Estilo de la Oración de los fieles (III)
Las intenciones se proponen a los fieles para que ellos oren, por tanto, es un lenguaje que tiene por interlocutor a la asamblea santa. Se trata de señalar la intención, marcar la dirección de la oración, sin grandes artificios y, por supuesto, sin convertir este momento en una catequesis o en un discurso para explicar lo que hay que pedir. Normalmente lo más adecuado serían fórmulas así:
- Encabezadas “Por…”: “Por la Iglesia, por el papa, por el colegio episcopal, los presbíteros y diáconos. Roguemos al Señor”.
- Encabezadas señalando el fin de la petición “Para que…”: “Para que los pobres sean socorridos, los enfermos aliviados. Roguemos al Señor”.
- O como fórmula diaconal: “Oremos por…”, “Pidamos por…”: “Oremos por los enfermos y quienes los atienden, por los hospitalizados y por los agonizantes”; “Pidamos por los catequistas y por sus grupos; pidamos por los padres y madres de familia”.
Estos son los tres modos que hallamos en las intenciones de diferentes rituales y celebraciones litúrgicas, que, por tanto, sirven de pauta y modelo para todos.
a) Con el inicio “Por”, sirva de ejemplo las intenciones -¡y el contenido, el tono!- del ritual de la Confirmación:
“Por estos hijos suyos, a quienes el don del Espíritu Santo ha confirmado hoy como miembros más perfectos del pueblo de Dios” (RC 35).
“Por la santa Iglesia de Dios, para que congregada por el Espíritu Santo en la confesión de una misma fe, crezca en el amor y se dilate por el mundo entero hasta el día de la venida de Cristo” (RC 37).
O el ritual del Matrimonio, con intenciones bellísimas, en lugar del sentimentalismo de tantas peticiones “creativas”:
“Por la santa Iglesia: para que Dios le conceda ser siempre la esposa fiel de Jesucristo.
Por los nuevos esposos N. y N.: para que el Espíritu Santo los llene con su gracia y haga de su unión un signo vivo del amor de Jesucristo a su Iglesia.
Por nuestro hermano N.: para que sea siempre fiel al Señor como Abrahán y admirable por su piedad y honradez como Tobías” (RM 75).
b) Con el inicio “Para que”, por ejemplo, el ritual del Bautismo de niños:
“Para que este niño, al participar en el misterio de la muerte y resurrección de Cristo, alcance nueva vida, y por el Bautismo se incorpore a su Santa Iglesia” (RBN 143).
“Para que sepultados por el Bautismo en la muerte de Cristo, participen en su resurrección” (RBN 211).
“Para que reciban la adopción de hijos de Dios por el bautismo” (RBN 212).
O las intenciones de las letanías de los santos:
“Para que bendigas, santifiques y consagres a estos elegidos. R/ Te rogamos, óyenos.
Para que concedas paz y concordia a todos los pueblos de la tierra. R/ Te rogamos…
Para que tengas misericordia de todos los que sufren. R/ Te rogamos…” (Rito de ordenación).
“Para que regeneres a estos elegidos con la gracia del Bautismo. R/ Te rogamos, óyenos” (Rito de bautismo de adultos en la Vigilia pascual).
c) En forma diaconal, con el incipit “Oremos por”, tenemos el gran ejemplo de la liturgia del Viernes Santo, en la acción litúrgica de la Pasión del Señor.
“Oremos, hermanos, por la Iglesia santa de Dios, para que el Señor le dé la paz, la mantenga en la unidad, la proteja en toda la tierra, y a todos nos conceda una vida confiada y serena, para gloria de Dios, Padre todopoderoso…
Oremos por los que no creen en Cristo, para que, iluminados por el Espíritu Santo, encuentren también ellos el camino de la salvación…
Oremos también por los gobernantes de todas las naciones, para que Dios nuestro Señor, según sus designios, les guíe en sus pensamientos y decisiones hacia la paz y libertad de todos los hombres…
Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso, por todos los que en el mundo sufren las consecuencias del pecado, para que cure a los enfermos, dé alimento a los que padecen hambre, libere de la injusticia a los perseguidos, redima a los encarcelados, conceda volver a casa a los emigrantes y desterrados, proteja a los que viajan, y dé la salvación a los moribundos”.
