Veo la fumata blanca desde mi habitación
Veo la fumata blanca desde mi habitación. O quizá debería decir, más bien, que veo “una fumata blanca”, porque no se trata de la famosa chimenea del Vaticano. Es solamente la de un colegio católico que hay frente a mi casa y que enciende la calefacción en estos días de frío. Me he quedado un momento contemplando el humo blanco y he cambiado lo que iba a escribir hoy.
El mundo entero está pendiente de la fumata blanca de Roma y parece que la vida de la Iglesia se detiene hasta que se elija el nuevo Papa, pero no es así. Por todas partes, en todo el mundo, surgen fumatas blancas que anuncian que Dios sigue enviando a sus discípulos a la misión, igual que enviará al sucesor de Benedicto XVI cuando sea elegido.