Cristianos de ayer y de hoy (VII): Ambrosio, obispo de Mil
Nacido en la Galia, en el año 340, como hijo de un procurador romano. Siendo aún catecúmeno, fue elegido obispo de Milán por aclamación de los cristianos, que vieron en el a un enviado de Dios para solucionar los problemas causados por el arrianismo.
San Ambrosio de Milán fue un gran teólogo y Doctor de la Iglesia, enamorado de la Sagrada Escritura, compositor de muchos himnos, defensor de la divinidad de Cristo y protector de los pobres a los que entregó todos sus bienes. Era un predicador incansable y el propio San Agustín, tras convertirse, fue bautizado por él.

Un tema que preocupaba mucho a los primeros cristianos era el de la incompatibilidad de ciertas profesiones con el cristianismo. Un catecúmeno, para poder bautizarse, tenía antes que renunciar a su trabajo si éste no era adecuado para un cristiano. Por ejemplo, varios trabajos de la antigüedad implicaban la necesidad de participar en el culto a los ídolos, cosa que un cristiano no podía hacer.
Hace algún tiempo, una comentarista de este blog reconocía, algo avergonzada, que no solía leer los documentos eclesiales que se van publicando. No me avergüenza reconocer que a menudo me sucede lo mismo.
Hace años, cuando era catequista en la parroquia de un pequeño pueblo cercano a Madrid, el párroco decidió invitar a todos los catequistas a pasar el día en Guadalupe, como celebración del final de la catequesis de ese curso.
Me voy a permitir hacer una pequeña sugerencia en este sentido. O mejor dicho, voy a recordarles lo que ha sugerido alguien que conoce mucho mejor que yo las necesidades de la Iglesia: Benedicto XVI.