El lenguaje de esta oración es proponer una intención para que los fieles oren; no es por tanto el momento para que el lector ore él y en lugar de proponer una intención se dirija directamente a Dios. En la tradición litúrgica para la Eucaristía en todos los ritos, a Dios únicamente se dirige el sacerdote que preside (porque actúa in persona Christi) o todos los fieles a una sola voz (porque son el Cuerpo de Cristo), pero jamás un diácono o un lector.
El lenguaje del diácono es indicativo, dirigido siempre a los fieles: “Poneos de rodillas”, “Daos fraternalmente la paz”, “Inclinaos para recibir la bendición”, “Podéis ir en paz”. Es un guía de todos los fieles. También aquí, en las intenciones, se dirige no al Señor sino a los fieles para que oren.
Vayamos a la Tradición litúrgica de la Iglesia y encontraremos otro ejemplo de cómo se realiza y cuál es el lenguaje de esta oración de los fieles.
El diácono ha despedido a los catecúmenos después de una bendición del obispo (“Catecúmenos, id en paz”); luego ha despedido a los posesos tras la oración del obispo (“Id, posesos”); también a los que han de ser iluminados-bautizados en la próxima Pascua después de la bendición del obispo (“Id, los que tenéis que ser iluminados”) y por último despide a los penitentes después de una plegaria del obispo (“Salid, penitentes”) (Cf. Constituciones apostólicas, lib. VIII, 6,5-9,11). El lenguaje del diácono es imperativo: “Id, salid”, nunca en plural: “Podemos”, “Nos damos”.
Entonces el diácono va proponiendo diversas intenciones para que los fieles oren a Dios:
- “Oremos por la paz y la tranquilidad del mundo y de las santas Iglesias: que Dios, creador de todas las cosas, nos conceda su paz, perpetua y estable; que él nos guarde para que perseveremos en la virtud perfecta gracias a la fe.
- Oremos por la santa Iglesia de Dios, católica y apostólica, extendida de un límite al otro de la tierra: que el Señor la preserve de los remolinos y tempestades y la guarde hasta el fin del mundo, fundamentada sobre la roca.
- Oremos también por esta santa parroquia: que el Señor del universo nos conceda esforzarnos sin desfallecer para alcanzar su esperanza celestial y para que nos entreguemos a aquella oración perseverante que debemos dirigirle.
- Oremos por el episcopado de toda la tierra, para que anuncie con fidelidad la doctrina de tu verdad.
- Oremos por nuestro obispo Santiago y por sus parroquias. Oremos por nuestro obispo Clemente y sus parroquias. Oremos por nuestro obispo Evodio y por sus parroquias. Oremos por nuestro obispo Aniano y por sus parroquias. Que el Dios misericordioso los guarde en sus santas iglesias y les conceda salud, honor, larga vida y una vejez venerable, colmada de piedad y justicia.
- Oremos también por nuestros presbíteros: que el Señor los preserve de toda acción errónea o mala y les conceda ejercer su ministerio de manera íntegra y honorable.
- Oremos por todos los que, en Cristo, ejercen el diaconado y le sirven: que el Señor les conceda servir de manera irreprochable.
- Oremos por los lectores, los cantores, las vírgenes, las viudas, los huérfanos; oremos por los esposos y sus familiares: para que el Señor se muestre misericordioso con todos ellos.
- Oremos por los que viven en santa continencia. Oremos por los que viven entregados a la castidad y a la piedad.
- Oremos por los que, en la santa Iglesia, presentan ofrendas y por los que dan limosnas a los pobres. Oremos también por los que entregan oblaciones y primicias ante el Señor nuestro Dios. Que el Dios de toda bondad les conceda, a su vez, sus dones celestiales y les dé el céntuplo en el tiempo presente y en el tiempo futuro les dé la vida eterna, y que a cambio de los bienes temporales les conceda los bienes eternos y a cambio de los bienes terrenales, los bienes celestiales.
- Oremos por nuestros hermanos neófitos: que el Señor los sostenga y los fortalezca.
