Ateos creyentes
En toda mi vida, nunca he conocido a un ateo que no creyera en Dios. A ninguno. Incluidos los que aparecen de vez en cuando por este blog. Puede que existan, pero yo no he visto ninguno.
No me entiendan mal. No quiero decir que estén mintiendo al decir que son ateos. Al menos no nos mienten a nosotros, pero sí podría decirse que, de alguna manera, se mienten a sí mismos. De nuevo, por favor, no me entiendan mal. No estoy diciendo que sean malas personas. Al contrario, esta extraña contradicción permanente viene de que son, en general, buenas personas.
Intentaré explicarme. Los ateos modernos, por razones históricas y especialmente la pesada herencia cientifista y marxista que se ha convertido en el sustrato de la mayor parte del pensamiento moderno, son casi sin excepción materialistas. Pero, llamativamente, a la vez que pretenden ser materialistas, en cada una de sus frases niegan tajantemente el materialismo y, con él, su propio ateísmo. Es una paradoja que los buenos chestertonianos encontrarán deliciosa, aunque temo que a los propios ateos les resulte algo irritante.