31.03.11

Ríos de lágrimas

Pocas cosas hay que me molesten más que esa idea de que “debemos ser cada día un poco mejores”. No es que sea algo malo, pero sí algo meramente humano. Es de un pelagianismo que asusta. Podía tener algún sentido en tiempos en los que se presuponía una vida cristiana decidida como marco de la misma, pero me temo que actualmente lo que hace es sustituir la gracia por el esfuerzo humano, olvidar la conversión a Cristo en favor de una difusa buena voluntad, transformar la esperanza en mero optimismo y reducir la santidad a ser “un poco mejores”.

¡No! Los cristianos no aspiramos a ser buena gente, personas simpáticas y solidarias. ¡Es muchísimo más que eso! Estamos llamados a ser santos, que es algo que supera por completo las fuerzas humanas y que, en muchos casos, hará que seamos considerados antipáticos, insolidarios y mala gente. Por eso no basta la buena intención, necesitamos ayuda de lo alto. Y también por eso, pocas cosas ayudan más a entender lo que es verdaderamente la Cuaresma que la liturgia que la Iglesia nos regala estos días. El otro día, rezando laudes según la forma extraordinaria, me quedé un buen rato pensando admirado en lo que decía el himno:

Jesucristo, sol de salvación,
brilla en lo profundo de las almas,
mientras, expulsada la noche,
renace el día para el mundo.

Leer más... »

25.03.11

Así hay que decir las cosas

A mi juicio, uno de los grandes problemas de nuestro tiempo es que los cristianos estamos acomplejados por una sociedad hostil y nos avergonzamos de ser católicos. Y, en consecuencia, nos da vergüenza hablar como católicos y utilizamos un lenguaje políticamente correcto y lo más insustancial posible. Basta leer buena parte de los documentos de los obispos que, superficialmente, son indistinguibles de los comunicados de los políticos. Hablamos como habla el mundo y podríamos sospechar que eso se debe a que pensamos como piensa el mundo.

Teniendo en cuenta esto, me ha alegrado leer el nuevo blog parroquial de D. Omar Martínez, un sacerdote salvadoreño de cuyo antiguo blog parroquial ya les hablé. Me ha gustado mucho un post en el que anuncia las horas para las confesiones y una celebración penitencial que hubo en la parroquia el otro día. No se limita a incluir impersonalmente una “tabla de horarios del sacramento de la penitencia", ni sa anunciar que “tuvo lugar una celebración penitencial comunitaria parroquial”, que es lo que estamos acostumbrados a oír. No. Titula el post: “Veía a Satanás cayendo del cielo como un rayo”. ¡Muy bien! Sin tonterías ni lenguajes políticamente correctos. Satanás cayendo del cielo como un rayo, la frase que dijo el Señor (Lc 10,18) cuando envió a los discípulos a expulsar a los demonios. Me ha encantado, porque eso es exactamente lo que sucede en las confesiones, aunque no sea políticamente correcto decirlo.

Leer más... »

23.03.11

Respuesta a Gonzalo de Chile sobre el sacerdocio

Un comentarista, Gonzalo de Chile, tuvo la amabilidad de dejar ayer un largo comentario en el post anterior, sobre el tema del orden sacerdotal en la Iglesia primitiva. Por ser muy larga mi respuesta, he preferido dedicar un post a ella.

…………………………….

Estimado Gonzalo:

Gracias por tu comentario. Dices: “Es una pena que tu refutación este llena de errores e ignorancia supina sobre la Iglesia primitiva, porque conociéndote no creo que lo hagas con mala intención". Como comprenderás, no voy a entrar en un concurso de “quién sabe más sobre Escritura", así que me centraré en los asuntos concretos que tocas.

0) Dices: “En ella [en la Iglesia] había muchos cargos como el diaconado, el presbiterio (o anciano en su correcta traducción), el obispo, los maestros, los profetas, etc.

Leer más... »

21.03.11

Artículo herético de Manuel de Unciti

No deja de ser sorprendente que, una y otra vez, podamos leer en los periódicos artículos de sacerdotes y religiosos en los que se defienden de forma clara y directa herejías frontalmente opuestas a la doctrina de la Iglesia. Hoy parece ser el turno de D. Manuel de Unciti, sacerdote donostiarra, que ha escrito un artículo en El Correo, en el que defiende la eliminación del orden sacerdotal.

¿Qué idea de su propio sacerdocio tendrá alguien que piensa así? Y, lo que es más grave, ¿qué habrá enseñado durante años desde ese púlpito mediático que sus obispos le han permitido ocupar al escribir en los periódicos? ¿Cómo es posible que a alguien que lleva años y años diciendo cosas así le premie la propia Conferencia Episcopal con el Premio Bravo? Mis comentarios, como siempre en color rojo.

————————————————————————–

(Manuel de Unciti, El Correo) Hasta un ’sabio distraído’ como Rafael Sánchez Ferlosio lo ha advertido y lo ha proclamado, con total desparpajo según su costumbre, a los cuatro vientos: «Su problema más grave es la desesperación porque no tiene vocaciones». Se refería -fácil es de entender- a la Iglesia. Y hay que añadir que son muchos los católicos que, con mayor o menor acierto, comparten este juicio o esta aprensión. «La Iglesia, dicen, se queda sin curas, sin sacerdotes». [Parte todo el artículo de este juicio, incorrecto por dos razones principales. En primer lugar, no es cierto que no haya vocaciones, sino que en algunas zonas de la Iglesia, en general en Europa y Norteamérica, el número de nuevos sacerdotes y religiosos ha bajado mucho, mientras que en otras zonas de la Iglesia la tendencia es la contraria. Y dentro de cada zona, varían mucho también unas diócesis de otras, por razones que cada vez se hacen más evidentes. En segundo lugar, la falta de vocaciones no es ni puede ser el “problema más grave” de la Iglesia, sino más bien una consecuencia del verdadero problema: la pérdida de la fe o su sustitución por ideologías en muchos o muchísimos católicos y, por desgracia, también sacerdotes, como muestra este artículo].

Leer más... »

19.03.11

Imágenes de Japón

Llevo varios días trabajando en la traducción simultánea de las noticias que vienen de Japón para un canal de televisión. Una semana contemplando las imágenes terribles de la devastación producida por el terremoto y el tsunami y del riesgo posterior de contaminación radioactiva en la central de Fukushima.

Una de las imágenes más duras era de las olas enormes del tsunami que arrasaban una población, mientras se podía ver a unas figuras minúsculas corriendo para salvarse de ellas. Las voces japonesas de los que estaban junto a la cámara (que yo escuchaba traducidas al inglés) gritaban con angustia “corred, corred, sólo un poco más", mientras se oían de fondo los gritos de varias mujeres. Las imágenes se interrumpían y no se llegaba a saber que había pasado con aquellas personas. Igual que nadie conocerá los últimos momentos de miles y miles de personas que murieron ahogadas o aplastadas.

Leer más... »