2.05.25

¿Al papa lo elige el Espíritu Santo o no?

Vuelvo a publicar, a petición de un lector y con algunas modificaciones, este artículo antiguo, porque la pregunta de si al Papa lo elige el Espíritu Santo tiende a despertar intensas pasiones. Para algunos, es evidente que sí, porque “así se ha dicho toda la vida", hasta el punto de que quien afirme lo contrario no es católico. Para otros, la respuesta forzosamente es negativa y decir que al Papa lo elige el Espíritu Santo es poco menos que una blasfemia. Pocas preguntas recibirían respuestas tan dispares y contradictorias de católicos ortodoxos, deseosos de profesar la fe católica en su totalidad y sin rebajas.

A riesgo de desilusionar a los que deseen que les dé la razón de forma simplista en uno u otro sentido, me temo que la respuesta adecuada es: ambas cosas. O, mejor dicho, la respuesta correcta depende de lo que quiera decir la pregunta.

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30.04.25

Sugiere un lema para el cónclave

Imaginemos que el Cardenal Camarlengo, como buen norteamericano acostumbrado a la publicidad y los eslóganes, tuviera la brillante idea de darle un lema al cónclave. Es decir, una frase breve para grabarla en lo alto de las puertas de las salas y las habitaciones, de modo que todos los cardenales la vieran diez o veinte veces al día durante todo el cónclave y, en particular, al ir a votar.

¿Qué lema breve elegirías para el cónclave? Se admiten contribuciones en español, latín y otras lenguas.

Algo significativo, claro, que pudiera ayudar a los cardenales a cumplir su deber y a centrarse en lugar de ocupar la mente con ambiciones, cálculos políticos y otras distracciones.

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27.04.25

Cristo en las empresas

Todos somos hijos de nuestro tiempo, al menos en cierta medida. Es inevitable. Como los peces no notan el agua, nosotros apenas notamos la omnipresente ideología de nuestra época, que nos empuja por todos lados, desde que nacemos, en cada momento de nuestras vidas y sin descanso para que actuemos “como todo el mundo”, para que no nos salgamos de lo admisible, de lo políticamente correcto.

Uno de los grandes dogmas de esa ideología es la privatización de la fe: la fe católica resulta admisible para nuestra época siempre que permanezca en el ámbito de lo privado y no se manifieste públicamente ni afecte en nada a la vida social económica o política. Es decir, el ideal es una fe vergonzante, guardada como un secreto culpable o un polvoriento y arcaico traje regional en el armario, que no moleste ni pretenda ser relevante para nadie más que para el propio interesado e incluso para él solo sentimentalmente.

En ese contexto, me alegró conocer no hace mucho a un argentino, Gabriel Manrique, que estaba de viaje por España con su familia. No solo me alegró por la agradabilísima conversación que mantuvimos, sino en particular porque me contó algo políticamente incorrecto, pero muy esperanzador.

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24.04.25

Con estos bueyes

Con estos bueyes hay que arar” es un antiguo refrán castellano que indica la necesidad de aceptar la realidad por desagradable que sea: estos son los bueyes que tienes y deberás arar el campo con ellos o dejarlo sin arar.

En ese espíritu de aceptar la realidad, creo que conviene reconocer que una buena parte de los cardenales que están participando en el cónclave son heterodoxos, es decir, no creen en la doctrina o la moral de la Iglesia. No es algo que diga yo. No hace falta, porque son abiertamente heterodoxos. Solo hay que revisar un poco las hemerotecas para descubrir cardenales favorables al divorcio, los anticonceptivos, la inseminación artificial, la ordenación de mujeres, la fornicación, la disolución del orden sacerdotal en el sacerdocio común de los fieles, la inexistencia de actos intrínsecamente malos, la idea blasfema de que Dios a veces quiere que pequemos o no nos da siempre la gracia necesaria para no pecar, la reducción de los milagros de Cristo a mera psicología, las relaciones del mismo sexo (una heterodoxia extrañamente frecuente), etcétera. O, dicho de otra manera y para resumirlo en una sola heterodoxia paradigmática, en lo que creen es en la revisabilidad perpetua de la doctrina católica para adecuarla a la mentalidad mundana de cada época.

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23.04.25

Me importan un bledo los valores cristianos y el humanismo cristiano

El mes pasado, leí unas declaraciones de Giorgia Meloni, Presidente del Gobierno italiano, que tuvieron mucho eco en los medios. Me propuse escribir sobre ellas, pero hasta ahora los afanes normales de la vida y los más espirituales de la Semana Santa me lo han impedido. No quiero dejarlas pasar, sin embargo, porque creo que apuntan a una cuestión fundamental:

“Sigo creyendo en Occidente. No como lugar físico, sino como civilización. Una civilización nacida del encuentro entre la filosofía griega, el derecho romano y los valores cristianos”.

Muchos católicos se alegraron cuando se publicaron estas palabras, porque no es frecuente que los políticos mencionen el cristianismo de forma positiva, ni siquiera de refilón. Por eso enseguida difundieron las declaraciones por todas partes, como un ejemplo de lo que debe ser un buen político. Yo también me alegré al leer lo que había dicho Meloni, pero después sentí una gran tristeza.

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