- Oremos por aquellos hermanos nuestros que se encuentran afligidos por la enfermedad: que el Señor los libre de toda dolencia y de toda enfermedad y haga que puedan volver con buena salud a su santa Iglesia.
- Oremos por aquellos hermanos nuestros que viajan por mar o por tierra. Oremos por aquellos hermanos nuestros condenados a las minas o que están desterrados, o se encuentran en la cárcel o encadenados a causa del nombre del Señor. Oremos por los que sufren una dura esclavitud.
- Oremos por nuestros enemigos y por los que nos odian. Oremos por los que nos persiguen a causa del nombre del Señor: que el Señor detenga su furor y apacigüe su cólera contra nosotros.
- Oremos por los que están fuera de la Iglesia o se han extraviado: que el Señor les conceda la conversión.
- Acordémonos de los miembros de la Iglesia que están en la edad de la niñez: que el Señor les conceda progresar en su temor hasta la perfección y les lleve hasta la plenitud de la edad.
- Oremos los unos por los otros: que el Señor nos proteja con su gracia y nos guarde hasta el fin, que nos libre del Maligno y de todas las insidias de los que cometen el mal; que nos salve (y nos lleve) al reino celestial.
- Por todas las almas cristianas” (Const. Apost., lib. VIII, 10,3-22).
Un formulario, inspirado en la llamada Letanía del Papa Gelasio, nos ofrece otro modelo de plegaria anclado en la Tradición de la Iglesia, como ejemplo a seguir:
- “Por la Iglesia inmaculada del Dios verdadero, extendida por todo el universo: pidamos la plenitud del amor de Dios.
- Por los sacerdotes consagrados al Señor y por todos los pueblos que adoran al Dios verdadero.
- Para los que proclaman con fidelidad la Palabra de la salvación, pidamos la sabiduría del Hijo de Dios.
- Para los que consagran su espíritu y su cuerpo al reino de Dios, pidamos los dones del Espíritu Santo.
- Por los que gobiernan los pueblos: para que procuren la justicia y el bien.
- Por los que son víctima de la debilidad humana, del odio y de la envidia, y de los innumerables errores del mundo.
- Por los ausentes y los encarcelados, por los débiles y oprimidos, por los que justos que sufren persecución.
- Por los aquí reunidos en la casa de Dios, invoquemos al Señor de la gloria.
- Por el eterno descanso de los pastores que han guiado a la Iglesia católica y de todos los fieles difuntos.
- Para que nuestros cuerpos sean santificados y nuestros pecados perdonados”.
Un formulario inspirado en la liturgia ambrosiana puede dejarnos aún más claro tanto el lenguaje (exhortativo, dirigido a la asamblea) como el contenido (intenciones sin añadidos ni comentarios):
- “Por la santa Iglesia católica, extendida por todo el universo.
- Por nuestro santo Padre el Papa N., por nuestro Obispo N., por los sacerdotes y demás ministros de Dios.
- Por la paz y unidad de la Iglesia, por la vocación de los pueblos paganos a la fe.
- Por el buen tiempo y la abundancia de las cosechas.
- Por los que sufren, por nuestros hermanos enfermos o encarcelados.
- Por los que cuidan de los pobres y atribulados.
- Por todos nuestros difuntos: para que Dios los reciba en su reino de luz y de paz”.
La liturgia de rito hispano-mozárabe no emplea la plegaria universal al modo romano que aquí estamos desgranando, sino que sigue el sistema de los Dípticos, intenciones con nombres junto a oraciones del sacerdote intercaladas, con un formulario invariable, mostrando, además, la unidad de la Iglesia peregrina con la Iglesia celeste y con los difuntos que se purifican.
“El Obispo exhorta al pueblo a la oración, cantando: Oremos.
Y aclama solemnemente el coro:
R/ Hagios, Hagios, Hagios, Señor, Dios, Rey eterno. A ti nuestra alabanza, a ti nuestra acción de gracias.
El diácono recita el Díptico por la Iglesia:
Tengamos presente en nuestras oraciones
a la Iglesia santa y católica:
el Señor la haga crecer
en la fe, la esperanza y la caridad.R/ Concédelo Dios eterno y todopoderoso.
