El otro día, cayó en mis manos un ejemplar de La Voz de Asturias. Me picó la curiosidad por conocer este periódico, porque no lo había leído nunca pero, como recordarán, se trata de uno de los que incluí en la lista de periódicos que colaboran, mediante sus anuncios, con la prostitución.
Eché un vistazo a las noticias y artículos y me llamó la atención un artículo titulado: Yo intento que el público pierda la fe. Se trataba de una entrevista a Leo Bassi, el humorista cuyos espectáculos se dedican a ridiculizar el cristianismo. En la entrevista, el italiano reconoce claramente que su intención es mofarse del cristianismo para que la gente deje de creer en él.
No sé que pensarán los lectores, pero, en mi opinión, el odio visceral que muestran algunas personas, grupos y medios de comunicación al cristianismo y a todas sus manifestaciones desprende un cierto tufillo a azufre. Los seres humanos, débiles como somos, pecamos a menudo sin necesidad de ningún demonio que nos tiente, el mundo y la carne bastan y sobran para hacernos caer. Sin embargo, cuando veo a personas se obsesionan por el odio contra el cristianismo, no me cabe duda de que detrás hay una inspiración directamente diabólica.
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