14.12.08

Un desafío y un soneto

Pocas cosas hay más divertidas que responder a un desafío. Hace un par de días, una lectora (RNA-Yolanda) leyó unas pobres cuartetas que añadí al artículo y me desafió a escribir un soneto. Como ella decía, es un tipo de poema más difícil: rima consonante, endecasílabos y una estructura rígida de 14 versos. Había, además, precedentes históricos para el encargo, porque ya una imaginaria Yolanda (nombre que, en la época, a menudo se escribía Violante) pidió a Lope de Vega que le escribiera un soneto.

Es evidente que yo no soy Lope de Vega y que, en efecto, el soneto es una rima más difícil que unas simples cuartetas o un romance. Así he tenido que sufrirlo en estos días, exprimiéndome las meninges, algo oxidadas por falta de práctica. Y es que escribir con prisa es como un parto.

El fin de semana he estado de convivencia, en una casa en la que hacía un frío horrible. Además de pedir por los lectores, he aprovechado alguna charla algo más aburrida (mea culpa!) para escribir un par de sonetos, con los dedos ligeramente entumecidos por el frío. Aquí está el primero.

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12.12.08

Esperanza en tiempo de crisis

Un lector de El Salvador, que ya nos contó la historia de su conversión, Cristhian, me ha enviado estos párrafos sobre la forma que tiene un cristiano de ver la crisis. Desde luego, es un tema actual donde los haya.

Si el cristiano, como dice San Pablo, es una nueva criatura, tiene que ver este acontecimiento de la crisis con ojos nuevos y no como todo el mundo. La Buena Noticia de Cristo también tiene que serlo en estas circunstancias.

Como diría el autor de la carta a Diogneto, los cristianos sufrimos la crisis como los demás, pero no dejamos de compartir con otros de lo que tenemos; trabajamos con el sudor de nuestra frente como los demás, pero no nos pasamos el día renegando y murmurando; perdemos el trabajo como los demás, pero no perdemos la esperanza.

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Vivimos en tiempos de crisis financieras generalizadas, agravadas por la increíble capacidad actual de comunicarnos al instante de un lado del planeta a otro. Es imposible imaginar este nivel de histeria colectiva mundial, si no supiéramos inmediatamente a cuánto cotiza el barril de petróleo o cuánto cayeron las acciones de x ó y compañía al otro lado del planeta. La pregunta es: ¿Como vive un cristiano un tiempo de crisis como el actual? O, aún más apremiante, ¿cómo estamos llamados, en nuestra condición de cristianos, a vivir en un mundo tambaleante?

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11.12.08

¿Por qué me persigues?

Hace unos días, le pedí al P. Guillermo Morado que tratase el tema de las distintas razones por las que pueden sufrir persecución los cristianos. Don Guillermo no se animó, así que he pensado que sería una buena idea recuperar, con ciertas modificaciones, algunos párrafos que escribí hace tiempo sobre el tema (y que ya no recordaba) para ver qué pueden aportar los lectores a esta cuestión.

El tema, pues, es éste: ¿Por qué razones puede sufrir persecución un cristiano? ¿Todas las persecuciones son iguales? ¿Hay alguna persecución que esté “justificada”?

En mi opinión, las persecuciones, grandes o pequeñas (que pueden ir desde las persecuciones sangrientas de los romanos o del 36 hasta el hecho de que a alguien le hagan la vida imposible en su trabajo) pueden ser desencadenadas por tres motivos, muy diferentes. Creo que es esencial que tengamos claras las diferencias entre estos motivos, porque de ellas deberá depender nuestra respuesta.

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10.12.08

Educar en casa si Dios quiere

He pedido a una lectora, Arantza, que me enviara su experiencia educando en casa a sus hijos. Esta posibilidad, conocida a menudo como homeschooling, sólo está en sus comienzos en nuestro país. Eso hace que la experiencia de esta “pionera” sea especialmente valiosa.

Muchas de las cosas que afirma nos resultarán familiares a todos los padres: las dificultades con los colegios (también muchos católicos), las compañías de los hijos, los criterios anticristianos ocultos en la educación… Me ha llamado especialmente la atención la programación escolar que cuenta Arantza, por lo atractiva que era. Al leerla, me daban ganas de apuntarme a su colegio doméstico.

Quiero resaltar que Arantza, muy sabiamente, no afirma que la educación en casa sea la única opción posible para un católico. Lo que sí afirma es que es una posibilidad que deberíamos tener presente, para discernir lo que Dios quiere para cada una de nuestras familias. No podría estar más de acuerdo.

Si quieren saber más sobre el tema, pueden preguntar y espero que la autora podrá responder en los comentarios. También pueden acudir a los blogs:

http://homeschoolingcatolicohispano.blogspot.com/

http://educarencasa.es/

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8.12.08

El Credo del incrédulo

Un comentarista tuvo la amabilidad de decir que el artículo de ayer le recordaba al “Credo del incrédulo", del P. Castellani. Como este sacerdote y pensador argentino es muy poco conocido en España, me ha parecido oportuno recordarlo hoy en el blog.

Leonardo Castellani, primero jesuita y luego sacerdote diocesano, tuvo una vida agitada y un pensamiento inclasificable pero profundamente católico. Espero que otro día podamos hablar más de él y tengo pendiente recomendar en el blog su comentario al Apocalipsis, que es un libro excelente.

El breve “Credo del incrédulo", que hoy les ofrezco como aperitivo de sus obras, es un texto irónico, que compara el Credo católico con un imaginario credo de los que no creen en Dios.

Como el artículo de ayer, se trata de una parodia, pero extremadamente cercana a la realidad de muchísimas personas, que han abandonado el cristianismo (o no lo han conocido nunca) y lo han sustituido por una mezcla de determinismo pseudocientífico, esperanzas ingenuas y creencias vacías que no pueden satisfacer los deseos profundos del ser humano. De todo eso nos ha liberado Cristo, sin que lo mereciéramos.

Castellani tiene un don especial para encontrar términos sonoros que retumban como aldabonazos al leerlos. No pasen por alto el momento en el que, al final del credo, el incrédulo proclama su estremecedora fe en la “putrefacción de la carne". A mí me produce escalofríos.

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