Cien cosas que agradecer a Dios del pontificado de Benedicto XVI
Un amigo me sugirió el otro día que podríamos dedicar un artículo en el blog a dar gracias a Dios por las cosas que ha hecho a través de Benedicto XVI. Me pareció extrañamente apropiado, porque, el domingo pasado, la primera lectura (“Mi padre era un arameo errante…” Dt 26,4-10) mandaba al pueblo de Israel que recordase y proclamase los milagros que Dios había hecho con ellos en Egipto y en el desierto. En este tiempo de desesperanza generalizada, pocas cosas ayudan más a mantener la fe y la esperanza que recordar las obras de Dios que hemos presenciado y que el Demonio hace todo lo posible para que olvidemos.
Vamos a intentar, pues, hacer una lista de unas cien cosas que agradecer a Dios del pontificado de Benedicto XVI (por poner una meta, aunque seguro que podrían incluirse más). Cada uno, que escriba en los comentarios una o dos cosas que especialmente quiera agradecer al cielo. Pueden ser acontecimientos trascendentales o pequeños detalles, no importa. Creo que legítimamente podríamos incluir también todo lo relacionado con el cardenal Joseph Ratzinger, mientras el mismo fue Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Empezaré yo, con una cosa importante y otra que no lo es, pero que a mí particularmente me gustó mucho: