Mini-vigilias pascuales (I)
La gran celebración anual de la Iglesia es la santa Pascua de su Señor; una vigilia nocturna que transcurre en su honor, y que recuerda e imita a las vírgenes que, con las lámparas encendidas, aguardaban la vuelta del Esposo (Mt 25). Este oficio anual requiere, por su propia naturaleza, todo el despliegue de solemnidad y de amor de la Iglesia. La Vigilia pascual es un tesoro de fuerza espiritual, litúrgica y pastoral.
El Misal romano, en las rúbricas iniciales de la Vigilia pascual (n. 3), ofrece un resumen hermoso del sentido de esta santísima liturgia:
“Según antiquísima tradición, ésta es una noche de vela en honor del Señor, y la Vigilia que en ella se celebra para conmemorar la noche santa de la resurrección del Señor, es considerada como la madre de todas las santas vigilias. En ella la Iglesia velando espera la Resurrección del Señor y la celebra con los sacramentos de la Iniciación cristiana”.
Hay que ser muy cuidadoso, y tener un gran celo pastoral, para que la Vigilia se celebre correctamente, desplegando la fuerza de su simbolismo, la grandeza de sus ritos, sin minimizarlos, permitiendo que esta liturgia toque el alma y sea vivida por todos con unción y gozo espiritual.
Pero se ve, por aquí y por allá, de una forma o de otra, que la Vigila pascual se está reduciendo, empobreciendo paulatinamente. Se convierten muchas de ellas en mini-vigilias, y esto hay que afrontarlo, corregirlo, porque está en juego el bien de las almas: ¿acaso la pastoral no es buscar este bien?
Veamos algunos elementos, de distinta y desigual importancia, a veces incluso detalles, que hacen que la Vigilia se esté reduciendo en su belleza.
1. El carácter nocturno
La Vigilia pascual es un oficio nocturno, se desarrolla cuando no hay luz del día, cuando es de noche. No es un oficio vespertino, al atardecer, sino nocturno, como otros muchos momentos de la vida de la Iglesia, por ejemplo, la Misa de medianoche de Navidad, o la fidelidad de la Adoración Nocturna.
Adelantarlo a la tarde es empobrecer la Vigilia, vaciarla de su sentido y reducir el Sábado Santo robándole horas a un día de oración y espera junto al sepulcro. Convertir la Vigilia pascual en una Misa vespertina más de sábado por la tarde le quita fuerza a su excepcionalidad, a su carácter único.
“Esta regla [la nocturnidad] ha de ser interpretada estrictamente. Cualquier abuso o costumbre contrario que poco a poco se haya introducido, y que suponga la celebración de la Vigilia pascual a la hora en que habitualmente se celebran las misas vespertinas antes de los domingos, han de ser reprobados” (Cong. Culto divino, Carta sobre la preparación y celebración de las fiestas pascuales, n. 78).
Incluso el episcopado español, en 1988, por medio de su Comisión permanente, sacó una nota sobre “El horario y otros aspectos de la Vigilia pascual”, en que señalaba:
“La Vigilia pascual debe celebrarse en las horas nocturnas también por su carácter extraordinario. La tendencia actual, que parece extenderse en algunos lugares, de convertir la Vigilia pascual en una misa vespertina, constituye una desvirtuación de aquélla. Hay que reconocer que en algunos lugares se va prescindiendo del simbolismo de la noche y se hace caso omiso de la clara normativa del Misal. En no pocos lugares, en efecto la Vigilia pascual se adelanta tanto y se celebra tan abreviadamente que pierde el carácter de velada de espera y de celebración extraordinaria”.
Es verdad, y es comprensible, que muchos sacerdotes tienen que celebrar en dos sitios diferentes, y una de las Vigilias ha de comenzarla antes sin más remedio, pero esto debería ser la absoluta excepción, no lo generalizado. Además, en muchas ocasiones, se celebran Vigilias adelantadas a la tarde del sábado para dar abasto en muchos pueblos y aldeas y que cada una tenga su propia celebración pascual, la cual, por muy buena intención que se tiene, resulta pobre: carece de canto, de suficientes lectores y acólitos, etc., cuando lo mejor sería juntar en una iglesia más principal a distintas parroquias pequeñas, disfrutando todos de una Vigilia pascual con mayor despliegue litúrgico.
