramba!, a algún "consejero" o a algún "Master en estrategias" le hubiera parecido un buen comienzo... ¡ya habría tiempo para deshacer el error y reconducir al camino adecuado la predicación...!, diría el "listillo de turno".
Está visto que ni Cristo ni los Apóstoles quisieron conceder lo más mínimo a las sugestiones del demonio.
Al Enemigo, ni agua, y en el desierto polvorones.
Ave Maria, gratia plena, Dominus tecum...
Réquiem aeternam dona ei, Domine. Et lux perpetua luceat ei. RIP.
Los comentarios están cerrados para esta publicación.