Obispos, yoga, liturgia y oración (y II)
2. Los tipos de oración en la liturgia
Si consideramos todo más generalmente, es decir, las relaciones entre oración y liturgia, nos encontraremos con que la liturgia posee distintos tipos de oración en sí misma:
- Escucha: la oración es escucha de Dios en la lecturas bíblicas de la Misa, de los sacramentos, del Oficio divino;
- Intercesión: como son las preces de la Misa y de Vísperas; la oración es interceder ante Dios por el mundo, por los hombres, por los que sufren, por los enfermos, etc., mirando a los hombres con entrañas de misericordia, haciendo nuestro su sufrimiento y pidiendo a Dios por ellos.
- Meditación: los silencios de la liturgia, especialmente al final de la liturgia de la Palabra, o los silencios en el Oficio divino, son momentos de meditación cordial, sapiencial, de los textos bíblicos escuchados.
- Contemplación: especialmente la plegaria eucarística requiere silencio y contemplación por parte de todos los fieles, así como la exposición del Santísimo es tiempo de contemplación ante Él. No nos situamos en el vacío budista (ni de la meditación trascendental, etc.) sino que estamos en silencio y amor ante Cristo.
- Alabanza: la oración de alabanza está muy presente, es más, marca su impronta a la Liturgia de las Horas, que es el canto de alabanza al Señor, especialmente los salmos, así como en la Misa el canto del Gloria, del Santo, las aclamaciones, etc.
- Súplica: aspecto éste clarísimo en el acto penitencial de la Misa, en el sacramento de la Penitencia y en otros momentos de la liturgia (Kyries, el Agnus Dei…)
- Acción de gracias: es el nombre mismo del sacramento de la Eucaristía, acción de gracias, expresada, sobre todo, en el prefacio y toda la Santa Misa en sí misma. “¡En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar!”
Todos esos modos de oración se entrecruzan en la liturgia, le dan forma espiritual. Cada creyente, viviendo la liturgia, está orando y avanza por la senda de la oración.
3. Relación liturgia y oración personal
Y es que no hay otra forma: se trata de vivir la liturgia como oración e irnos llenando, imbuirnos, del espíritu de la liturgia meditando en la oración personal los textos litúrgicos. Así, en cierto modo, se prolonga la liturgia en la oración personal y ésta va asumiendo la espiritualidad litúrgica. Es el plan que sugiere el Catecismo:
“La misión de Cristo y del Espíritu Santo que, en la liturgia sacramental de la Iglesia, anuncia, actualiza y comunica el Misterio de la salvación, se continúa en el corazón que ora. Los Padres espirituales comparan a veces el corazón a un altar. La oración interioriza y asimila la liturgia durante y después de la misma. Incluso cuando la oración se vive “en lo secreto” (Mt 6,6), siempre es oración de la Iglesia, comunión con la Trinidad santísima (cf. IGLH 9)” (CAT 2655).
Además, los textos litúrgicos deben ser fuente de nuestra meditación personal, en diálogo con el Señor. La meditación cristiana no es vacío, sino profundizar en las verdades de fe dialogando con Cristo vivo. Para la meditación personal, los textos litúrgicos son una fuente y una garantía de ortodoxia, de fe eclesial, y nos ayudará a hacer nuestra la liturgia interiorizándola; con palabras del Catecismo:
“La meditación es, sobre todo, una búsqueda. El espíritu trata de comprender el porqué y el cómo de la vida cristiana para adherirse y responder a lo que el Señor pide. Hace falta una atención difícil de encauzar. Habitualmente se hace con la ayuda de algún libro, que a los cristianos no les faltan: las sagradas Escrituras, especialmente el Evangelio, las imágenes sagradas, los textos litúrgicos del día o del tiempo, escritos de los Padres espirituales, obras de espiritualidad, el gran libro de la creación y el de la historia, la página del “hoy” de Dios” (CAT 2705).
O con palabras de Pablo VI al hablar de las relaciones entre liturgia y oración personal en la Constitución Laudis Canticum, al aprobar la actual edición de la Liturgia de las Horas:
“Puesto que la vida de Cristo en su Cuerpo Místico perfecciona y eleva también la vida propia o personal de todo fiel, debe rechazarse cualquier oposición entre la oración de la Iglesia y la oración personal; e incluso deben ser reforzadas e incrementadas sus mutuas relaciones. La meditación debe encontrar un alimento continuo en las lecturas, en los salmos y en las demás partes de la Liturgia de las Horas. El mismo rezo del Oficio debe adaptarse, en la medida de lo posible, a las necesidades de una oración viva y personal, por el hecho, previsto en la Ordenación general, que deben escogerse tiempos, modos y formas de celebración que responden mejor a las situaciones espirituales de los que oran. Cuando la oración del Oficio se convierte en verdadera oración personal, entonces se manifiestan mejor los lazos que unen entre sí a la liturgia y a toda la vida cristiana. La vida entera de los fieles, durante cada una de las horas del día y de la noche, constituye como una leitourgia, mediante la cual ellos se ofrecen en servicio de amor a Dios y a los hombres, adhiriéndose a la acción de Cristo, que con su vida entre nosotros y el ofrecimiento de sí mismo ha santificado la vida de todos los hombres.