La Carta de la Congregación para el Culto divino sobre las fiestas pascuales advertía: “Es de desear que, según las circunstancias, se plantee la posibilidad de reunir en una misma iglesia diversas comunidades, cuando, por razón de la cercanía de las iglesias o del reducido número de participantes no es posible asegurar para cada una separadamente una celebración plena y festiva” (n. 94).
2. La reducción dramática
Tradicionalmente, también en la liturgia romana, las lecturas bíblicas eran muy abundantes, doce, y en el estadio más antiguo de la liturgia, cada una de ellas leída en latín y en griego (pensando en los fieles presentes de distinta lengua). Es un desarrollo amplísimo de la liturgia de la Palabra.
Actualmente, siete son las lecturas del AT, y dos del NT, la del Apóstol y el Evangelio, con los correspondientes salmos cantados. No es algo excesivo. Sin embargo, también en este aspecto, estamos viviendo mini-vigilias pascuales. Se da por hecho en todas partes que es mejor reducir lecturas y se ha convertido en el uso habitual en muchas parroquias, en conventos… y hasta en la misma Basílica vaticana de San Pedro.
Tal vez en algunas parroquias con menor asistencia de fieles, o más pobre espiritualmente, se podrían reducir las lecturas, pero debe ser lo excepcional, no lo normal. En conventos de monjas contemplativas sería un sinsentido: las monjas de clausura disfrutan de la liturgia, y es raro que las monjas mismas quieran quitar lecturas. En las parroquias es cuestión de ir educando y habituando a todos al esplendor de la liturgia y a la escucha orante de la Palabra.
A veces, con mal criterio “pastoral”, deducimos o imaginamos que la gente se cansa, se aburre, no entiende nada… y decidimos recortar. Tal vez nos sorprenderíamos de lo que los fieles llegan a gustar y entender, más de lo que los “pastoralistas” se imaginan, si la liturgia se hace bien. Pero es que además, aunque volvamos sobre ello más adelante, para eso está la catequesis de adultos, las predicaciones cuaresmales, retiros espirituales, formación, etc., para preparar espiritualmente estos momentos y ofrecer una explicación litúrgica y espiritual.
Al final, con tanto recorte, la liturgia de la Palabra de la Vigilia no es una meditación de la historia de la salvación con 9 lecturas, sino una liturgia de la Palabra más parecida a la de cualquier Misa dominical (con tres lecturas). ¡Sea abundante la Palabra proclamada y dejemos que el Espíritu Santo con su voz resuene en los corazones!
El Misal mismo nos ofrece la clave de cómo vivir esta liturgia de la Palabra con la monición obligatoria que dirige el sacerdote (o el obispo), sentado en su sede:
“Hermanos: Con el pregón solemne de la Pascua, hemos entrado ya en la noche santa de la resurrección del Señor. Escuchemos, en silencio meditativo, la palabra de Dios. Recordemos las maravillas que Dios ha realizado para salvar al primer Israel, y cómo en el avance continuo de la Historia de la salvación, al llegar los últimos tiempos, envió al mundo a su Hijo, para que, con su muerte y resurrección, salvara a todos los hombres. Mientras contemplamos la gran trayectoria de esta Historia santa, oremos intensamente, para que el designio de salvación universal, que Dios inició con Israel, llegue a su plenitud y alcance a toda la humanidad por el misterio de la resurrección de Jesucristo”.
3. La novedad y el cirio pascual
Resucitando el Señor, todo es nuevo. “He aquí que todo lo hago nuevo” (Ap 21,5) dice Cristo. Aquí y ahora se renueva la faz de la tierra. Esta novedad se plasma en la liturgia de varias formas, una de ellas es el fuego nuevo que se enciende, se bendice y del que se alumbra el cirio pascual. También lo será el agua bautismal que se bendecirá solemnemente en esta noche.
Pero sobre todo es el cirio el que señala la novedad, la renovación de todo por la santa Pascua. Una mini-vigilia pascual tiende a reducirlo todo, también el simbolismo del cirio. En vez de ser un cirio nuevo, de cera, que va a arder y consumirse en honor del Señor, en algunos lugares se aprovecha cicateramente el cirio pascual del año anterior, raspando sólo el año; en otros lugares, se emplea un cirio falso, de plástico, con el sistema de cera líquida… No parece entonces que el cirio pascual resplandezca con su centralidad y valor litúrgico y espiritual.
