Huérfanos ante las urnas
De la entrevista que nos ha concedido al secretario general de la Comunión Tradicionalista Carlista caben deducir varias cosas. La primera de todas, se confirma lo que vengo diciendo desde hace tiempo. El voto católico en España no existe. Es el resultado de décadas de dejación por parte de la Iglesia en España -obispos, sacerdotes, religiosos y seglares-, que ha renunciado a que haya opciones políticas que defiendan su modelo de sociedad allá donde se hacen las leyes que marcarán, precisamente, el tipo de sociedad de la España del siglo XXI. La caída a plomo de la práctica religiosa en este país es un chiste comparado con la caída al abismo de la influencia de la cosmovisión católica en los partidos políticos con representación parlamentaria. El sistema partitocrático hace que los pocos políticos realmente católicos no pinten nada. Y eso no va a cambiar.
La única opción para que el catolicismo pinte algo en la dirección política de nuestra nación es que se logre una coalición electoral de los partidos provida y profamilia extraparlamentarios. Aun así, resultaría muy difícil que llegaran a alcanzar los votos suficientes como para llegar a las Cortes, a los parlamentos autonómicos o a los ayuntamientos. Habría más posibilidades de llegar al parlamento europeo, ya que se trata de elecciones con una sola circunscripción electoral.