Recordemos a los pecadores,
los cautivos, los enfermos y los emigrantes:
el Señor los mire con bondad,
los libre, los sane y los conforte.R/ Concédelo Dios eterno y todopoderoso.
El Obispo recita la oración “Alia”.
Prosigue el diácono:
Ofrecen este sacrificio al Señor Dios,
nuestros sacerdotes:
N., el Papa de Roma, N., nuestro obispo y todos los demás Obispos,
por sí mismos y por todo el clero,
por las Iglesias que tienen encomendadas,
y por la Iglesia universal.R/ Lo ofrecen por sí mismos y por la Iglesia universal.
Lo ofrecen igualmente todos los presbíteros,
diáconos y clérigos, y los fieles presentes,
en honor de los Santos, por sí mismos y por los suyos.R/ Lo ofrecen por sí mismos y por la Iglesia universal.
En la memoria de los Santos Apóstoles y Mártires,
de la gloriosa siempre Virgen María,
de su esposo José,
de Zacarías, Juan, los Inocentes, Esteban,
Pedro y Pablo, Juan, Santiago, Andrés,
Acisclo, Torcuato, Fructuoso,
Félix, Vicente, Eulogio, Justo y Pastor,
Justa y Rufina, Eulalia, la otra Eulalia, Leocadia.R/. Y de todos los Mártires.
En memoria igualmente de los confesores:
Hilario, Atanasio, Martín,
Ambrosio, Agustín, Fulgencio,
Leandro, Isidoro, Braulio,
Eugenio, Ildefonso, Julián.R/. Y de todos los Confesores.
Lo ofrece la Iglesia de Dios, santa y católica,
por las almas de todos los fieles difuntos:
que Dios se digne en su bondad
admitirlos en el coro de los elegidos.R/ Concédelo Dios eterno y todopoderoso.
Y concluye con la oración llamada Post-Nomina, la de después de los Nombres.
Estos son ejemplos de cómo la Tradición litúrgica de la Iglesia dirigía la oración de todos los fieles bautizados en la celebración eucarística. El lenguaje directo a la asamblea porque es una indicación, una monición, un aviso para que los fieles presentes sepan porqué orar; el contenido de la plegaria es correctísimo, sin deslizar información, ni ideas, ni pequeños discursos, sino orando “por” todos aquellos que lo necesitan: Iglesia, mundo-autoridades, los que sufren, los presentes.
7 comentarios
Es un post muy detallado e instructivo. La impresión general que me produce es que, en este asunto, todo abuso es de corte subjetivista y antropocéntrico.
La oración de los fieles, según nos enseña en este artículo, debe tener un tono objetivo, eclesial, y no catequético ni discursivo. Es plegaria de la Iglesia y no docencia del ministro. Es la oración de la Comunión de los Santos.
Gracias de nuevo
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JAVIER:
Muchísimas gracias, Alonso. Ha resumido perfectamente lo que yo, más prolijamente, he expuesto y he mostrado con textos. Hay que cortar estos pequeños abusos y hacer que sea, realmente, oración de la Iglesia en la Comunión de los santos, sin adoctrinamiento ni subjetivismo.
Ha de ser un momento de recogimiento e interiorización por parte de la asamblea, leidas las peticiones con unción, sabiendo, el lector, que está ejerciendo e invitando a ejercer el sacerdocio común de todo bautizado.
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JAVIER:
Así es. Vamos a repetirlo mil veces, a ver si a fuerza de repetirlo, alguien lo escucha...
Además, utiliza una sintaxis engorrosa, volvamos al esquema sujeto-verbo-predicado, con brevedad y claridad.
Bonus brevis, bis bonum
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JAVIER:
Peor, y con diferencia, es "el Libro de la sede", del Secretariado nacional de Liturgia, allá por los años 70...
Elíminense los extensos circunloquios de muchísimas de las peticiones.
Por cierto D. Javier, ¿no sería conveniente recuperar lo que dice OGMR 71?:
Las intenciones que se proponen deben ser sobrias, compuestas con sabia libertad y con pocas palabras y expresar la súplica de toda la comunidad.
