Los documentos de la Iglesia y la catedral de Zamora
Hace algún tiempo, una comentarista de este blog reconocía, algo avergonzada, que no solía leer los documentos eclesiales que se van publicando. No me avergüenza reconocer que a menudo me sucede lo mismo.
La excesiva abundancia de estos documentos hace que sea imposible leerlos todos. Además, los discursos, cartas pastorales, documentos, declaraciones y otros muchos escritos de las diversas instituciones eclesiales, con laudables excepciones, tienden a ser fríos, impersonales, muy pesados y excesivamente largos.

Hace años, cuando era catequista en la parroquia de un pequeño pueblo cercano a Madrid, el párroco decidió invitar a todos los catequistas a pasar el día en Guadalupe, como celebración del final de la catequesis de ese curso.
Me voy a permitir hacer una pequeña sugerencia en este sentido. O mejor dicho, voy a recordarles lo que ha sugerido alguien que conoce mucho mejor que yo las necesidades de la Iglesia: Benedicto XVI.
Hace dos veranos, volviendo de los Pirineos, pasé con el coche por Barbastro. Si algún lector tiene la ocasión, aconsejo a todos que vayan allí y no se pierdan algo excepcional y que puedo asegurarles que nunca olvidarán: el museo claretiano de los mártires de Barbastro.
Seguro que alguno de los lectores tendrá ocasión estas vacaciones de visitar Londres, así que se me ha ocurrido proponerles un detalle curioso para ver en esa ciudad tan llena de cosas interesantes.









