17.07.13

El jesuita que deja el sacerdocio y la parroquia a la que atendió

Bert Thelen ya no es jesuita. Y tampoco quiere ser sacerdote. En una carta publicada en diversos medios de comunicación estadounidenses (se lee íntegra en el NCR), ha anunciado tanto su intención de abandonar su orden y el sacerdocio como las razones de dicha decisión.

Leyendo sus argumentos, lo que cabe preguntar es por qué ha tardado tanto en dar ese paso. Su idea de lo que debe ser la Iglesia es cualquier cosa menos católica. Lo de menos es que le parezca mal que no se ordenen las mujeres o que el catolicismo no acepte el matrimonio entre homosexuales. Su heterodoxia en esos asuntos es fruto de herejías mayores de carácter eclesiológico y cristológico. Por ejemplo, habla del Cristo cósmico en términos muy similares a como lo hacen los gurús de la Nueva Era. Una cosa es proponer un sano ecologismo y otra lanzarse por esa vereda pesudo-esotérica.

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16.07.13

La obediencia a los pastores

A cuento del último documento de la Conferencia Episcopal Española sobre la relación entre los obispos y las órdenes y congregaciones religiosas, determinados sectores del progresismo eclesial están poniendo el grito en el cielo por el hecho de que los pastores hayan pedido a los religiosos que se sometan a ellos. Un sometimiento que está lejos de ser obediencia ciega, tal y como esos sectores quieren vendernos.

En el texto de la CEE vemos que se pide diálogo entre las partes. Es decir, no se trata de “yo mando lo que me da la gana y tú obedeces". Y mucho menos en aquello que es propio de los religiosos, que tienen reconocida canónicamente una autonomía en lo referente a la vida interna de las Congregaciones.

Hay quien llega a decir que es intolerable plantear “la fe en términos de obediencia en lugar de hacerlo como un gesto de libertad, de vida, de alegría, de presencia profética” y reclamar “adhesión de mente y corazón".

Pues bien, me temo que andan muy desnortados los que así opinan. El autor de Hebreos nos dice:

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13.07.13

La piadosa sumisión y respeto de los consagrados a los obispos

Sin el menor género de dudas, al menos para mí, el documento “Iglesia particular y vida consagrada” hecho público ayer por la Conferencia Episcopal Española está llamado a convertirse en un texto de referencia sobre como deben ser las relaciones entre los religiosos y la jerarquía de la Iglesia. Creo que tiene un peso similar al que tuvo en su día el documento sobre teología y secularización.

Teológicamente hablando, el documento es de una gran riqueza. Es tal la profusión de citas magisteriales que ofrece, que es un auténtico manual sobre cómo entiende la Iglesia la vida consagrada. De hecho, esa manera de redactar el documento hace que el mismo sea difícilmente “atacable". ¿Cómo se puede arremeter, desde la comunión eclesial, contra lo que es simple y llanamente doctrina católica? Y, sin embargo, ya empiezan a leerse críticas que aseguran que el texto es muy duro, que los obispos quieren coaccionar a los religiosos, etc. Hay párrafos que provocan erisipela en el progre-eclesialismo. Por ejemplo, este:

Se tendrá presente que los consagrados están sujetos a la potestad de los obispos, a quienes han de seguir con piadosa sumisión y respeto, en aquello que se refiere a la cura de almas, al ejercicio público del culto divino y a otras obras de apostolado.

Lo de “piadosa sumisión” no les gusta nada a los que viven instalados en la disidencia. De hecho, el término sumisión es visto por ellos poco menos como sometimiento a una tiranía. Y sin embargo, fue el mismísimo Cristo quien nos dio el mayor ejemplo de sumisión a la voluntad del Padre. Él es el modelo a seguir.

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12.07.13

Las universidades jesuitas españolas y le regeneración democrática

Las universidades jesuitas de España (unijes) han hecho público un comunicado titulado “Por la regeneración democrática de la vida pública en España”. Lo primero que hacen es explicar la razón de la publicación de dicho comunicado:

UNIJES, que agrupa todos los centros universitarios de la Compañía de Jesús en España, quiere ofrecer una reflexión y expresar unas palabras sobre la necesaria y urgente regeneración de nuestra vida política. Nos han movido a ello dos razones: la situación de crisis económica y de deterioro político por la que atraviesa nuestro país, y nuestra propia responsabilidad como centros universitarios.

La idea, desde luego, es buena. Se trata de ofrecer el parecer de una parte importante de la Iglesia acerca de la realidad que vivimos en España. Y es loable que inmediatamente hagan autocrítica:

Como centros vinculados a la Compañía de Jesús e inspirados en un humanismo cristiano pero abierto a otras sensibilidades distintas a la nuestra, queremos comenzar reconociendo que no siempre hemos estado a la altura de las circunstancias, aunque solo fuese por omisión o por descuido, lo cual nos exige una revisión autocrítica compartida con todo el sector universitario.

Lo de estar abierto a otras sensibilidades puede interpretarse de diversas maneras, pero no pienso dedicar tiempo a sacarle punta a todo lo que aparece en este texto. Recomiendo la lectura de los puntos 3 al 10 para comprender cuál es el análisis de la situación que hacen los universitarios jesuitas. Prefiero centrarme en sus propuestas, que aparecen a partir del punto 12. Iré punto por punto:

12. Urge una separación de los poderes públicos más efectiva y real. La independencia del poder judicial es un asunto de la mayor importancia, por lo que se debe evitar la politización partidista o corporativa de los órganos de gobierno de la judicatura, renunciar al sistema de cuotas, establecer procedimientos que garanticen la profesionalidad y la pluralidad, y dotar el estamento judicial de los recursos necesarios y de los propios sistemas de accountability.

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11.07.13

Mons. Reig Pla y los partidos políticos

El actual obispo de Alcalá de Henares ha puesto sobre la mesa una cuestión que un número indeterminado pero importante de fieles han denunciado desde hace unos cuantos años:

- En España no existe un partido político que defienda la vida. ¿Cómo pueden defenderse políticamente los católicos? ¿Mediante la abstención?

Ahora mismo en el Parlamento español no hay ningún partido político que defienda en su integridad la doctrina de la Iglesia Católica sobre bienes tan esenciales como la vida humana, el valor del matrimonio, el gran bien social de la familia, la auténtica libertad de enseñanza, la justicia social y la solidaridad para con los más empobrecidos. Estos bienes que son innegociables tienen que orientar el voto católico. No es suficiente aceptar el mal menor que nos ha traído en los últimos años tantas leyes inicuas. Los católicos deben de ser conscientes de su responsabilidad en la política y de lo que se juega en las votaciones y en la participación en las instituciones de la vida social.

Si se fijan ustedes, le preguntan por los partidos políticos en general y el obispo habla solo de los presentes en el parlamento español. Aunque no lo dice expresamente, don Juan Antonio sabe que sí hay partidos que asumen, al menos en teoría, la dotrina social de la Iglesia en esas materias tan importantes. Pero la mayor parte de los españoles, católicos practicantes incluidos, desconocen que existan o los consideran como algo exótico, quizás extremista.

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