Las propone el diácono, o un cantor, o un lector, o bien, uno de los fieles laicos desde el ambón o desde otro lugar conveniente.
Por su parte, el pueblo, de pie, expresa su súplica, sea con una invocación común después de cada intención, sea orando en silencio.
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JAVIER:
Muchas gracias.
No sé en concreto a qué se refiere con las oraciones del Via Crucis -al ser una devoción, no está reglada como tal por la liturgia-. Pero tiempo habrá de ir abordando muchas cuestiones.
La cuestión de la denominación: "Oración de los fieles"
Así se la conoce comúnmente, incluso en los libros litúrgicos (cf. infra), aunque hay liturgistas que, no sin fundamentos, proponen llamarla más propiamente "universal". En efecto, muchas otras oraciones de la Misa, son "de los fieles". En esta entrada, siguiendo algunos documentos litúrgicos como la misma Instrucción General del Misal Romano (IGMR), emplearé indistintamente ambas denominaciones, ya que no es el objetivo aquí desarrollar tal debate.
Como nota de color, cabe aclarar que el adjetivo "universal" se conserva literalmente en las súplicas de la Acción litúrgica del Viernes Santo, y que si bien siempre esta Oración ha de ser de carácter universal, hay ocasiones en que la mentada "universalidad" debe hacerse más patente, como en Pascua, Navidad, Pentecostés y otras grandes solemnidades del año. Tal es así, que el Directorio sobre la piedad popular y la liturgia, de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, refiriéndose a las preces de la Misa de Nochebuena, por ejemplo, dice textualmente en el n. 111:
"...la oración de los fieles deberá asumir un carácter verdaderamente universal, incluso, donde sea oportuno, con el empleo de varios idiomas como un signo".
Qué es la Oración universal o de los fieles
Dice la IGMR en el n. 69:
"En la oración universal, u oración de los fieles, el pueblo responde en cierto modo a la Palabra de Dios recibida en la fe y, ejercitando el oficio de su sacerdocio bautismal, ofrece súplicas a Dios por la salvación de todos. Conviene que esta oración se haga de ordinario en las Misas con participación del pueblo, de tal manera que se hagan súplicas por la santa Iglesia, por los gobernantes, por los que sufren diversas necesidades y por todos los hombres y por la salvación de todo el mundo". (Cfr. Concilio Ecuménico Vaticano II, Constitución sobre la Sagrada Liturgia, Sacrosanctum Concilium, núm. 53).
Queda claro, pues, que la Oración universal encuentra su lugar apropiado en la Liturgia de la Palabra de la Misa y es como una "respuesta" que el pueblo orante pronuncia a la Palabra de Dios que ha escuchado.
El n. 70 de la IGMR añade:
Las serie de intenciones de ordinario será:
a) Por las necesidades de la Iglesia.
b) Por los que gobiernan y por la salvación del mundo.
c) Por los que sufren por cualquier dificultad.
d) Por la comunidad local.
Esta expresión "de ordinario" da a entender que la "serie de intenciones" antes expuesta no tiene carácter obligatorio aunque sí es un modelo en el que hay que inspirarse, con las adaptaciones que pudieren requerir las circunstancias particulares.
Lo explica muy claramente el mismo punto de la citada Instrucción:
"Sin embargo, en alguna celebración particular, como la Confirmación, el Matrimonio o las Exequias, el orden de las intenciones puede tener en cuenta más expresamente la ocasión particular" (n. 70).
Me permito transcribir (cursiva) y profundizar, a continuación, lo que he escrito en una entrada anterior: "Liturgia de la Palabra: abusos litúrgicos": *
"Hay objetivos y un modelo típico de petición, que no siempre se respetan en la redacción de la Oración de los fieles (Cf. IGMR, 69, 70, 71; OLM, 30, 31)".
"La ´sabia libertad´ de la que hablan los documentos citados, debe tener en cuenta la brevedad y la claridad y respetar el sentido y la razón de ser de esta Oración en que el pueblo de Dios ejerce su sacerdocio común".
