19.02.13

Cien cosas que agradecer a Dios del pontificado de Benedicto XVI

Benedicto XVI rezandoUn amigo me sugirió el otro día que podríamos dedicar un artículo en el blog a dar gracias a Dios por las cosas que ha hecho a través de Benedicto XVI. Me pareció extrañamente apropiado, porque, el domingo pasado, la primera lectura (“Mi padre era un arameo errante…” Dt 26,4-10) mandaba al pueblo de Israel que recordase y proclamase los milagros que Dios había hecho con ellos en Egipto y en el desierto. En este tiempo de desesperanza generalizada, pocas cosas ayudan más a mantener la fe y la esperanza que recordar las obras de Dios que hemos presenciado y que el Demonio hace todo lo posible para que olvidemos.

Vamos a intentar, pues, hacer una lista de unas cien cosas que agradecer a Dios del pontificado de Benedicto XVI (por poner una meta, aunque seguro que podrían incluirse más). Cada uno, que escriba en los comentarios una o dos cosas que especialmente quiera agradecer al cielo. Pueden ser acontecimientos trascendentales o pequeños detalles, no importa. Creo que legítimamente podríamos incluir también todo lo relacionado con el cardenal Joseph Ratzinger, mientras el mismo fue Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Empezaré yo, con una cosa importante y otra que no lo es, pero que a mí particularmente me gustó mucho:

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17.02.13

Himno de batalla para la Cuaresma

O sol salutisAl igual que a muchos periodistas, siempre me han fascinado los tesoros de la Iglesia. Gracias a Dios, comparto con ellos el interés pero no las gafas oscuras que les impiden ver la realidad y sé que los tesoros de la Iglesia no son cuentas corrientes, edificios o lingotes de oro. La Iglesia tiene otros tesoros, desde los pobres que acoge en su seno, como dijo San Lorenzo, hasta su fe, que vale más que el oro.

Uno de los elementos que más me gustan de esos tesoros son las oraciones que transmite la Tradición de la Iglesia. Cuántas veces me he quedado asombrado por un himno nuevo que no conocía. El otro día, rezando laudes, me quedé un rato meditando un himno llamado O sol salutis, intimis y decidí que tenía que traducirlo para el blog.

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14.02.13

Las comparaciones son odiosas y, a veces, imposibles

Juan Pablo II y Benedicto XVIEstos días, he leído con cierta impaciencia multitud de comentarios y artículos en la Red que comparaban la renuncia de Benedicto XVI con la decisión de Juan Pablo II de permanecer en su puesto hasta el final. Curiosamente, unas veces la comparación se hacía a favor de Juan Pablo II, por dar testimonio con su sufrimiento y con su humillación, dejándose en las manos de Dios, y otras veces se elogiaba a Benedicto XVI, por ser realista y no permitir que llegue un momento en el que no pueda dirigir adecuadamente la Iglesia.

A mi entender, la comparación entre la forma de actuar de los dos últimos papas no es simplemente una comparación odiosa, sino que se trata de una comparación imposible, pues compara dos cosas que nadie en este mundo puede comparar.

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11.02.13

La renuncia del Papa es una llamada

Benedicto xviEn cuanto se ha hecho pública la noticia de la renuncia de Benedicto XVI, se han disparado los análisis sobre las causas y, sobre todo, sobre las consecuencias de su decisión. A mi entender, la renuncia del Papa es, ante todo, una llamada.

Una llamada a la conversión. Porque hoy, como todos los demás días, la conversión es el asunto más importante para cada uno de nosotros. En ese sentido, es una bendición que esto suceda cuando va a llegar la Cuaresma. Si vemos algo tan llamativo como el abajamiento de un Papa que renuncia a su cargo y pide perdón públicamente por sus defectos, quizá sea un signo de Dios para que nosotros, por fin, nos convirtamos.

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9.02.13

Besar el anillo de casados

RaúlHablábamos el otro día del anillo de casados, como un magnífico signo visible de realidades invisibles. Un shemá que nos recuerda que Dios es Dios en nuestro matrimonio, que nuestros cuerpos son templo del Espíritu Santo y que hemos contraído una Alianza santa que nadie puede romper.

Un amable lector me ha enviado el texto de un decreto de 1959 concedido por Juan XXIII, en el que se promovía una costumbre con respecto a los anillos de los esposos que me ha parecido preciosa y que quiero contar a los lectores. A fin de cuentas, para eso es el blog: para que autor y lectores podamos hablar y disfrutar juntos de las cosas de Dios.

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