S. Atanasio tratando del Triduo Pascual y la cincuentena
San Atanasio fue campeón de la ortodoxia, luchador de la Verdad, frente al arrianismo que se había infiltrado por toda la Iglesia. Su doctrina –Obras: La Encarnación del Verbo, Contra Arrianos, Contra Gentiles, cartas, etc.- es clara.
Pero san Atanasio, además de la ortodoxia y la lucha antiarriana, es un testigo valiosísimo de la centralidad de la Pascua, del Triduo pascual y de los 50 gloriosos y festivos días pascuales hasta Pentecostés. Vivirlo es también, sin duda, ortodoxia, Tradición, eclesialidad.
El Patriarca Atanasio, como sus sucesores en la sede de Alejandría, fija su mirada en la Pascua, comunica su fecha mediante una epístola (llamada “festal”) que se leía en las Iglesias de la cuenca del Nilo e Iglesias limítrofes, con una exhortación a preparar la Pascua y vivirla como la gran fiesta. Esa carta festal, con el cálculo astronómico hecho para fijar las fechas, se leía en la Epifanía.
De ahí viene la costumbre, y la posibilidad, de realizar el anuncio de las fiestas pascuales tras el Evangelio de la Epifanía del Señor:
“de acuerdo con la costumbre del lugar, una vez cantado el Evangelio, uno de los diáconos, algún canónigo o prebendado, u otro revestido con capa pluvial, sube al ambón y allí publicará las fiestas movibles del año en curso” (CE 240).
“El solemne anuncio de la Pascua y de las fiestas principales del año; la recuperación de este anuncio, que se está realizando en diversos lugares, se debe favorecer, pues ayuda a los fieles a descubrir la relación entre la Epifanía y la Pascua, y la orientación de todas las fiestas hacia la mayor de las solemnidades cristianas” (Directorio Sobre la piedad popular y la liturgia, n. 118).
Con san Atanasio comprobamos que lo más tradicional en la Iglesia es vivir la gran fiesta anual de la Pascua, el Santísimo Triduo pascual, que se celebra así, junto al ritmo cotidiano de Laudes y Vísperas para todos (en comunidad o en privado, con una app como la de la CEE, por ejemplo):
-Misa en la Cena del Señor, la tarde del Jueves Santo, como una gran abertura de todo el Triduo (Viernes, Sábado y Domingo): institución de la Eucaristía y del sacerdocio, mandamiento del amor fraterno y luego la adoración amorosa ante el Santísimo Sacramento en la Reserva;
-Viernes Santo: el gran Oficio de la Pasión del Señor, las solemnes preces u oración universal, la mostración (desvelación) de la Cruz y su posterior adoración y finalmente la comunión eucarística;
-Sábado Santo: junto al sepulcro del Señor y sostenidos por la esperanza de la Madre dolorosa, se ora en silencio;
-y en la noche (¡que haya ya oscuridad!), la gran y preciosa Vigilia pascual. Ésta con el transcurrir de los siglos pasó de ser una Vigilia (: celebración nocturna) a ser una Misa durante la mañana del Sábado (el llamado Sábado de Gloria), sin que el pueblo acudiese. Hubo de ser Pío XII con la reforma de los ritos de la Semana Santa (1955) el que revisase el ordo de la Vigilia pascual y le devolviese su carácter nocturno.
La Iglesia tuvo en gran honor la celebración anual de la Pascua del Señor, convocaba a todos sus hijos, los reunía para velar, orar, cantar salmos, escuchar la Palabra, celebrar los sacramentos de la Iniciación cristiana. Nadie podía ausentarse.
Las palabras de san Atanasio nos conducen a vivir el santísimo Triduo pascual y la Fiesta santa de la Cincuentena pascual:
“Una vez más, queridos, Dios nos ha conducido al tiempo de la fiesta, y en su amor por los hombres nos ha llevado a su convocatoria. En efecto, Dios, aquél que hizo salir a Israel de Egipto, también ahora nos ha llamado a la fiesta, diciendo por medio de Moisés: Observa el mes de los nuevos frutos y celebra la Pascua por el Señor, tu Dios (Dt 16,1) y por medio de los profetas: Celebra Judá tus fiestas, cumple tus votos al Señor (Na 2,1)
Si Dios ama e invita a la fiesta, no es justo dilatar la respuesta, hermanos míos, ni ser negligentes, sino que debemos proceder hacia ella con rapidez y celo, de modo que, comenzando desde aquí abajo con prontitud, podamos recibir las arras de la fiesta celeste. En efecto, si celebramos con diligencia la fiesta de aquí abajo, recibiremos sin duda la alegría completa que está en los cielos, como dice el Señor: he deseado mucho comer esta Pascua con vosotros, antes de que yo sufra: os digo, en efecto, que no la comeré hasta que ese cumpla con vosotros en el reino de Dios (Lc 22, 15-16). Nosotros la comemos siempre y cuando comprendamos en nuestra mente el fundamento de la fiesta y reconozcamos al bienhechor para que nos comportemos conforme a la dignidad de su gracia, como dice Pablo: De modo que hagamos fiesta no con la levadura vieja, ni con levadura de maldad, sino con los panes ácimos de la pureza y de la verdad (1Co 5,7).
El Señor, efectivamente, murió en aquellos días para que ya no practicásemos las obras de la muerte; se dio a sí mismo para que guardásemos nuestra realidad de los engaños del diablo; y aún algo que es verdaderamente maravilloso, el Logos estuvo en la carne para que nosotros no viviésemos más en la carne, sino que, estando en el espíritu (Rm 8,9), adorásemos a Dios, que es espíritu (Jn 4,24)” (S. Atanasio, Epístola Festal 6, I, 1-4).
Está llegando el tiempo de la Fiesta. Trabajemos nuestra alma para que sea iluminada por Cristo y lleguemos a la Vigilia pascual renovados. ¡¡Que si no hay participación en el Triduo pascual entero, muy especialmente en la Vigilia pascual, de nada serviría la Cuaresma, perderíamos mucho en nuestra espiritualidad e identidad cristianas!!
Y prediquemos mucho en nuestras iglesias, catequicemos con pláticas, retiros, catequesis, y todo lo que esté al alcance de nuestra mano, para que el Santísimo Triduo pascual sea solemne y vivido por todos, comprendido mistagógicamente, espiritualmente degustado.
3 comentarios
Queria comentarle -lo hago aca porque no veo un mail- que con una serie de amigos hispanoamericanos tenemos un foro dedicado a liturgia sobre todo anterior a la reforma de Pablo VI que se llama Ceremonia y Rubrica De la Iglesia Española.
Si le interesa y tuviera a bien pasarse por alla, seria usted muy bienvenido.
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