Estructura general de un formulario de Oración de los fieles
Las preces o intenciones de la "Oración universal" son siempre introducidas con una monición y concluidas con una oración pronunciadas por el celebrante principal. (Cf. IGMR, 71). La Ordenación de las Lecturas de la Misa (OLM, 30) dice textualmente "bajo le dirección del celebrante", y añade que este debe hacerlo desde la sede. También puntualiza que cada súplica puede ser propuesta por el diácono, un ministro o algunos fieles "desde el ambón"; esto por el hecho ya mencionado de pertenecer de pleno derecho a la Liturgia de la Palabra.
a) la cuestión del "Destinatario"
Casi siempre están dirigidas directa o indirectamente al Padre, como es tradicional en la liturgia, aunque nada impide que en algunas ocasiones particulares puedan ser invocaciones -también directas o indirectas- al Hijo e incluso, en casos puntuales, al mismo Espíritu Santo). El Destinatario se menciona siempre explícitamente en la monición invitatoria, y cada prez, en general, se redacta en la tercera persona gramatical, aunque a veces se pueda emplear la segunda persona, como se aprecia, entre otros, en los formularios de los siguientes guiones de este blog, cuyo texto, también tomado de liturgias papales, está dirigido al Padre : Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario, del Ciclo C; Domingo VI de Pascua, Ciclo A; Domingo VII del Tiempo Ordinario, Ciclo A; Domingo VI del Tiempo Ordinario, del Ciclo A. Ejemplos de preces dirigidas directamente a Cristo, pueden apreciarse en los formularios II y III (tomados de la liturgia papal) del guion de la Misa de Corpus Christi publicados en este mismo blog, o en la Misa con motivo de la beatificación del Papa Pablo VI, presidida por Su Santidad Francisco el 19/10/14-, (una de cuyas súplicas del formulario de Oración universal dice explícitamente: "tu Cruz"). En este mismo formulario se emplea la segunda persona gramatical en cada prez y la oración conclusiva se dirige directamente a Jesucristo. Lo mismo ocurre con el formulario de preces de la Santa Misa con el Rito de canonizaciones, presidida por el Papa Francisco el 23/11/14, en la solemnidad de nuestro Señor Jesucristo, Rey del universo. También con el de la Santa Misa por los emigrantes y refugiados, o con el de la Santa Misa con Primeras Comuniones (en Rakovsky, Bulgaria), o el de la Santa Misa (en Skopje, Macedonia del Norte), o en la Santa Misa, en la Jornada Mundial de los pobres, todas presididas por el mismo Pontífice, respectivamente el 06/07/18, el 05/05/19, el 07/05/19 y el 17/11/19).
b) la respuesta de la asamblea orante
La respuesta a cada una de ellas debe ser una y la misma súplica, siempre breve. Nunca ha de faltar el matiz de ruego. Ha de evitarse el mero carácter laudatorio de la respuesta, más propio de las intercesiones de las laudes de la Liturgia de las Horas. Aunque nada impide que se combine el obligatorio carácter impetratorio con el laudatorio. Ejemplos ilustrativos de esto pueden ser los siguientes: "R. Te alabamos, Señor; escucha nuestros ruegos", o: "R. Escucha nuestras súplicas, Tú, que eres bendito por los siglos". Tal respuesta puede ser proferida por la asamblea o cantada por el coro.
En contados casos, (pero velando por la coherencia de la redacción), la respuesta puede ser una súplica dirigida a una Persona distinta de Aquella que se menciona en el invitatorio inicial del formulario. Por ejemplo, en la solemnidad de Pentecostés de 2016, presidida por el Papa Francisco, en dicho invitatorio se menciona como Destinatario al Padre, pero en cada súplica, la aclamación de la asamblea se dirige al Espíritu Santo. (V. los formularios del guion de la Misa de Pentecostés).
