Un padre denuncia la participación de su hijo de 8 años en rituales con ayahuasca en Barcelona
El pasado 8 de diciembre, el portal francés Equinox (medio francófono de la ciudad de Barcelona) ha publicado un reportaje sobre los rituales de ayahuasca en Cataluña y la preocupación de un padre por la participación de su hijo, de 8 años, en uno de estos eventos. Está firmado por Maréva Laville. Por su interés, lo ofrecemos aquí traducido al español.
Cada mes, una quincena de franceses se desplazan a Cataluña durante un fin de semana de cuatro días para consumir sustancias psicoactivas naturales importadas de Sudamérica. Al parecer, un niño de menos de 10 años también estuvo presente durante uno de los viajes. El padre del niño hace esta acusación ante Equinox, mientras que el organizador de los rituales lo niega.
Todo salió de la boca de un niño de 8 años. “La ayahuasca limpia el cuerpo y las setas y el bufo alvarius despiertan a la humanidad”. Aquella mañana de domingo de noviembre, su padre, Arnaud (pseudónimo), un expatriado francés que vive en Barcelona desde hace 15 años, también había oído que su ex mujer y otros franceses acudían con regularidad a una masía situada en el corazón de las montañas de la Garrotxa, en Olot (Barcelona, España), donde se consumen plantas psicoactivas.
Por 590 euros por persona, estos adultos podían “abrir los ojos a la vida” con un trago de ayahuasca, una liana amazónica clandestina, que se bebe por la noche durante ceremonias de 5 a 6 horas de duración. Por 80 euros más, también pueden ingerir kambó, un veneno segregado por las ranas, tras quemarse la piel.Esta “desintoxicación” se hace por la mañana en ayunas, con una palangana al lado, para poder vomitar inmediatamente después. Por 150 euros más, todos pueden inhalar bufo alvarius, cristales de las glándulas del epónimo sapo mexicano, con una pipeta de cristal para aliviar el estrés.
Y que durante estos ritos, “los hombres tocaban los cuerpos y los pechos de las mujeres en trance para sacar el mal y traer el bien”, dice Arnaud con las palabras que usó su hijo. Y que todo esto no es otra cosa que la medicina ancestral que existe desde hace miles de años en Sudamérica. Esa mañana, Arnaud escuchó a su pequeño. Con tristeza. Y no esperó más para presentar una denuncia ante los Mossos d’Esquadra (policía autonómica catalana), a la que Equinox ha tenido acceso.
Una denuncia y un informe de derivas sectarias
A finales de noviembre, Arnaud presentó una denuncia contra su ex mujer por no proteger a su hijo. Dio el paso tres años después de ver una foto de su hijo, en medio del grupo, publicada en 2020 en una cuenta de Instagram que ya no existe. Arnaud había intentado demasiadas veces disuadir a su expareja de hacer esos viajes con su hijo.
Demasiadas veces había recelado de estas reuniones mensuales organizadas por franceses en torno a plantas alucinógenas. Demasiadas veces había temido que esta entidad que opera en medio de la nada, en España, adoctrinara a sus seres queridos. “Pero cuando mi hijo me dice que toman ‘la paz que limpia’, que todo eso está a su alcance…”, se lamenta por teléfono, sin terminar la frase.
Preocupado por esta supuesta influencia, Arnaud ya había hecho una denuncia en 2021 ante la Miviludes (la misión interministerial de vigilancia y lucha contra las derivas sectarias). Se trata de una de las numerosas denuncias recibidas por este organismo desde hace varios años relativas a las prácticas de los “maestros y guías chamanes” y a sus negocios.
En un informe, la Miviludes cita los cursos de ayahuasca y bufo, clasificados como estupefacientes por la ley francesa, que son aún más caros que los mencionados en la denuncia del padre: hasta 2.350 euros por cuatro días en Barcelona. También apunta a delitos sexuales en estado de vulnerabilidad, y a consumos que pueden causar la muerte. Todo ello en Francia, Europa o Cataluña.
Una planta ilegal en Francia, tolerada en España
Todo es cuestión de fronteras. La ayahuasca, también conocida como la “enredadera de la locura”, tiene sus raíces en Colombia, Perú, Brasil, Bolivia, Ecuador, Venezuela y Paraguay. Contiene DMT, dimetiltriptamina, una molécula psicotrópica orgánica clasificada como droga tanto en Francia como en España. Pero en el lado francés de la frontera, la ayahuasca es ilegal, mientras que en la Península Ibérica sólo está autorizada para uso personal, sin que pueda venderse ni compartirse.
Esta tolerancia legal permite al grupo objeto de la denuncia del expatriado francés operar en Cataluña con lianas colombianas desde hace unos cinco años. “Por eso hacemos nuestros retiros en España”, afirma un miembro de la organización, contactado por Equinox. Pero, según él, el tráfico está descartado. “No vendemos ayahuasca”, insiste el responsable de las ceremonias, antes de añadir: “No es una droga, porque no hay adicción, ni ansia, ni redadas”.
Sin embargo, según Manuel Roig, abogado especializado en derecho penal y civil, está claro: “con estas reuniones o estancias, facilitan el consumo ilegal de drogas tóxicas o estupefacientes. La gente paga y compra la planta. Eso es tráfico. Se arriesgan a ir a la cárcel”. Entre tres y seis años, según el artículo 368 del Código Penal, y una multa de hasta el triple del valor de las sustancias. Y eso sin contar la presunta presencia de menores.
Ni disculpas ni niños, según la organización
Sin embargo, la organización niega todo esto. “Es imposible. Ningún niño participó en la ceremonia, ni siquiera animales o acompañantes de los participantes”. Tanto más cuanto que cada participante rellena una ficha informativa antes del viaje para “asegurarse de que están psicológicamente estables y no tienen ninguna contraindicación”, explica el hombre.
También tienen que seguir una dieta drástica que elimina todas las drogas, el alcohol, el sexo, el cerdo, el chocolate y otros productos que podrían causar “efectos nocivos” si entran en contacto con la ayahuasca. Se trata de un proceso muy perfeccionado que él y otras tres personas encargadas de las ceremonias llevan experimentando varios años en la selva amazónica, trabajando con chamanes de verdad.
Porque ellos no lo son, dice. Ni diploma, ni formación. Ni promesa de curación. Sólo un conocimiento de las “virtudes” de esta sustancia, que ha sido objeto de varias conferencias y estudios, explica el aficionado a las ceremonias de ayahuasca. Para los “experimentados”, las palabras clave son “espejo interior”, “desarrollo personal”, “autocomprensión” y “descubrimiento supervisado”. “Sin disculpas”, añade uno de los organizadores entrevistados por Equinox.
Pero los elogios son difíciles de escuchar cuando un padre tiene que imaginar que su hijo está allí. Pensar en él rodeado sólo de adultos, tumbado en el suelo, con la boca abierta, como en las imágenes publicadas en las redes sociales y archivadas por el denunciante. Pensar en los ojos de su pequeño vislumbrando hombres y mujeres desnudos. También es difícil no imaginar que su hijo se había enfrentado a una supuesta secta, como relata en su denuncia.
Sin embargo, en el otro bando, el mensaje es bien distinto: “No somos una secta. Somos totalmente transparentes, no ocultamos nada. No hacemos locuras, no retenemos a nadie y no utilizamos ninguna influencia psicológica”. Pero ya se trate de una droga o de una simple planta, de una supuesta secta o de una organización en toda regla, Arnaud concluye: “Sólo deseo que mi hijo no vaya más allí”. El caso está ahora en manos de los tribunales.
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