Musulmanes y cristianos: la tozuda realidad
El papa Benedicto XVI ha terminado con un rotundo éxito su viaje al Líbano. Con el país vecino de Siria en pleno conflicto civil y con el mundo musulmán radical en pie de guerra contra las embajadas de países occidentales por la difusión de un estúpido y repugnante vídeo ofensivo contra la religión islámica, la presencia del Papa en el país del mediterráneo oriental ha servido como lluvia refrescante de paz en medio del desierto constante del conflicto.
El Santo Padre ha afirmado que “el mundo árabe y el mundo entero habrán visto, en estos momentos de turbación, a los cristianos y a los musulmanes reunidos para celebrar la paz“. Pues sí, es cierto. Tanto como que las relaciones entre musulmanes y cristianos siguen siendo muy complicadas en diversas partes del mundo. Y no precisamente por la intolerancia de los cristianos hacia el Islam. El último ejemplo lo tenemos en Níger, donde un centenar de musulmanes han arrasado una iglesia cristiana y se han mofado de la Madre de nuestro Señor, destruyendo una imagen suya.
Está todavía por ver que diversas turbas de católicos se dediquen una semana sí y otra también a atacar mezquitas musulmanas. Está todavía por ver que en los países de mayoría cristiana, los musulmanes vean recortado su derecho a la libertad de culto. Y está todavía por ver que en el mundo musulmán surja una opinión pública potente contraria a las salvajadas que practican sus fundamentalistas contra los “infieles".