Quedarse sólo en ceremonias: ¡un peligro!
La liturgia tiene dos realidades intrínsecamente unidas, forma y fondo, lo grande y lo pequeño, el rito y el Misterio. El Misterio pascual del Señor, el Acontecimiento de la Redención se realiza presente y actual por las celebraciones litúrgicas, pero éstas se desarrollan según los libros litúrgicos, con sus rúbricas, sus leyes litúrgicas, sus normas. Es la liturgia un acontecimiento espiritual pero necesita los textos litúrgicos, que son norma de la fe, y la forma digna, reverente y con unción, de realizar las acciones litúrgicas.
Ciertas corrientes secularizantes prefieren reinventar constantemente la liturgia, sus textos y sus rúbricas, haciendo cada cual lo que más le apetece o cree más “pastoral”; se cae en el subjetivismo. Creen privilegiar el espíritu y la vivencia, y convierten la liturgia en una fiesta antropocéntrica, o en una sesión de catequesis. Entonces cada cual introduce en la liturgia sus ocurrencias. Los abusos deben ser erradicados:
“Si no se respetan las normas litúrgicas, a veces se cae en abusos incluso graves, que oscurecen la verdad del misterio y crean desconcierto y tensiones en el pueblo de Dios. Esos abusos no tienen nada que ver con el auténtico espíritu del Concilio y deben ser corregidos por los pastores con una actitud de prudente firmeza” (Juan Pablo II, Carta Spiritus et Sponsa, n. 15).
Pero hoy otro peligro parece surgir en algunos.
Es considerar la liturgia como un hermoso aparato de ceremonias, exacto y preciso, con preocupaciones no estéticas sino esteticistas, donde poco parece importar el espíritu interior, la devoción, el recogimiento, la oración, el estudio de las fuentes y de los Padres, la meditación sosegada sobre la eucología y la acogida de la Palabra proclamada. No. Se busca exclusivamente la formalidad, la corrección, la preocupación por protocolos y preferencias, un regusto de lo antiguo por lo antiguo en sí mismo. Le falta espíritu, le falta vida, le falta unción, le falta amor al Señor. Todo lo centran exclusivamente en lo externo, en la corrección de las formas (o de pretendidas formas externas). A este esteticismo formal concurren sin que ni antes ni después de la liturgia se recojan en oración interior, porque viven la liturgia como un apartado escénico.Vayamos a la doctrina de la Iglesia.
Pío XII en la Mediator Dei señalaba:
“38. No tienen por esto una exacta noción de la Sagrada Liturgia aquellos que la consideran como una parte exclusivamente externa y sensible del culto divino o como un ceremonial decorativo; ni yerran menos aquellos que la consideran como una mera suma de leyes y de preceptos, con los cuales la Jerarquía eclesiástica ordena al cumplimiento de los ritos.
39. Por tanto, deben todos tener bien sabido que no se puede honrar dignamente a Dios si el alma no se dirige al logro de la perfección de la vida, y que el culto rendido a Dios por la Iglesia, en unión con su Cabeza divina, tiene la máxima eficacia de santificación”.
Juan Pablo II presenta la unión de los dos elementos (interior y exterior) con visión teológica de la liturgia:
“Ya que la muerte de Cristo en la Cruz y su resurrección constituyen el centro de la vida diaria de la Iglesia. Y la prenda de su Pascua eterna, la Liturgia tiene como primera función conducirnos constantemente a través del camino pascual inaugurado por Cristo, en el cual se acepta morir para entrar en la vida. 7. Para actualizar su misterio pascual, Cristo esta siempre presente en su Iglesia, sobre todo en las acciones litúrgicas. La Liturgia es, por consiguiente, el «lugar» privilegiado del encuentro de los cristianos con Dios y con quien El envió, Jesucristo (cf. Jn 17,3). Cristo está presente en la Iglesia orante reunida en su nombre. Precisamente este hecho es el que fundamenta la grandeza de la asamblea cristiana con las consiguientes exigencias de acogida fraterna —que llega hasta el perdón (cf. Mt 5, 23-24)— y de decoro en las actitudes, en los gestos y en los cantos. El mismo Cristo está presente y actúa en la persona del ministro ordenado que celebra. Este no está investido solamente de una función, sino que, en virtud de la Ordenación recibida, ha sido consagrado para actuar «in persona Christi». A todo esto debe corresponder una actitud interior y exterior, incluso en los ornamentos litúrgicos, en el puesto que ocupa y en las palabras que pronuncia” (Carta apostólica Vicesimus Quintus annus, nn. 6-7).
Veamos siempre en la liturgia su naturaleza espiritual y teológica, celebrémosla dignamente, con fidelidad a los libros litúrgicos, con unción y amor, pero sin esteticismos ni frivolidad.
12 comentarios
El segundo caso es mucho mas peligroso, porque se pierde el simbolo, se pierde el rito en miras de un mayor entendimiento o acercamiento subjetivo al misterio.
Creo que se entendió antes de la reforma que se estaba cayendo en lo denunciado por Pio XII, pero como dice Sacrosanctum Concilium, no se volvio al sentido de los ritos y simbolos vigentes para curar la acedia, sino que se innovo. En vez de volver a transitar el camino con alegria y gozo, se dejo que cada quien buscara el camino que mas le convenia.
Básicamente es ésto lo que dice el Cardenal Sarah. Que la respuesta para la crisis de la Iglesia de hoy está en la recuperación de la liturgia que es la fuente de vida de la Iglesia.
Por otro lado --comentario aparte-- es notable que las Iglesias ortodoxas hayan 'sobrevivido' pastoralmente sin cambiar un ápice de sus liturgias centenarias --algo por lo que se las acusa en Occidente de ritualistas.
El que alguien no tenga fervor o devoción, uno más o menos puede darse cuenta, pero al fin de cuentas es una disposición interna la cuál no podemos juzgar.
Pero que no se cumplan los mandatos de la iglesia en el culto, es una clara muestra de que esa persona pone su criterio por sobre el de la bimilenaria iglesia.
Además, para no igualar lo que es distinto, no vamos a decir que los rubrisistas escrupulosos abunden i sean el problema de la iglesia, basta ir a misa el domingo para notar que los fariseos hoy son "tipos muy creativamente pastorales". Saludos.
Es una pena el gran desconocimiento de la liturgia, no se vive profundamente la fe por ignorla.
Sus artículos son muy enjundiosos, siga su labor, esperemos que aumente el conocimiento y la vivencia litúrgica.
Paz y Bien.
Luego fui entendiendo que eso no es verdad, y que la liturgia tiene un poder santificante concreto.
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JAVIER:
Nada entre líneas. Señalo dos peligros: quedarse en las formas (ceremonialismo) y por otra parte ignorar esas formas en virtud de un pretendido "contenido"... haciendo cada cual lo que le dé la gana en la liturgia. Más claro imposible.
Me parece que es un punto escencial para leer el articulo
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JAVIER:
Por supuesto: cuidar la liturgia con esmero y detalle no es sinónimo, sin más, de "quedarse sólo en ceremonias". ¡La liturgia hay que cuidarla, mimarla, cultivar sus detalles, su sacralidad!
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