Con estas claves podemos comprender lo que determinan las rúbricas:
“Prepárese el cirio pascual que, para la veracidad del signo, ha de ser de cera, nuevo cada año, único relativamente grande, nunca ficticio, para que pueda evocar realmente que Cristo es la luz del mundo” (Carta, n. 82).
Destacando la cruz, el alfa y la omega, el año en curso (y los granos de incienso clavados, que son optativos), el cirio se puede adornar y pintar pero sin que lo central (la cruz y lo demás) se pierdan o se oculten o se disimulen. Algunos son obras preciosas, y conozco incluso un Monasterio que en el coro alto han conservado dignamente los cirios pascuales de un año y otro.
Seguir en Mini-vigilias pascuales (y II)
18 comentarios
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JAVIER:
Sí, realmente triste... ¡Qué necesario, para todos, explicar una y otra vez lo que es la liturgia, cómo hacerla, su sentido espiritual! ¡Qué necesaria es esa mistagogia para eliminar la pobreza litúrgica y espiritual que tanto abunda!
Espero que haya interpretado bien sus enseñanzas litúrgicas.
Que el Señor le bendiga.
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JAVIER:
Creo que lo ha interpretado perfectamente. ¡Bendito sea Dios! Y esas Laudes pascuales habrán santificado, sin duda, a muchas almas...
Cinco horas, padre... !
jaja
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JAVIER:
Maricruz sólo se me ocurre decir: "Aleluya, aleluya, aleluya".
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JAVIER:
¡Qué triste! Lo siento. Y encima, como vd. dice, "nunca pasa nada..." Es todo un totum revolutum y cada cual hace lo que quiere. A mí me desanima muchísimo, y me siento cada día como un profeta predicando en el desierto a la arena y a la roca... pero hay que seguir.
No lo digo para que se nos alabe, ¡todo lo contrario! sino para que no quede sólo lo negativo.
Feliz Pascua a todos.
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JAVIER:
¡Bendito sea Dios!
Sin duda, hay muchas parroquias y conventos de contemplativas que celebran magníficamente y con sentido espiritual la santa liturgia, pero la generalidad es bastante pobre... De ahí los artículos de formación para iluminar.
Es como lo que parece que se debate ahora de fijar la fecha de la Pascua, que reconozco que es algo más ordenadito y que serviría para que la gente sepa con antelación cuándo es la Semana Santa. Pero a mí me da pena pensar que llegará el día que en Pascua no haya luna llena. No sé, me gusta mucho verla todos los años, me trae muy buenos recuerdos de años anteriores y me hace sentir ligado a una tradición antigua como la humanidad, de cuando se miraba mucho más la luna y el fuego: https://espresso.economist.com/c74c4bf0dad9cbae3d80faa054b7d8ca
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JAVIER:
¿Velas eléctricas? ¡Qué horror! El Misal prescribe muy claramente que se encienden del cirio pascual y se transmite su luz, con lo cual queda descartado que sean velas eléctricas.
En cuanto a la fecha de la Pascua, tranquilidad.... Eso está en estudio desde la Sacrosanctum Concilium en virtud de unir a ortodoxos y romanos (por la diferencia de calendario juliano y gregoriano), pero no parece que haya ni mucha prisa ni mucho interés.
Desde luego la Pascua siempre será la primera luna llena de primavera según la Tradición.
Creo que este desbarajuste en la Vigilia es un fiel reflejo del auténtico desmadre que vivimos en la Liturgia ordinaria. Hace unos pocos años, teníamos que andar buscando lugares en los que se celebrara dignamente; ahora no basta eso, ahora hay que buscar sacerdotes (uno a uno) que celebren dignamente.
¿Alguien podrá convencer a ese clero que antes de entenderlos a ellos, tendrán que entendernos y respetarnos ellos a nosotros? Porque hasta el momento, cada vez más nos encontramos, en la Liturgia, a merced de sus caprichos, privándonos de disfrutar de la belleza y la riqueza de la Liturgia de la Iglesia.
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JAVIER:
De los aspectos que trae la secularización interna de la Iglesia éste ese que usted apunta: "los caprichos". La disyuntiva es fidelidad a la liturgia frente a caprichos.
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JAVIER:
Normalmente, ¡siempre puede haber excepciones!, la liturgia en la Catedral está muy cuidada. De hecho, debe ser norma y ejemplo para toda la diócesis.
