25.08.09

La verdadera ruptura

Los dos últimos posts de este blog han dado lugar a un debate muy interesante sobre si el Novus Ordo supuso una ruptura con la tradición litúrgica milenaria de la Iglesia. Se han aportado opiniones, citas y comentarios de destacadas personalidades de la Iglesia, entre ellas las del actual Papa cuando era cardenal. Se ha llegado a decir que aunque el N.O es válido, hubo ruptura, lo cual no deja de ser paradójico, porque si en algo tan fundamental como la misa se ha dado una ruptura con la tradición, me parece que cabría alguna duda legítima y razonable sobre su validez. Ni siquiera el Papa puede aprobar algo que suponga un quebranto con un pasado bimilenario. Por tanto, aunque entiendo que hay argumentos a favor de de considerar como rupturistas algunos elementos del N.O, soy partidario de no hablar de ruptura total con el rito en la forma anterior a la reforma. Digo esto siendo bien consciente de que mi formación litúrgica no me capacita para dar una opinión “autorizada", pero como no tengo otra, es la que doy.

En lo que sí creo que se dio una ruptura es en el tratamiento pastoral hacia los abusos litúrgicos. Ahí sí que se dio una ruptura radical con el pasado más inmediato. Aunque abusos los ha habido siempre -el que lo niegue, que se estudie lo que ocurría en tiempos de Trento-, es difícil encontrar un momento en la historia en que los mismos se hayan hecho con tanto descaro y desvergüenza como en el post-concilio. Y la actitud de los pastores ha sido de una laxitud total en la aplicación de su autoridad para acabar con dichos abusos. No es que no haya advertido contra los mismos. De palabra muchos lo han hecho. Pero luego, a la hora de la verdad, ¿cuántos presbíteros han sido apartados del sacerdocio por estas cuestiones? ¿hace falta que demos ejemplos bien recientes? ¿debemos recordar que un cardenal tan poco sospechoso de simpatizar con la heterodoxia como su E.R. D. Antonio María Rouco Varela ha permitido que los sacerdotes rosquilleros de Entrevías sigan haciendo lo que les viene en gana?

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24.08.09

He dicho que no, y es que no, que no y que no

“Non serviam” es la frase atribuida a Satanás y sus ángeles como muestra de su rebeldía ante Dios. No pocos hombres han seguido sus pasos. El “no” a Dios es un “no” a la vida y un “sí” a la muerte, pero los hay que han elegido pasar la eternidad separados de la vida a morir a sí mismos para vivir siempre en el Señor. La rebeldía está en la raíz de toda perdición. El aceptar que no tenemos la última palabra o, mejor dicho, que esa última palabra no depende de nuestros deseos sino de la autoridad de alguien por encima de nosotros, es lo que separa al hombre del abismo. Y si eso es cierto para todos, en mayor medida lo es para quienes han sido iluminados por el Espíritu de la verdad. Un pagano incrédulo tiene los ojos cerrados ante la luz que puede conducirle hacia la vida eterna, pero el cristiano tiene ojos para ver, oídos para oír y piernas para andar por el camino de la salvación. No hemos recibido una ley escrita en piedras y pergaminos sino al Espíritu Santo que nos conduce hacia la verdad completa, hacia Cristo nuestro Salvador. Por tanto, no tenemos excusa para rebelarnos contra la autoridad divina.

Cuando Cristo envió a sus apóstoles a predicar el evangelio les dio autoridad para hacer discípulos de entre todas las naciones. Pero esa autoridad no acaba en el mero anuncio de las buenas nuevas. Se extiende también al gobierno y pastoreo de los que por la fe y el bautismo pasan a pertenecer a la Iglesia. Por tanto, el cristiano que se opone a la autoridad que el Señor ha establecido para su Iglesia entra peligrosamente en la misma senda de los que dijeron aquel primer “non serviam". Ya lo dijo Cristo: “… y si a la Iglesia desoye, sea para ti como gentil o publicano” (Mt 18,7). Se equivocan quienes piensan que son Iglesia a la vez que desobedecen a sus legítimos pastores. Como los ángeles rebeldes son expulsados del cielo, así los cristianos rebeldes son expulsados de la Iglesia. Solo que lo de aquéllos no tiene remedio y lo de éstos sí, en caso de que se arrepientan.

