Espiritismo: entre el fraude y el peligro
Había dejado pendiente, desde tiempo atrás, un comentario en torno al espiritismo, después de hacer la crítica de los programas que se han emitido en España protagonizados por una médium y sus supuestos contactos con los difuntos cercanos a los invitados al plató (ver primera parte y segunda parte. Durante este tiempo han pasado dos cosas principales. La primera ha sido la gira de Anne Germain por España, haciendo su show esotérico en varias ciudades, donde las salas se han llenado de personas con un gran interés en saber algo de sus seres queridos que han muerto. Digo “gran interés” porque no creo que muchos hayan asistido por simple curiosidad, vistos los precios del espectáculo. Lo que sí es seguro es que no sólo se han llenado los lugares elegidos, sino también los bolsillos de algunos. El componente económico, como puede sospecharse, no deja de tener su importancia. Esta pequeña “inmigración” de la médium a España le ha reportado sus beneficios.
La segunda novedad a comentar –y que se ha entrecruzado en el tiempo con la primera– es la publicación por parte de un diario nacional de algunos documentos que se usaban en el programa, lo que ha provocado su cierre. ¿De qué documentos se trataba? De unos interesantes informes, redactados en inglés, en los que se le proporcionaba a Anne Germain detalles de la vida y la familia de los famosos invitados a “Más allá de la vida”. El Mundo publicó algunos de ellos el pasado mes de noviembre, y con esto se hizo patente lo que muchos sospechábamos, y lo que desgraciadamente es tan común en el mundo de la televisión: todo era un montaje. La inglesa obtenía los datos de los difuntos de lo que le habían escrito. ¿Y qué pasaba con la gente normal y corriente que acudía al plató? Pues que la recogida de datos y los micrófonos y cámaras repartidos por el plató hacían el resto del trabajo de “investigación”.
Descubierta la trama, se ha dejado de emitir el programa, y ya está. Es una pena que haya tenido que destaparse esto de forma escandalosa para poner fin a un espectáculo de tales características. Es una pena que se haya jugado con algo tan serio como la muerte para conseguir audiencia y dinero, que es de lo que se trata en el fondo. Es una pena que haya desfilado una serie de famosos por el espacio televisivo con más o menos responsabilidad en lo que ha constituido una difusión a gran escala de las prácticas espiritistas. Es una pena, en fin, que tanta gente haya depositado sus ilusiones y su esperanza, ya sea perdiendo su tiempo –en la pequeña pantalla– o su dinero –en los shows en directo– en lo que anunciaba esta señora y el entramado mediático montado a su alrededor.