Carta descortés del Hermano Cortés al Papa
Comento hoy la carta abierta que escribe el “Hermano Cortés” al Papa Benedicto XVI. Mis comentarios, como siempre, van en rojo.
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Estimado Su Santidad:
No tengo el gusto de conocerte personalmente, [la gracia de tutear al Papa muestra la falta de la más elemental cortesía, empieza bien el Hermano Cortés] porque las veces que has venido a España (y últimamente vienes mucho a España) yo no he acudido a vitorearte [y claramente tampoco a ser confirmado en la fe, como dice el Evangelio], y cuando yo he estado en Roma nunca hemos coincidido en ninguna trattoria [sí, para coincidir con el Papa conviene acudir a las iglesias, pero claro, está el agua bendita en la puerta…]. Tal vez si algún día me llamas a declarar a Roma podamos finalmente vernos las caras.

Dando una vuelta por el blog
Los lectores hispanoamericanos quizá no sepan quién fue Agustina de Aragón, subteniente de Artillería. Allá por el siglo XIX, en uno de los asedios de Zaragoza por las tropas de Napoleón en la guerra de la independencia española, las cosas se pusieron muy feas. Habían caído muertos o heridos todos los defensores de una de las puertas de la ciudad, la del Portillo. Ya estaban las tropas francesas entrando por ella para conquistar la ciudad cuando Agustina, que cuidaba a los heridos junto con otras mujeres, se lanzó a la defensa y consiguió disparar un cañón, prácticamente a bocajarro, sobre los franceses, que se batieron en retirada. Así dio tiempo a que llegaran nuevos defensores y se salvó la ciudad. El General Palafox, admirado, la nombró artillero y, a lo largo de la guerra, ascendió a sargento y a subteniente.
¿Cómo es posible que sucedan algunas cosas?
El matrimonio, como todo lo bueno de este mundo, es una mezcla de cosas buenas y no tan buenas, de risas y de llantos, de alegrías y sufrimientos. No hay que ser idealista ni pelagiano: un matrimonio cristiano necesita ser redimido por Cristo y eso implica que los esposos deben convertirse, pedir perdón y permitir que Dios transforme ese matrimonio a imagen de la Trinidad. El matrimonio, además, como todas las cosas grandes e importantes, está formado por unos pocos acontecimientos excepcionales y trascendentales y por una multitud de pequeñeces cotidianas e igualmente trascendentales.