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23.08.09

Una reforma necesaria

El anuncio de una posible reforma de la reforma litúrgica llevada a cabo tras el Concilio Vaticano II está poniendo de los nervios a no pocos católicos practicantes. Surgen los típicos tópicos y el temor a la vuelta a la misa en latín, con el cura “de espaldas” al pueblo, etc. Por otra parte, somos muchos los que vemos con buenos ojos aquello que empieza a anunciarse, aunque todavía no sabemos bien todos los detalles del documento que supuestamente ha aprobado el Papa. De hecho, esa es la primera queja que cabría hacer: ¿Por qué algo que ha aprobado el Papa en abril tiene que filtrarse a medias, a un vaticanista, a finales del mes de agosto? ¿cuándo se van a concienciar en el Vaticano que en la era de los medios de comunicación modernos, sobre todo de internet, los documentos no se pueden mantener durante meses en la nevera? Ahora asistiremos a unos días o semanas de rumores, presunciones, dudas, inquietudes, etc. Cuanto antes se publique el documento, mejor. Y si no hay tal texto o no hay tal aprobación papal, que lo desmientan inmediatamente.

Sea como sea, no hay que ser muy perspicaz para intuir que en este pontificado vamos a asistir a la anunciada “reforma de la reforma". Quienes hemos conocido las opiniones del Papa sobre la liturgia tanto durante su etapa como cardenal como en sus alocuciones como Vicario de Cristo, esperábamos que antes o después se pasara de las palabras a los hechos. Y aun así, he de decir que, antes que implementar la reforma, es más importante acabar con las incorrecciones y abusos litúrgicos actuales. Resultará cuanto menos peculiar que se pida a los fieles que tomen la comunión en la boca y de rodillas mientras se permite que en Entrevías se comulgue con rosquillas, en las Romaxes se produzcan bacanales litúrgicas inaceptables y en Austria se pasen el canon por el arco del triunfo. En ese sentido, por mucho que desde Roma se den indicaciones, mientras los obispos no se conciencien de una vez por todas de que entre sus responsabilidades está el acabar con dichos abusos, no avanzaremos gran cosa en el camino hacia la recuperación del sentido de lo sagrado, cuya ausencia tanto mal ha causado a tantos católicos, siendo que la mayoría de ellos ni siquiera son conscientes de lo que se les ha hurtado. No hace falta que diga que esto que digo no se aplica a los muchos sacerdotes que celebran dignísimamente el Novus Ordo.

Respecto a la vuelta del latín, lo que debemos preguntarnos no es el por qué ha de regresar sino por qué se fue. Porque, señores míos, el concilio fue muy claro al respecto. Cito de la Sacrosanctum concilium:

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22.08.09

A por la medalla

Desde la semana pasada están teniendo lugar en Berlín los mundiales de atletismo, que tantos titulares están dando a los medios de comunicación por causa de ese jamaicano fuera de serie llamado Usain Bolt y por esa sudafricana, que lo mismo resulta ser un sudafricano, llamada Caster Semenya. Pero esto del atletismo viene de lejos. El mismísimo san Pablo lo usó en su primera epístola a los corintios, animándoles a entrar en esa carrera espiritual que tiene como destino la salvación:

1ª Cor 9,24-25
¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos corren, pero uno sólo alcanza el premio? Corred, pues, de modo que lo alcancéis. Y quien se prepara para la lucha, de todo se abstiene, y eso para alcanzar una corona corruptible; mas nosotros para alcanzar una incorruptible.

