Espiritismo hecho espectáculo en televisión (I)
Comenzamos aquí a publicar una serie de artículos que irán apareciendo periódicamente sobre el tema del espiritismo, a partir de un programa de televisión. El análisis está a cargo de Luis Santamaría, sacerdote y miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), que ha comenzado esta serie en su colaboración con la web de información religiosa En Acción Digital.
El verano pasado llegó el “susto”, y nunca mejor dicho. La televisión de España iba a dar una vuelta más de tuerca en la espiral de la telebasura. ¿Y cómo era eso? ¿Es que se puede caer más bajo en la emisión de productos deshumanizadores en la pequeña pantalla? Aunque algunos dudábamos de que se pudiera, hemos sido testigos de ese paso adelante. Superando tantos espacios en los que famosos y también –¿por qué no? – personas anónimas aparecen mostrando sus intimidades personales y sus asuntos familiares en una evidente falta de pudor con la complicidad de toda la sociedad, Telecinco anunció un programa en el que se iba a contactar con los muertos. ¡Qué miedo!
Al principio no me sorprendió, pensando que se trataría de otro producto más del mercado publicitario de lo paranormal y lo esotérico, como el célebre “Cuarto Milenio”, que ya lleva varias temporadas en la pantalla. Sin embargo, los medios de comunicación empezaron a hablar, con un cierto gracejo, de “La ouija de los famosos”. Entonces ya se sabía su contenido: acudirían algunas celebridades de la tierra para contactar, gracias a la labor de un médium, con algún difunto cercano. ¿Sorpresa? ¿O conclusión lógica del avance de la llamada “prensa rosa” que, en su versión televisiva, ya se agota y tiene que buscar nuevos ámbitos? Si las fuentes informativas en esta tierra ya están acabadas, ¡venga, a buscar exclusivas de ultratumba!
Uno no sabe si reír o llorar. Si tomárselo a cachondeo o escandalizarse. El 9 de agosto tuvo lugar la primera emisión, y desde entonces hasta la fecha, durante el año 2010 hemos podido ver otros dos programas (13 de octubre y 10 de noviembre), de poco más de una hora de duración (a lo que hay que añadir los anuncios, por supuesto). Por lo que dicen, las cifras de audiencia –que por desgracia aquí es lo que manda, como ya sabemos– han sido altas. Emitidos pasada la medianoche, el primero tuvo un 20.7% de la audiencia (1.481.000 espectadores), cifra que creció levemente en el segundo (1.756.000) y que aumentó considerablemente en la tercera entrega (2.626.000 espectadores), debido a que se adelantó en el horario, para competir con las series que otras cadenas emitían en “prime time”. Por cierto, es mucha más audiencia que los informativos del mismo día en el mismo canal.
Parece que ahora, en la guerra de las audiencias, todo vale. Y más si tenemos esta abundancia de canales que nos ha traído la Televisión Digital Terrestre. Uno se echaría las manos a la cabeza si no se fijara en otras muchas cosas que pasan en este mundo de la comunicación, donde asistimos con pasividad (o, más bien habría que decir, con complicidad) a una depauperación de calidad de lo que se ofrece. Sin entrar en la ya típica discusión de que si estos contenidos se ofrecen como moda cultural o se piden como demanda social, creo que la aparición de un formato como “Más allá de la vida” supera todo sentido común.
Para que se entienda lo que escribo, aclararé dos cosas. La primera: estas reflexiones están escritas varios meses después de la emisión de la primera entrega del programa espiritista de Telecinco. ¿Y eso por qué? La razón es sencilla: he dejado pasar el tiempo para que lo que escriba no sirva como publicidad añadida a algo que sencillamente rechazo. En estos cinco meses he podido recibir algunas consultas o comentarios sobre el programa, en ocasiones de gente sencilla que se encuentra desconcertada ante algo que se presenta ante sus ojos como cierto, y que choca con su percepción de la realidad planteándoles una seria duda.
La segunda aclaración que quiero hacer es que este primer artículo de la serie está elaborado antes de haber visto ningún programa. Tengo previsto ver los tres emitidos hasta ahora en la siguiente entrega de esta misma sección, para ofrecer un análisis algo más detallado, y para poder hacer una crítica fundamentada del producto final que se han tragado varios millones de españoles. Lo dicho hasta ahora sirve como pórtico a unas reflexiones que espero ofrezcan luz y criterios para juzgar “Más allá de la vida”. Antes de ver los programas, sí quiero dejar dicho que sería interesante comprobar el aumento de la creencia en estos temas de ultratumba en los españoles a través de las encuestas que se hacen a la ciudadanía, comparando los resultados con los trabajos anteriores; y comprobar también el aumento del recurso de la gente a videntes y médiums, en la medida en que fuera posible, además del más que seguro aumento de los ingresos de estos “profesionales”. Mucho me temo que este programa televisivo habrá tenido bastante más incidencia, por su apariencia –buscada y querida– de realidad y seriedad, que otros muchos productos de ficción, ya sean películas o series, que vienen explotando el tema en los últimos tiempos.
Luis Santamaría del Río
En Acción Digital
2 comentarios
http://javcus.es/infokratia/522-peligros-espiritismo
Y de aquí entender que de la misma manera que se pueden obtener favores celestiale invocando protección y ayuda al Dios de la Vida en sus ágeles y sus santo.
También se pueden obtener favores infernales invocando protección y ayuda al dios de la muerte, Satanás, en sus demonios y sus muertos.
-Y por lo mismo estar advertido de la diferencia que existe entre lo uno y lo otro. Pues así cómo quien con responsable necesidad de fe y devoción celestial invoca al Dios de la Vida: Al final el Dios de la vida lo asimila y lo lleva al reino de Dios.
-Así quien en intereses de mundo, o curiosa invocación temporal acude al dios de la muerte. Éste,Satanás, se lo traga y se lo lleva a su morada infernal.
De lo que se deduce que al Demónio en sus dominios, solo se le puede invocar cuando se le puede retar. Y vencer.
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