Creo porque no es un cuentecillo
Signos de la fe (XII).
Hace unos días, recibí un comentario en un artículo antiguo en el que, al hilo de otros temas, se hablaba de Blancanieves. Un lector, claramente descontento con el artículo, me reprochaba a mí y, por alusiones, a todos los cristianos:
Ya que se habla de “realidad", “bonitos cuentos", “verdad” y lo que realmente puede salvar: Blancanieves es una bonita historia (un bonito cuento) y ¿no lo es también el de el dios que se hace hombre y que resucita al tercer día?
¡Qué diferencia hay entre seres fantásticos como las hadas -o los magos- y un señor que caminó sobre las aguas o que multiplicaba panes o que transformaba agua en vino o que supuestamente curaba enfermos -y no olvidemos su concepción milagrosa y su resurreción? Son sólo fantasías, bonitos cuentos.
He disfrutado mucho leyendo este correo. Mi reacción inmediata ha sido decir: “Buena pregunta”. ¿Qué diferencia hay entre los cuentos como Blancanieves y el relato de un dios que se hace hombre y que resucita al tercer día? ¿Qué diferencia hay entre las hadas y un señor que caminó sobre las aguas o que multiplicaba panes o que transformaba agua en vino o que supuestamente curaba enfermos? Pensémoslo un poco.

Lo que ayer les dije en prosa, hoy se lo repito en verso. Yo, al menos, necesito que me cuenten las cosas varias veces, sobre todo si son importantes, para empaparme bien de ellas. No es más que un pobre romance, pero, al servicio del Evangelio, hasta unos modestos ripios pueden dar su fruto.
Ya les he ofrecido en este blog las ideas de dos lectores,
En casa de una amiga, observé el otro día una revista llamada “Mujer hoy”, que deben de regalar con algún periódico. Como la revista estaba abierta, me fijé en el artículo que se podía leer, titulado “Aprender a tomar decisiones” y dedicado a dar pistas para que las lectoras aprendieran a decidirse adecuadamente en las diversas situaciones de la vida. Me pareció interesantísimo…