He leido de todo, desde usar uno viejo (que me parece equivocado) hasta usar los tres en la ceremonia (los tres procesionan, etc), lo que me parece más equivocado todavía. Hay alguna orientación al respecto?
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JAVIER:
Es una duda muy razonable que se presenta muchas veces. Hasta donde yo sé, no se ha resuelto en ningún documento esta duda y no creo que la Cong. para el Culto divino haya dado alguna respuesta en su boletín "Notitiae".
Yo optaría, ante este vacío, por algo tan simple como comprar un cirio nuevo para cada iglesia aunque no haya celebrado la Vigilia pascual y encenderlo sin más el día de Pascua (o en la primera Misa que se celebre). Desde luego nunca usar uno viejo; y la costumbre de llevar tres cirios pascuales en la Vigilia, ¿para qué? ¡Sólo sobre un cirio se traza la cruz y los demás elementos! Los otros cirios simplemente están como velas grandes... Para eso mejor que no haya más que un solo cirio pascual (bien visible).
Espero haberme explicado bien.
Nos juntamos algo menos de un centenar de personas, celebrando la Vigilia, con bautizos cuando se puede, y perfectamente marcados los tiempos de la Celebración. Hay una situación que me llama la atención: Hay tres intervenciones de la gente (ecos de la Palabra) después de las lecturas tercera, séptima y del Evangelio; el Presidente, a su vez, hace tres homilías en esos mismos momentos. Como me que no me suena normal, que quiere que le diga.
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JAVIER:
Lo que cuenta son """costumbres neocatecumenales""", en ningún sitio aprobadas. Tres tandas de ecos con sus tres homilías.... no me convence en absoluto.
La verdad es que, reflexionando el tema... no me convence mucho lo de usar un cirio "como si fuera" cirio pascual, que "no ha pisado" la Madre de todas las Vigilias.... pero también comprendo que es posible que no tenga solución.
Lo de "encender-trazar cruz-procesionar " dos-tres-quince cirios en la Vigilia Pasqual me parece realmente inaceptable: el cirio es único porque representa a Cristo.
Lo de usar "uno viejo"... lo veo con más simpatía que usar uno "intoso": al fin y al cabo, por lo menos fue una vez encendido en la Vigilia, aunque haga varios años.... pero también comprendo que es una instrumentación precaria de un símbolo precioso... pero igual me sigue convenciendo más.... pecadillos que uno tiene...
Lo que decía al inicio... no me parece que tenga una solución clara.
A ver, el cirio no es "alter Christus", en el sentido de que no es como la Eucaristía: a pesar de su alto simbolismo y protagonismo en la Vigilia Pascual, no deja de ser un cirio bendecido: su bendición en la Vigilia no lo ha mutado, sigue siendo un cirio.
Por lo tanto la idea del P. Javier, de comprar un cirio, y sin más usarlo en las misas del tiempo Pascual (yo sugeriría previamente bendecirlo, pero para maestros, la Santa Iglesia...) es, en mi nueva opinión, la opción más de acuerdo con las normas litúrgicas.
1. Veo una falta de concordancia entre utilizar en el punto 1 la doctrina de los documentos de la Conferencia Episcopal Española, que hace referencia al horario de la Vigilia Pascual y en cambio obviar ese mismo documento en lo que hace referencia al número mínimo de lecturas.
2. No creo que sea la mejor aportación posible a la comunión eclesial la crítica al horario de la Vigilia Pascual que preside el Papa. Nuestro Señor dijo: lo que vosotros atéis quedará atado y lo que desatéis quedará desatado. Así pues, el Papa tiene el poder de desatar (Jesús no dice nada que sea innecesario) y, por tanto, atarle las manos es no respetar ese poder que ha recibido del Señor.
Un fraternal saludo
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JAVIER:
He afirmado que se puede reducir el número de lecturas puesto que así lo permiten las rúbricas, pero hacerlo siempre y en todas partes de manera habitual es empobrecer esta liturgia pascual, minimizarla.
Y en cuanto al Vaticano, sólo he referido no el horario, sino que me parece llamativo que incluso en la Basílica de san Pedro se reduzcan las lecturas (tres del AT más las dos obligatorias del NT). Esto no tiene nada que ver con el Papa, ni con la comunión eclesial, sino con las decisiones que toma el Uffizio de las ceremonias pontificias. No obstante, creo que sería un uso abusivo pensar que incluso determinar el número de lecturas o el horario forme parte del poder de atar y desatar del Santo Padre.
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