23.04.08

Familia en misión en Japón (II)

En el artículo anterior, los lectores hicieron varias preguntas:

Sin saber el idioma, ¿de qué viven? ¿Cómo se ganan la vida? ¿Cómo mantienen a la familia?

Me llama la atención que no sepan el idioma. ¿Cómo van a evangelizar?

¿Cómo fue su proceso de discernimiento? ¿Fuisteis vosotros los que os decidisteis por marchar a Japón o fueron los responsables del Camino los que os asignaron aquel país?

Intentaré ser conciso, y responder a las dudas, que te confieso que a veces son mías también.

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Familia en misión en Japón (I)

Este artículo fue publicado originalmente aquí. Después de leer un artículo de este blog sobre la evangelización de Japón, un lector me envió un testimonio de su propia experiencia, que me pareció interesantísimo.

Fernando, su mujer Kuki y sus hijos pertenecen a una comunidad del Camino Neocatecumenal y fueron enviados por Benedicto XVI a Japón, como misioneros, para anunciar el Evangelio con su palabra y con sus vidas. Me parece significativo que el Papa les animó a proclamar con su “acción misionera que solamente en Jesucristo, muerto y resucitado, hay salvación”.

En el Camino, además de sacerdotes y laicos solteros, se envían también a veces familias enteras a la misión, para que, con su vida cristiana normal, en su trabajo, en los colegios, entre sus vecinos y amigos, sean un signo en medio de sociedades que no conocen a Cristo.

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19.04.08

Que el público pierda la fe

El otro día, cayó en mis manos un ejemplar de La Voz de Asturias. Me picó la curiosidad por conocer este periódico, porque no lo había leído nunca pero, como recordarán, se trata de uno de los que incluí en la lista de periódicos que colaboran, mediante sus anuncios, con la prostitución.

Eché un vistazo a las noticias y artículos y me llamó la atención un artículo titulado: Yo intento que el público pierda la fe. Se trataba de una entrevista a Leo Bassi, el humorista cuyos espectáculos se dedican a ridiculizar el cristianismo. En la entrevista, el italiano reconoce claramente que su intención es mofarse del cristianismo para que la gente deje de creer en él.

No sé que pensarán los lectores, pero, en mi opinión, el odio visceral que muestran algunas personas, grupos y medios de comunicación al cristianismo y a todas sus manifestaciones desprende un cierto tufillo a azufre. Los seres humanos, débiles como somos, pecamos a menudo sin necesidad de ningún demonio que nos tiente, el mundo y la carne bastan y sobran para hacernos caer. Sin embargo, cuando veo a personas se obsesionan por el odio contra el cristianismo, no me cabe duda de que detrás hay una inspiración directamente diabólica.

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17.04.08

Se admiten apuestas

La Confesión Anglicana en Australia ha intentado adaptarse a los nuevos tiempos nombrando su primera mujer “obispo”. Se separa así de una gran parte de las provincias anglicanas del mundo, que, teniendo en cuenta la tradición eclesial, no aceptan la ordenación de mujeres.

No deja de resultar curioso que una gran parte de las confesiones cristianas surgidas de la Reforma con la finalidad de poner la Escritura por encima de todo, hayan terminado por prescindir del testimonio bíblico y de los primeros siglos de la Iglesia en asuntos como la ordenación de la mujer, el divorcio o la homosexualidad. Curiosamente, estos puntos son los mismos que propugna sin descanso la sociedad no cristiana.

También en Australia, la Iglesia Católica ha decidido adaptarse a los nuevos tiempos, pero de una forma muy distinta.

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16.04.08

Lo que no es una homilía

El domingo pasado, por razones de horario, fui a la Eucaristía en una iglesia a la que no suelo asistir. Fue una Misa rapidísima para ser un domingo, apenas duró veinticinco minutos. Eso sí, de esos veinticinco minutos, unos quince correspondieron a la homilía.

Tengo que confesar que, además, la homilía me gustó más bien poco. Para no cansar a los lectores, resumiré lo que no me gustó de aquel sermón, recordando la propia conclusión del mismo, que fue algo así como: Y todo esto le vendría muy bien escucharlo a muchas autoridades; especialmente a muchas autoridades religiosas.

Nunca deja de sorprenderme que haya sacerdotes que no sepan lo más básico con respecto a una homilía. La homilía no es un discurso, ni una catequesis, ni mucho menos una soflama político-eclesial. Lo que intenta es ayudar a los fieles a comprender cómo la Escritura que se ha proclamado dice algo a sus vidas. El sacerdote, con la autoridad de la Iglesia, parte para los cristianos el pan de la Palabra de Dios, para que puedan experimentar que Dios tiene algo que decirles.

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