En la entrada arriba mencionada*, expresé lo siguiente, que me parece importante recordar aquí:
"Sería bueno contemplar la posibilidad que ofrecen la IGMR y la OLM de alternar la invocación de los fieles luego de cada intención (que es lo que comúnmente se hace), con la otra opción de la súplica silenciosa de cada uno de ellos, luego de la formulación de la intención (Cf. nn. 71; 31, respectivamente)".
c) la redacción de las preces
Tradicionalmente se reconocen tres principales modelos para la "Oración de los fieles", a saber:
1) Forma plena o completa: se estructura expresando primeramente la persona o institución por la que se ora, y luego, lo que se pide. Responde al esquema "Por..., para que".
Ejemplo: "Por la santa Iglesia de Dios, para que el Señor la libre de toda división interna y de los ataques externos".
2) Parcial primera: expresa la súplica concreta, de manera genérica, y la asamblea es implícitamente invitada a hacerla suya, ante todo, como comunidad. Responde al esquema: "Para que...".
Ejemplo: "Para que el Señor haga cesar toda guerra en el mundo y derrame sobre él el don pascual de la paz de Cristo".
3) Parcial segunda: expresa puntualmente las personas o instituciones por las que se ora, sin puntualizar la petición, que cada fiel hace suya. Responde al esquema: "Por...".
Ejemplo: "Por los que han perdido la esperanza".
No conviene que en un mismo formulario se alterne entre estas tres formas puesto que se corre el riesgo de atentar contra la percepción que la comunidad debe tener del tópico común que ha de subyacer al grupo de peticiones.
Modelos de redacción de la "forma plena":
La "forma plena" se enraiza en la antigua tradición de la Iglesia, cuando el celebrante u otro ministro invitaba a los fieles a orar unos instantes en silencio, proponiéndoles el tema. Luego, dicho celebrante "recogía" ese grupo de "oraciones silenciosas" en una sola. (Hay semejanzas y diferencias con la "Oración Colecta" de la Misa: En ambas, el sacerdote dice "Oremos", invitando así a la asamblea a recogerse en silencio. La diferencia es que la "Oración Colecta" es propia del sacerdote, y solo él puede pronunciarla, y la "Oración de los fieles" lo es de los bautizados; en esta, y no en la "Colecta", se mencionan varios temas de súplica, y el sacerdote se limita a realizar el invitatorio y la plegaria conclusiva.
La manifestación más solemne de la forma plena se conserva como obligatoria en la Liturgia de la Palabra de la Celebración de la Pasión del Señor, el Viernes Santo, a la que he aludido más arriba. Se trata de diez "invitatorios" a orar, que incluyen a toda la humanidad, seguido cada uno de un silencio orante de la comunidad y de una oración que recoge en una sola la súplica de cada miembro de la asamblea.
Por su parte, las más solemnes Eucaristías presididas por el Papa, ostentan otra manifestación de la "forma plena", que pretende expresar sugestivamente el misterio de la universalidad de la Iglesia:
El diácono canta en latín, lengua oficial de la Iglesia, el invitatorio de cada petición; luego de un brevísimo silencio, diversos fieles pronuncian las súplicas en distintas lenguas.
En otras Eucaristías papales menos solemnes de la Urbe, el diácono realiza el invitatorio en italiano, y en la misma lengua se realizan las peticiones. Lo mismo ocurre en las Misas que el Romano Pontífice preside en sus Viajes Apostólicos por el mundo, en que se emplean las más diversas lenguas, reservando, por lo general, el idioma oriundo para el invitatorio y para la oración conclusiva.
-Los formularios de "forma plena", por su antiguo y venerable origen, conviene usarlos en las Misas más solemnes. También para ellos, por su naturaleza, aunque algo más extensos, debe regir, en lo posible, el principio de claridad-brevedad-sobriedad, orientativo de todo formulario de "Oración de los fieles".
-Los de "forma parcial primera", por combinar la concisión con la clara descripción de aquello que se pide, conviene usarlos en las Misas dominicales, y en aquellas cuyos fieles no están demasiado instruidos en la fe, ya que su oración es "pedagógicamente" orientada por cada uno de estos ruegos.
-Los de "forma parcial segunda", debido a su brevedad y al "ejercicio" que entrañan de parte de los fieles de "intuir la especificidad de la petición enunciada", conviene usarlos, en las Misas de los días entre semana, en las que suelen participar personas bien instruidas en la fe, que entienden bien hacia dónde deben orientar su oración cuando se les dice algo tan complejo como orar "por la unidad de la Iglesia", "por la perseverancia en la fe" o "por la plena comunión de las Iglesias cristianas", por ejemplo.