Ocurre que para el maratón espiritual que corremos en este mundo con destino al estadio olímpico de la Jerusalén celestial, no nos basta con nuestras fuerzas. Al menos a mí no me vale. Sin la ayuda de la gracia de Dios, no podría correr más allá de cien metros. Para empezar, soy torpísimo y me caigo con mucha frecuencia. Para continuar, me gusta el esfuerzo menos que a un crío estudiar en vacaciones. Para finalizar, tengo una tendencia a bajar los brazos y abandonar la carrera ciertamente peligrosa. Menos mal que ahí está Cristo para levantarme cuando caigo, el Espíritu Santo para transformar mi desidia en coraje cristiano y la Iglesia para animarme cuando creo que no puedo más. Sin duda el Padre me ama mucho, pues de lo contrario no me habría dado todo lo que necesito para llegar a Él. Y lo que vale para mí, vale para todos.

Ahora bien, toda carrera tiene sus normas, que no pueden ser burladas si no se quiere caer en la descalificación. La pelea contra el dopaje en todos los deportes es bien conocida. En las carreras largas no se pueden tomar atajos. En las carreras de obstáculos, no se puede rodear los mismos para llegar antes. En longitud no se puede pisar más allá de donde está la marca desde la que se mide el salto. En pértiga no vale evitar derribar el listón saltando por debajo del mismo. Pero sobre todo, quienes usan sustancias prohibidas para aumentar su rendimiento suelen acabar siendo expulsados de la práctica del deporte profesional.

Pues bien, quien quiere recibir el premio al final de su carrera espiritual no puede hacer trampas tampoco. Para empezar, Dios no puede ser burlado. Quien escudriña el corazón sabe más sobre nosotros que nosotros mismos y no hay nada que se le pueda esconder. El camino hasta la meta tiene un solo nombre: Cristo. Y hay tres reglas fundamentales contra las que no se puede atentar: la fe, la esperanza y la caridad. Sin fe, no hay premio. Sin esperanza, no hay energías para acabar la carrera. Y sin caridad, es mejor ni salir de tacos. Analicemos brevemente las tres:

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20.08.09

Benvenuto, monseñor Fratini. Obrigado, monseñor Monteiro

Monseñor Renzo Fratini es el Nuevo Nuncio de Su Santidad el Papa en España. Sucede a monseñor Monteiro de Castro, que se va a Roma de nº 2 del dicasterio que, entre otras responsabilidades, se encarga de presentar al Papa a los candidatos para ser obispos de las diócesis de la Iglesia Católica de rito latino. Como quiera que del nuevo Nuncio sólo sé lo que se puede intuir de su trayectoria eclesial, no puedo dar una opinión formada sobre él. Ni falta que hace. Si el Papa le ha elegido para ser su Nuncio en España, no cabe duda de que debe ser un prelado con muy buenas cualidades para encargarse de un destino tan importante. Pocas nunciaturas tienen tanta solera como la de nuestro país.

Tampoco me considero capacitado para darle ningún consejo. Hay quienes ya quieren marcarle los pasos y decirle lo que tiene que hacer. Hay quienes buscan ya enfrentarle al cardenal Rouco. Pues allá ellos. De mí sólo va a recibir una calurosa bienvenida y mis oraciones para que el Señor le ayude a cumplir fielmente su servicio a la Iglesia en nuestro país. Como todo el mundo, no estamos en una etapa especialmente feliz en las relaciones entre el gobierno y la Iglesia, aunque tampoco creo que el panorama sea dramático. Si monseñor Fratini es de la escuela italiana, y todo parece indicar que así es, sabrá capear los temporales que nos quedan por sortear. Y en cuanto a la política de nombramientos episcopales para España, supongo que habrá una continuidad marcada por la etapa anterior. Quizás, eso sí, veamos una mayor agilidad en los nombramientos. De ser así, ya habríamos salido ganando algo. El sucesor de monseñor Monteiro tiene todavía por delante la patata caliente de los “Bienes de la Franja", aunque ese conflicto está ya más en manos de los políticos y los tribunales que de la Iglesia. Poco podrá arreglar o desarreglar que no se haya arreglado o desarreglado ya.

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