La Liturgia de las Horas expresa con claridad y confirma con eficacia esta profunda verdad inherente a la vida cristiana. Por esto, el rezo de las Horas es propuesto a todos los fíeles, incluso a aquellos que legalmente no están obligados a él”.
4. ¿Qué hacer?
Al hilo de la Nota doctrinal de los Obispos, dar el valor a la liturgia como oración y enriquecer la oración personal con la liturgia. La oración cristiana tiene como centro el Tú divino que se da en la liturgia.
Por tanto, no necesitamos ni del yoga, ni de la meditación trascendental, ni semejantes. La oración cristiana no es eso ni mucho menos –como acertadamente explica esa Nota y la Carta Orationis formas-.
Para serenar el alma, para pacificarla, para dominar las pasiones, etc., no necesitamos recurrir a esas técnicas orientales, sino más bien a nuestra Fuente que es Cristo dándose en la oración y la liturgia.
Hoy, psiquiatras y psicólogos aconsejan a sus pacientes la práctica del yoga y similares. Mejor iría todo, y ahí los médicos católicos podrían orientar mucho, si aconsejaran una vida cristiana de oración: la Misa bien vivida, el tiempo sereno ante el Sagrario, el rezo del rosario, la Liturgia de las Horas… absteniéndose de aconsejar esas otras prácticas orientales.
¿Qué hacer?
Vivir y enseñar a vivir la liturgia como oración, esto es, unirse a las oraciones que el sacerdote pronuncia y hacerlas propias al oírlas. Para ello, recogimiento del alma y atención a lo que se celebra y ser muy consciente de lo que decimos, rezamos, contestamos, de las fórmulas de aclamación o himnos que nuestros labios pronuncian o cantan (no hacerlo mecánicamente, sino que la mente concuerde con la voz que decía S. Benito). Ese fue el sentido de la larga serie en este blog de “Respuestas y aclamaciones": ayudarnos a ser conscientes de lo que juntos oramos y respondemos.
En la liturgia, gozar de los momentos de silencio no como simples pausas, sino momentos de adentrarnos en el Misterio, adorar, meditar, pedir, dar gracias.
Aprovechar la Liturgia de las Horas como gran oración de alabanza a la Trinidad, de contemplación amorosa y de súplica intercesora. Ya es hora de enseñar a rezarla, de divulgarla entre todos los miembros del pueblo santo de Dios.
Intensificar el culto eucarístico fuera de la Misa: la visita al Sagrario, la adoración eucarística ante el Santísimo expuesto… porque ahí la Presencia real de Cristo se ofrece y se entrega al alma. Se sale renovado, rejuvenecido en el espíritu.
Y, asimismo, celebrar la liturgia –obispos y sacerdotes- con santa unción y devoción, con espíritu sacerdotal y orante; cuidando las rúbricas, porque son el camino para adentrarnos en el Misterio, y desterrando tanta secularización de la liturgia: ni moniciones, ni ofrendas raras, ni cantos sentimentales alitúrgicos; evitando, rechazando, convertir la liturgia en un happening o en una sesión de catequesis con tanta palabrería.
Hacer de la liturgia fuente de meditación personal. Tras la celebración de la liturgia, corresponde al orante sumergirse en ella de otro modo: las oraciones colectas, los prefacios, los himnos de la Liturgia de las Horas, las preces de Laudes, etc., son un material precioso para ir saboreándolo y apropiándose de él, con sabiduría del corazón. Por ejemplo, tomar para todo el Adviento las preces de Laudes como guía de oración o penetrar en la espiritualidad pascual con los prefacios pascuales… ¡Ese es camino seguro y eclesial de oración meditada!
6 comentarios
Hace unos años, participé un tiempo en un grupo de oración.parroquial , y no me gustaba, no me sentia cómoda con que, para orar ante el.Santísimo (en una pequeña capilla), habia que reclinarse en unos pequeños bancos individuales, casi comp si estuvieras en posición de yoga, después que si tenias que respirar pausadamente inspirando y exhalando, una musiquilla de fondo, unas velas estratégicas, etc. , quiero decirle que todo aquello no me cuadraba, porque para estar ante el Santísimo , no necesitas todas estas historias. Una de las tres parroquias que más conozco, imparten clases de yoga. Se está alterando, desvirtuando todo, con.técnicas orientales que no tienen.nada que ver con la riqueza de la Liturgia de la Iglesia que mucha gente,.incluso católica, no conoce pero que tampoco tiene interés en conpcerla y ya sabemos lo del dicho ''la ignorancia es atrevida''. Me ha gustado mucho este post. Gracias !
Que Dios se lo pague.
e fatos que eu precisava sobre assunto e não sabia a quem perguntar. https://ministeriodasaude.xyz/contato/
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