Entre el "blanco" y "negro" de estas tres formas, hay infinidad de matices que es necesario saber aprovechar. Comentemos y veamos algunos ejemplos:
I
Cada prez se estructura en dos partes; la primera, puede ser un breve comentario ilustrativo que equivale a "Por...". La segunda es el pedido concreto ("para que..."):
Ejemplo:
-La Iglesia está llamada a ser "sacramento de Cristo" en el mundo.
+Para que sus puertas permanezcan siempre abiertas a todo hombre que, incluso sin saberlo, tenga sed de Dios.
Como se deduce de lo dicho más arriba, el estilo de redacción por que se opta, ha de mantenerse a lo largo de todo el formulario. Según esto, y siguiendo con el ejemplo inmediatamente precedente, una segunda prez podría ser:
-Muchos pueblos de la Tierra son escenario de sangrientos conflictos bélicos que parecen no tener solución a corto plazo.
+Para que el Señor inspire en sus gobernantes sentimientos de perdón, reconciliación, concordia y mutua colaboración.
II
El "para que" está contenido en la misma petición, la que a su vez es precedida por una cita bíblica tomada de la liturgia del día, y que anticipa el sentido de la súplica de los fieles.
Ejemplo:
-"Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá" (Mt. 7, 7).
+Para que los que tienen hambre física o espiritual pidan; los que no sienten la presencia de Dios en sus vidas, busquen; y los que carecen de afecto, llamen a las puertas del Corazón de Jesús.
III
Similar al modelo anterior, la cita bíblica se reemplaza por otra tomada del Magisterio de la Iglesia o de los escritos de algún santo, en su festividad, que anticipan igualmente el sentido de la súplica de los fieles:
Ejemplos:
-Nos enseña san Juan Pablo II: "La Iglesia ha recibido la Eucaristía de Cristo, su Señor, no sólo como un don entre otros muchos, aunque sea muy valioso, sino como el Don por excelencia" (Ecclesia de Eucharistia, 11).
+Para que la gracia de este Sacramento nos haga cada vez más intrépidos heraldos de la Buena Nueva del Reino de Dios, que está entre nosotros porque es el mismo Cristo.
-Dice san Juan Bosco: ´Confíen en María Auxiliadora y verán qué son los milagros´.
+Para que los que sentimos el agobio de la dificultades de cada día, depositemos nuestra confianza en el Corazón Inmaculado de la dulce Virgen María, Auxilio de los Cristianos.
En fin, es de desear que los formularios de Oratio fidelium de nuestras Eucaristías, sean cada vez más expresivos en su sencillez, elocuentes en su brevedad y sobre todo, dignos de la suprema Acción de culto en la que se inscriben.
***++**************
JAVIER.
De entre los varios aspectos que dice vd. en este comentario:
-Es la Tradición que las preces o intenciones de la Oratio fidelium se dirijan a los fieles como advertencias o moniciones y los fieles son, juntos, una voce, los que oran. Basta ver -en otras entradas de esta serie de la Oración de los fieles- los usos de otras familias litúrgicas. Lo que es no es normal es un lector dirigiéndose directamente al Padre o incluso al Hijo. Ni siquiera el diácono puede hacerlo, sólo el sacerdote u Obispo que oficia.
-Es innovación absoluta y bastante estrambótica el invento de Mons. Marini de unos años para acá: un diácono en latín enuncia la intención, y después un lector la vuelve a hacer, dirigiéndose él a Dios, en distintos idiomas.
-Que sea el uso vaticano actual no quiere decir ni mucho menos que esté bien. Hay cosas que se han introducido -como el canto de la Kalenda antes del Gloria y con el actual mons. Marini antes de "In nomine Patris"- que siguen sin estar en los libros litúrgicos: IGMR o Ceremoniale episcoporum.
-Muchos de esos inventos rompen con la línea de tradición romana que se refleja en Sacramentarios, los Ordines Romani y los posteriores Pontificales.
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