Un desafío y un soneto
Pocas cosas hay más divertidas que responder a un desafío. Hace un par de días, una lectora (RNA-Yolanda) leyó unas pobres cuartetas que añadí al artículo y me desafió a escribir un soneto. Como ella decía, es un tipo de poema más difícil: rima consonante, endecasílabos y una estructura rígida de 14 versos. Había, además, precedentes históricos para el encargo, porque ya una imaginaria Yolanda (nombre que, en la época, a menudo se escribía Violante) pidió a Lope de Vega que le escribiera un soneto.
Es evidente que yo no soy Lope de Vega y que, en efecto, el soneto es una rima más difícil que unas simples cuartetas o un romance. Así he tenido que sufrirlo en estos días, exprimiéndome las meninges, algo oxidadas por falta de práctica. Y es que escribir con prisa es como un parto.
El fin de semana he estado de convivencia, en una casa en la que hacía un frío horrible. Además de pedir por los lectores, he aprovechado alguna charla algo más aburrida (mea culpa!) para escribir un par de sonetos, con los dedos ligeramente entumecidos por el frío. Aquí está el primero.